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Temas - Graveyard

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El Ágora / [Tablero de juego] La resurrección de la bruja dorada
« en: 30 de Enero de 2016, 09:45:45 am »
Spoiler: Música • mostrar




¡Kyahahahahahahah!

¿Creían que podrían deshacerse de mí con tanta facilidad? ¡Yo, Beatrice, la bruja dorada, no seré derrotada por seres tan simples! ¡Muebles! ¡Meros muebles! ¡Kyahahahahah!

He vuelto, para desgracia de algunas brujas viejas, y placer de aquellos que deseen enfrentarme. Aquí presento un nuevo tablero que promete haceros sufrir casi tanto como el primer día que pasé por este fragmento. ¡Ah, recuerdos!

Anhelo escucharos retorciéndoos en vuestras sillas intentando entender esta red de mentiras. ¡Y qué mejor forma de satisfacerme que con un asesinato de cuarto cerrado! ¡Un clásico!

Ah, pero no crean que dejaré pasar por alto los errores de aquella creadora con complejo de bruja dorada. El título es mío, y es mejor que ninguno de ustedes planee destronarme. O es posible que sus nombres aparezcan entre las próximas fatalidades. ¡Kyahahahahah!



Objetivo

El objetivo es simple. Deberéis descubrir al asesino, el método que utilizó y el motivo. Son tres requisitos para poder considerar la teoría como ganadora. Sin motivo, no hay método. Sin método, no hay asesino. Y sin asesino, no hay motivo.

Para ello, deberéis preguntarme cosas utilizando la verdad azul. El verde es un color anticuado.

Reglas

  • Nadie podrá hacer uso de una ficha, a no ser que yo misma lo permita en medio de mi infinita misericordia.
  • Me reservo el derecho a responder cualquier verdad azul; no estoy obligada a deciros nada.
  • La verdad roja es absoluta. No pueden cuestionar lo que dice. La única excepción es que se encuentre un error lógico; en dicho caso, señalad el error aquí, en público. No en privado.
  • Los jugadores no pueden hacer uso de la verdad roja, dorada o morada. La única excepción es que estén citando algo que esté remarcado en alguno de estos colores.
  • Soy genial. No es una regla de juego, pero siento la necesidad de decirlo.



Sistema de juego

Existen cuatro tipos de verdades, y cada una tiene una aplicación distinta.

  • La verdad roja, que revela los secretos detrás de este caso. Es, en esencia, vuestra prueba.
  • La verdad azul, que se utiliza para realizar teorías. Por sí sola, no tiene fuerza; para que obtenga validez, debe estar respaldada.
  • La verdad morada, aquella proporcionada por los testigos. Todo aquello que un testigo diga en morado tiene la misma validez que la verdad roja; excepto el asesino y sus cómplices. Ellos tienen la capacidad de mentir usando esta verdad.
  • Y por último, la verdad dorada. Representa aquello que es verdad para el que la utiliza; no es ni más fuerte, ni más débil que las demás. Pero no tiene validez real.



Datos del caso

[Prometo actualizar constantemente ok]

Spoiler: Personajes • mostrar

Dilwyn Priddy (muerto): un hombre senil y con una sonrisa en el rostro casi todos los días; anteriormente un roconocido actor en su país, ahora retirado debido a un accidente durante la filmación de una película. Le dejó paralizado de la cintura para abajo.

D. Petrescu (consciente: vivo): sirviente rumano al servicio del señor Priddy. Es bastante agradable y bueno con las personas con las que trata; el favorito del señor.

Giglifiore (dormida; viva): simpática, trabajadora y respetada entre los sirvientes; la señorita Giglifiore es la chica perfecta para este tipo de trabajo. Priddy la contrató porque vio talento en ella, y el potencial para convertirse en una estrella de cine, como él; planea convertirla en su protegida.

Falivene (agitada; viva): aparenta ser seria y malhumorada, pero gusta del ambiente de trabajo y sus compañeros. Es la que organiza a los demás cuando se presentan actividades.

Frossati (sin confirmar): el mayor de todos los que trabajan en la casa, pero el que se dedica menos al trabajo. Es muy bueno realizando casi cualquier mandado, pero se destaca en carpintería. Eso es, si decide hacerlo. Se le suele ver holgazaneando.

Marissa (estresada, de mal humor, posible instinto asesino (bebiendo té de rosas); viva): algo vieja y con huesos cansados, la ama de llaves más solicitada del reino unido acepta el trabajo en Gales de cuidar al señor Priddy, viendo que este sería un trabajo mucho menos ajetreado que sus anteriores... incidentes.

Diana Diamantis (en el baño (indigestión); viva): actriz reconocida por sus diferentes obras de teatro y algunos papeles protagónicos en series televisivas. Vieja amiga de Priddy, decide asistir a su fiesta de cumpleaños.

Anthony Evans (muy alterado; vivo): antes un director, pero ahora resignado a trabajar en el fondo de las producciones cinematográficas. Dirigió la película taquillera que disparó a Priddy hacia el espectáculo: Guilt Town. Pero fue bajo su dirección que Priddy tuvo su accidente, también.

Ray Ifans (sin confirmar): hace un tiempo atrás, decían las malas lenguas que la esposa de Ifans en aquel entonces le era infiel con Priddy. Naturalmente, ninguno de los dos dijo algo al respecto, y pronto fue olvidado. Ahora, ya de mayores, olvidaron los rencores para entablar una amistad algo frágil.

Christian Gruffud (empezando a relajarse; vivo): mantiene contacto con Ifans y Priddy desde que ambos actores se retiraron del mundo del espectáculo; visita la casa del señor Dilwyn con frecuencia, y era el invitado que más deseaba llegar.

Charlott Novello (empezando a relajarse; viva): vieja amiga de la infancia del señor de la casa, y supuesta amante del mismo. Nada es oficial entre los dos, pero se dice que ella aparece en el testamento.


Spoiler: Hechos • mostrar

06:05 am - El señor Priddy no se siente bien. Eso no lo detendrá, así que toma unas pastillas y se retira a su habitación para descansar. Le pide a Falivene que continúen con los preparativos, que esto sería temporal.

08:14 am - Los sirvientes terminaron de preparar las habitaciones para los invitados. Se esperan al menos 50 personas en la tarde, y 10 huéspedes.

01:32 pm - Christian ya llegó a la casa, y pasó a saludar al señor Priddy. Se esperan más invitados en la próxima hora.

02:12 pm - Diana Diamantis y Anthony Evans llegan a la casa. El señor Priddy baja para saludarlos, pero se retira otra vez a su estudio. Los invitados conversan en la sala de estar, y comentan el lamentable estado de salud del anfitrión. Frossati holgazanea.

02:34 pm - Ray Iffans hace acto de presencia, y se une a la conversación. Petrescu le notifica a los invitados que el señor está empeorando, y que probablemente deban esperar unas horas más antes de que baje para celebrar con ellos.

02:49 pm - En la cocina, se una pelea. Parecen dos personas negociando con alguien más. Poco después, un plato cae, rompiéndose, y Giglifiore grita pidiendo auxilio.

02:50 pm - Charlott, Christian y Anthony van a investigar. Diana y Ray están jugando póquer, así que le restan importancia al grito de la chica, creyendo que es una empleada torpe. Marissa también acude, de mal humor, creyendo que tendría que dar un par de collejas.

02:51 pm (Cocina) - Las cuatro personas llegan a la cocina, y encuentran a Giglifiore herida en el brazo derecho. Parece que está sangrando, y Falivene le está envolviendo la herida. La joven mira a los presentes, y con lágrimas en los ojos, señala la puerta de servicio: "¡p-por ahí! ¡Por ahí se fue!"

02:51 pm (Salón) - Ray decide ir al baño, así que abandona la partida y sube al segundo piso.

02:52 pm - En medio de la conmoción, los presentes debaten si deberían investigar o no. "¡Está armado!", dice Charlott, intentando convencerles de llamar a la policía. "Concuerdo, lo mejor es esperar", añadió Marissa, quien se había visto tantas veces en esta situación, que aprendió a controlarse.

02:54 pm (Cocina) - No se ha llegado a un acuerdo en la cocina, así que Anthony agarra un cuchillo y se va por la puerta. Los demás se quedan ahí, y decidieron llamar a la policía.

02:54 pm (Tercer piso) - Se escuchan dos fuertes golpes en el tercer piso. Terminan de bendar a Giglifiore.

02:57 pm - Llevan a Giglifiore al salón, dejándola descansar en uno de los sillones. Anthony regresa por la puerta de la cocina.

02:59 pm - Tras explicar la situación a Anthony, decide ir a investigar el tercer piso. Marissa va con él. El resto atiende a Giglifiore.

03:03 pm - En el tercer piso, encuentran sangre frente a la puerta del estudio de Priddy, y marcas de arrastre que llevan a la puerta del frente.

03:04 pm - Marissa abre la puerta del señor Priddy, sabiendo lo que va a encontrar. Ya era la... ¿cuarta vez?


Spoiler: Escena del crimen/sin autopsia • mostrar
En el suelo del estudio, se pueden ver dos cuerpos tirados. Uno pertenece a un hombre mayor, algo gordo, con barba y cabello blanco. Sin duda, el señor Priddy. El otro, sin embargo, es de un joven con musculatura considerable, cabello oscuro y corto. Era Petrescu. Hay un charcho de sangre cerca de la cabeza de Dilwyn, y se puede ver un moratón en la cabeza de Petrescu.


Spoiler: Verdades rojas • mostrar
Soy genial.

Petrescu está inconsciente.

Petrescu recibió un golpe y Dilwyn fue asesinado.

El cuerpo del señor Priddy se encuentra boca abajo, y tiene varios golpes en la nuca. El charco de sangre es pequeño. El cuerpo no presenta ningún otro tipo de herida externa. En el bolsillo del pantalón de Priddy se encontraba su llave.

Petrescu está boca abajo también, con un golpe en la nuca igualmente.

Los cuerpos están uno al lado del otro.

El estudio está desarreglado, como si se hubiera presentado un altercado. La silla de ruedas del señor Priddy está en una de las esquinas, lejos de los cuerpos. Una de las mesas tiene un golpe, y falta uno de los candelabros que el señor Priddy tenía.

La puerta estaba cerrada con llave. Las ventanas están cerradas con seguro desde adentro. No existe ninguna otra forma de entrar o salir de la habitación; un cuarto cerrado perfecto.

A las 02:49 pm, en la cocina, había dos personas; dos entidades, dos cuerpos, dos personalidades distintas.

Quien golpeó a Petrescu es la misma persona asesinó a Dilwyn. Mismo ente, misma masa física, misma personalidad, misma persona.Sin definiciones dobles ni engaños en mis palabras.

Dilwyn no pudo ver a su asesino.

Petrescu no vio quién le golpeó.

Dilwyn fue asesinado en la habitación donde se encontró su cuerpo.

Petrescu fue encontrado en la habitación donde se descubrió su cuerpo.

Entre el asesinato de Dilwyn y el golpe a Petrescu no pasó más de media hora.

Cuando Dilwyn fue asesinado solo se encontraban él y su asesino en la estancia en la que se encontraban.

Cuando Petrescu fue golpeado solo se encontraban él y el que lo golpeó en la estancia en la que se encontraban.

Existen llaves maestras.

La habitación no puede ser abierta con una llave maestra.

Todos los sirvientes poseen llaves maestras.

Sólo los sirvientes y Dilwyn poseen llaves maestras.

Aquellos que poseen una llave maestra la tuvieron consigo desde las 06:05 hasta el momento.

La habitación posee solo una llave propia.

La puerta de la habitación fue abierta tanto por una llave maestra como por la de la habitación.

La puerta fue abierta más de tres veces.

La puerta fue cerrada más de tres veces.

Una misma persona abrió y cerró la puerta, al menos una vez. Persona, ente, cuerpo, personalidad y conjunto de átomos.

Distintos cuerpos abrieron la puerta desde las 06:05 hasta el momento. Otra vez, sin trucos en mis palabras.

Pueden haber cómplices como no pueden haberlos; que me pidas confirmación es simple pereza tuya y falta de ganas para deducir. Por tanto, me niego a responder a tu pregunta directamente.

El asesino es uno de los personajes.

Cada uno de los personajes tiene una única personalidad.

Nadie, en este miserable pueblo apartado, está capacitado para una autopsia.

En el estudio hubo una pelea.

Petrescu se defendió antes de ser golpeado.

Ray fue al baño.

En el caso hay más de una víctima.


Spoiler: Verdades moradas • mostrar
Giglifiore (02:51 pm, cocina): "¡P-Por ahí! ¡Por ahí se fue!"
Giglifiore (30/01/16): "E-Era... grande. Un... hombre... No sé quién era p-pero..."
Giglifiore (30/01/16): "No recuerdo qué dijo... Pero me amenazó. Y yo... grité... Me dijo que me callara, y como no lo hice... me... me atacó..."
Gruffud (31/01/16): "Él... dijo que le dolía el estómago. Parecía muy fuerte. Lo tuvieron que traer, no podía mover su silla él solo".
Evans (31/01/16): "Malestar, nos dijo. Creo que algo tenía que ver con dolores. No sé. No presté atención a lo que dijo, porque creí que se le pasaría. Pero Gruffud se preocupó más de lo debido".
Falivene (31/01/16): "Estaba buscando Frossati; no lo he visto desde que le pedí que trajera los cubiertos. Luego escuché a Giglifiore gritar, y la vi tirada en el suelo de la cocina, sangrando".
Evans (31/01/16): "No vi salida. Sólo un almacén y unas puertas cerradas con llave. Las intenté forzar, pero no pude".


***RELEVANTE: a diferencia de otros casos, es necesario leer los hechos aquí.

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Literatura y Fan Fiction / [Relato] Semillas de Angélica
« en: 02 de Abril de 2015, 06:57:57 pm »
MUENO. Como estaba algo aburrido esta noche, además de escribir el relato de Mommy Gravy, mi primera obra de comedia, completo la duología de Semillas, que a su vez forma parte de un conjunto aún mayor de relatos al que me gusta llamar "Flor". Pronto (en otros dos años quizá) escribiré la próxima parte. Sólo puedo decir que se llamará "Pétalos". Aunque a nadie le importe y nadie lea esto. :D

Como siempre, música opcional.





   No se siente como una noche cualquiera, y no parece que vaya a cambiar. La niebla espesa mi ventana, y la chimenea arde con fuerza. Es en esta clase de momentos que la nostalgia es quien domina mis sentidos, quien domina todo aquello sobre lo que puedo pensar. Es verdaderamente triste, pero a la vez satisface cada fibra de mi ser. Deliciosamente amargo, con su dulzor y su acidez en punto. Puedo sentirlo escalando desde la base de mi pecho hasta arriba, como queriendo salir de mí. Pero no es algo que permitiré, pues disfruto de esta  agonía casi tanto como quien saborea la última cucharada de una tarta. Esta es, después de todo, mi última cucharada del pasado. No tengo ningún objeto que me recuerde estos hechos. No tengo ninguna carta en donde te nombre. Todas esas cosas ya han sido olvidadas, o el tiempo se las robó. Todo lo que tengo es esta cornucopia de sabores carcomiendo mi ser. Ni siquiera el vino podrá lavar mi paladar.
   
   Supongo que mi única opción es beber café. Jamás me desharé de esta adicción, ni mucho menos la mía por ti. Eres aquella bebida de la que nunca me canso. ¿Por qué serás tan delicioso, tan perfecto? Tu esencia está grabada en mí, en todo mi cuerpo. Todas aquellas cosas que hicimos estarán para siempre conmigo, y como recuerdo tengo a nuestra hija. A ella la amo, es cierto. Sus rizos de oro me conmueven, y el brillo que adquieren con las llamas al bailar logra fundir esta sensación dentro de mí. Pero esa pasión que arde como un sol la provocas tú. Fui capaz de matar por ti. Ninguna mujer que se respete y se considere a sí misma madre es capaz de decir que jamás consideró el homicidio como una forma de estar con su hombre. La única diferencia, mi amado, es que yo sí fui capaz. No tenía escapatoria, ni tenía cómo deshacerme de ella sin herirte. Como podrás recordar, incluso eso hice una vez la eliminé. Pero ya la habrás olvidado; todo eso que te di fue más que suficiente para hacer arder tus recuerdos.
   Te escribo por última vez, querido diario. Es la única forma que tengo de comunicarme ya, puesto que me falta el aliento y mi cuerpo ya no puede hacer señas con la misma fluidez. Aunque escribir me cuesta tanto, ¿qué más puedo hacer? Mi legado va a perdurar. Sólo… no dejes que mi hija vea esto, mi fiel amigo. Sé que la intención era que conociera a su madre, pero este es un lado que ella jamás debe conocer. Es demasiado oscuro, a pesar del fuego que en estas páginas arde con cada palabra. Es un fervor siniestro, y la inocencia de estos rizos debe permanecer intacta a toda costa.

   Mi pequeño angelito me acompaña hoy. Y no, no es mi hijita. Es mi ángel. Lo veo cada vez que estoy a punto de cerrar los ojos para nunca volver, pero a la mañana siguiente desaparece. No estoy segura de si lo hace por piedad o malicia. Si prolonga mi sufrimiento, o si me da una nueva oportunidad para enmendar mis errores. Pero angelito, debo decir que no me quedan fuerzas para arreglar lo que ya he hecho. He arruinado una vida, he creado otra, y justo ahora estoy terminando la mía. No por voluntad propia, sino porque mi cuerpo no es capaz de mantenerse a sí mismo. Me destruyo a mí misma física y psicológicamente. Nada parece salirme bien, angelito, así que no me fuerces a seguir en este plano. Estoy ansiosa por ver qué clase de castigo me espera eternamente en el ardiente infierno, y cómo seré hecha sufrir constantemente en el calor del tridente. Es mi destino. Lo tengo asimilado desde aquel momento que pensé en matarla. Y cuando tuve el descaro de aparecer en su funeral… Me sentí sucia. Asquerosa. Pero eso ya está hecho, y no lo puedo deshacer. Compréndeme, angelito, y déjame ir.

   Finalmente puedo ver la luna asomarse, y está llena. Juega con las estrellas a hacer constelaciones, y se apoya en las nubes para descansar. Es una vista hermosa, verdaderamente. La niebla poco a poco se disipa, dejando ver cada vez más y más la figura de la luna. Te extrañé, amiga. ¿Has venido tú también a ver mis últimos momentos, o es quizá una desgracia del destino el que te retenga frente a mi ventana? No seas tímida, puedes mostrarte. Prometo no decirle a nadie de ti, ni de tus amoríos. Ambas somos mujeres guerreras. Sólo que luchamos por causas distintas. Puedes irte otra vez, no te culparé; escondiéndote en la espesura de la noche, vigilando los pueblos, moviendo la marea.

   En la mesa junto a mí yace la vela que alguna vez usé para contarle historias a mi pequeña. Casi se funde por completo. Me da lástima, pues esta era la primera vela del paquete que habíamos comprado. Prometí que este paquete de velas lo gastaríamos exclusivamente en las historias nocturnas, pero parece que no tendré esa oportunidad. Mi pequeño retoño, hay tantas historias sobre tus abuelos que quiero contarte. Y tantas cosas graciosas sobre tu padre que merecen ser enmarcadas en su habitación. Pero hay algo que necesito para eso, y que se me está acabando: tiempo. Si en algún momento nos reencontráramos, compartiría esas anécdotas. Y crearíamos algunas nosotras mismas, ya que estamos. Pero no quiero irme de tu lado jamás. Incluso si eso llega a significar que tengo que matar otra vez. Sólo quiero quedarme y disfrutar de esta familia por la que tanto di.
   
   …eso es. No quiero morir. ¿Acaso ignoré ese pensamiento tanto tiempo? ¿Cómo pude ser tan ciega? Pensé que era una broma, o que simplemente estaría aquí para mañana, pero… Voy a morir. Es inevitable. Es triste. …es un vacío que carcome mi estómago. Se siente como si algo faltara dentro de ti. Una pieza de tu alma que fue removida. ¿Es esta la sensación de soledad que me acompañó por parte de mi juventud, o es algo más allá? ¿Es esto algún dolor… o un remordimiento?

   Ya debo irme, querido diario. Le doy una última caricia a mi hijita, que está tan colorada como una flor que apenas abre sus pétalos. No me quiero ir. Por primera vez soy capaz de escribirlo. No me quiero ir. No, aún tengo cosas que hacer en este mundo. No me quiero ir. Tengo una hija a la que atender. No me quiero ir. Tengo que cuidar a mi esposo, y complacerlo de tantas formas como pueda. No me quiero ir.

¡No me quiero ir!

¡No me qu



Flor
[Lista de relatos]


Pimer relato: Espinas

Segundo relato: Espinas de brugmansia

Tercer relato: Espinas de acónito

Cuarto relato: Semillas

Quinto relato: Semillas de angélica

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Literatura y Fan Fiction / [Relato] Mommy Gravy y la salsa Gravy
« en: 02 de Abril de 2015, 05:52:02 pm »
Esto nació como una broma en Twitter y decidí traerlo a PxP a petición de cierto ogro. Adaptado a las necesidades del PxPertero actual. :D

Nota: no tomarse nada de esto en serio.



Mommy Gravy, el amado, querido, carismático, agraciado y por sobre todas las cosas, modesto moderador de Pokéxperto estaba una vez en su todopoderosa cocina, hecha a la medida justa para él: una barra de mármol para poder picar las almas de los inocentes en sus platillos, electrodomésticos hechos con posts de los usuarios y, cómo no, un perchero para sus muy masculinos delantales con volados. Algo cansado de prepararle la cena a su hija, Andrea, quien todavía no sabía hablar bien ni inglés ni español, le echó un vistazo a la ventana para deleitarse con la bella vista que por ahí se asomaba. Él. Había instalado un espejo en lugar de ventana. ¿Qué mejor vista que él mismo? Revigorizado, vuelve a preparar sus suculentos platillos.

   Pero es entonces cuando Mommy Gravy se da cuenta de que le faltan ingredientes para su famosa salsa Gravy. ¿Quién podría ayudarle? Sin duda, no lo haría el Chapulín Colorado. Agarró su escoba, se acomodó el vestido y salió volando rumbo a Mordor. Tenía algunas compras que realizar, y ya de por sí visitaría a su amiga, Girly el ogro.

   Una vez en la tienda de Girly el ogro, tocó la puerta dos veces para asegurarse de que le escuchara. Tristemente, como los oídos de Girly son un asco, no pasó nada. Mommy Gravy entró a la tienda, y ahí estaba Girly en su ordenador, viendo imágenes de conejitos.

—ola noob :v—le saludó el ogro sin voltearse a verle. —ke kieres?? No ves que estoy ocupada? (?)

Mommy Gravy se acercó un poco más para que el ogro le pudiera escuchar.

—Quiero comprar moco de gusarajo y uñas de vaca en polvo—, respondió Mommy Gravy.

—para ke? :v

—Estoy preparando un platillo. Creo que es obvio qué preparo, ¿no?— Guiñó el ojo.

—psss no xDDDD dime (?)

—Ya tú saeh.

—:v

—Sólo véndemelo.

—:V

El ogro, finalmente, se da la vuelta y se levanta para buscar los artículos que Mommy Gravy pidió. Al poco tiempo, vuelve con una bolsa de papel y se la entrega al comprador.

—Muy amable, señorita.

—ya vete noob :v

Mommy Gravy suspiró profundamente.

—Ya me voy, ya me voy— Se dio la media vuelta y siguió caminando, algo indignado. No le vendría mal al troll vestirse, pensó. Nadie merece ver sus miserias cada vez que necesita comprar algo.
Ahora le faltaban algunos artículos que sólo podría conseguir en una zona muy particular de un pueblo bastante alejado en el quinto infierno (literal). “Lo que hago por mi hija”, dijo para sí antes de emprender el camino en su escoba.

Descendiendo ahora con un paraguas por motivos de Copyright sobre el pueblo de MURICA, nuestro valiente protagonista se adentra en la tienda de “IKUEITOR, VARITIS OF PRODUCS”. O así leía el cartel. Estaba decorado con imágenes de las ponis de My Little Pony, y apenas entrabas podías oler el algodón de azúcar descompuesto. Sí, era la tienda de Kill-R.

(*)

—JU IS IT— Una voz grave resuena en toda la tienda.

—YO—, responde Mommy Gravy.

—AI DON NOU JU ‘YO’ IS.

—Yo, como en… ¿yo?

—OQUEI ‘YO’, COM IN.

—¿Ya estoy dentro de la tienda?

—OH OQUEI.

Siguió caminando hasta encontrarse con un hombre de contextura media, vestido de la misma forma que Pinkie Pie en la película de MLP. Estaba usando su ordenador para ver imágenes de contenido cuestionable, y junto a él estaba su pareja, Spike el dragón.

(**)

—GUAT DU YU GUAN—, dijo sin mirar a Mommy Gravy.

—Chocolate. Ese que tiene sal.

—WAI. WI ONLI SEL IT TU AUR COMON COSTUMERS.

—¿Pero yo soy un cliente frecuente?

—WAI DU YU CONTRADIC MI SOU MOCH.

—Es divertido.

—NO IT IS NOT.

—Sí lo es.

—AI SED NOU.

—…heh. En cualquier caso, ¿tienes?

—SPAIK, DU WI HAF?

—Why do you get me involved?

—BICOS DIS IS MURICA.

—Fine. Yes, we have. Sell it to this fair woman.

—CHI IS A MEN.

—Oh.

—ENIWEI, TEIK DIS— El vendedor le da una barra de chocolate con sal a Mommy Gravy, quien la paga gustoso y se retira.

Apenas Mommy Gravy sale de la tienda, puede ver a una mujer rubia azotando a un hombre que está de rodillas. El hombre, sin embargo, no parece estar sufriendo. Mejor dicho: disfruta que le estén dando latigazos. Mommy Gravy se acerca para ver de qué se trata todo esto.

—¿TE GUSTA, MELKOR, AH, AH?—, gritaba la mujer rubia con malicia en su mirar. El hombre no respondía, simplemente gritando de dolor, mas no lo impedía. —DILO, DILO Y ME DETENDRÉ. DIME QUE TE GUSTA.

Finalmente, el hombre dijo algo: —NOOOO, ALLIARE, NO TE DETENGAS.

Se fijó en la camiseta que llevaba la mujer. Leía “Administrador”, y era de color rojo. La del hombre también era así, aunque de tantos golpes empezaba romperse en algunas partes.

Mejor alejarse de esta gente tan rara.
De camino a casa, Mommy Gravy pudo ver una variedad de gente: se encontró con un tío drogado que hablaba sobre un juego llamado “lig of leyens”, y hablaba de sus hazañas en el mismo, mas no se le entendía nada. También vio un grupo de personas reunidas en círculos, lanzándose posts y lo que encontraban en el suelo. E incluso se topó con un chico que chillaba sobre lolis y brujas. A ese le dio un golpe con su paraguas y siguió su camino.

Una vez de regreso en su todopoderosa cocina, Mommy Gravy finalmente terminó su salsa Gravy. Se la dio de comer a su hermosa hija, Andrea. Antes de que se diera cuenta, su esposo Nacho aparece. Todos comen juntos en la mesa hecha con huesos de niños.



Spoiler: (*) y (**) • mostrar


(*)

“QUIÉN ES”. Una voz grave resuena en toda la tienda.
“YO”, responde Mommy Gravy.
“NO SÉ QUIÉN ES 'YO'”.
“Yo, como en… ¿yo?”
“OK, YO. ENTRA”.
“¿Ya estoy dentro de la tienda?”
“OH OK".




(**)

“QUÉ QUIERES", dijo sin mirar a Mommy Gravy.
“Chocolate. Ese que tiene sal”.
“POR QUÉ. SÓLO SE LO VENDEMOS A CLIENTES FRECUENTES”.
“¿Pero yo soy un cliente frecuente?”
“POR QUÉ ME CONTRADICES TANTO”.
“Es divertido”.
“NO NO LO ES”.
“Sí lo es”.
“DIJE QUE NO”.
“…heh. En cualquier caso, ¿tienes?”
“SPIKE, ¿TENEMOS?”
“¿Por qué me involucras en esto?”
“PORQUE ESTO ES MURICA”.
“Vale. Sí, tenemos. Véndeselo a esta dama”.
“ELLA ES UN HOMBRE".
“Oh”.

[/spoiler]

4
Literatura y Fan Fiction / [Relato] Otra vez
« en: 25 de Julio de 2014, 05:03:40 pm »
Spoiler: Selección musical opcional • mostrar

Hey y'all! Optativo, claro está, pero es una pieza que bien puede acompañar este relato. Conste, está escrito literalmente mientras la escuchaba, así que la influencia es clara. Si les llega a distraer, por favor, quítenla de inmediato. La idea no es que se centren en el audio, sino en el escrito. ¡Pero no digo que no puedan disfrutarla! :'P


Paseando de lado a lado, siempre con la vista fija en mis ojos, y con el viento soplando. Es una hermosa vista la que tenemos desde este lugar, pudiendo ver toda la ciudad e incluso un poco más allá. Un lugar apartado, iluminado únicamente por la luna que se ha vestido de plata para esta ocasión. Me aseguré de invitar a los astros más importantes, teniendo el cielo despejado únicamente para nuestro encuentro. Tropiezas. Es normal cometer un error en esta situación, pero otra vez, somos los únicos dos que se encuentran en este piso. Relájate, déjate llevar. Es la única oportunidad que tenemos para bailar tan cómodamente, así que disfrútalo.

Es un poco triste tener que encontrarnos en estas circunstancias, aún así. Te prometí volver a vernos, pero esta clase de reunión clandestina no era lo que tenía en mente precisamente. Sin embargo, me aferro a ti. Como ya creo haber dicho, esperé mucho por esto. Días y noches buscando una forma de vernos, rogándole al destino una última noche. Pero aún así, no pareces feliz. Lágrimas se escurren por tus mejillas, y un sollozo se asoma de tanto en tanto. Tu sonrisa insincera no es suficiente para obligarme a obviar estos detalles. Te conozco muy bien. Sé que solías hacer esto cuando querías hacer parecer que todo iría bien; mas en el fondo, y muy en el fondo, sabías que no funcionaba. Seguir intentándolo es simplemente triste, pero prefiero no reprochártelo. No, no puedo, ni aunque quisiera. No hoy.

Pero una sonrisa tampoco te mataría. Aprieto con un poco más de fuerza tus manos, esperando que algo de la energía con la que me esfuerzo por animarte pase a ti. Es un esfuerzo inútil. Ignoras por completo lo que hago, aunque sigues la coreografía al pie de la letra. Siempre fuiste una buena bailarina, y además gran coreógrafa. Yo simplemente poseo un gran don para memorizar cosas. Supongo que hacemos buena pareja en ese aspecto, ¿verdad? Aunque para nuestra desgracia, pocos son capaces de verlo así. Pero a quién le importa; somos tú y yo bajo las estrellas. Quisiera poder demostrarte lo mucho que te amo en este momento, pero...

Tropiezas torpemente otra vez. Cerca, muy cerca. Te recuerdo que estamos en una azotea, cariño, y esta ocasión tan especial simplemente no puede, bajo ningún concepto, terminar de esa forma. No te distraigas. Estoy aquí para guiarte, aunque siempre fue al revés. Las pléyades se asoman, tímidas. Espero que no te moleste el público extra. Llegaron tarde, como acostumbran hacer. Vamos, no pierdas el ritmo. Sigue el compás, ¡muévete un poco! Deja que las lágrimas caigan y sean reemplazadas con furor, alegría. Siéntete libre, porque lo eres. Alza los brazos, disfruta del frío.

Siendo sinceros, lo único que odio de esto es la razón por la que se me permitió presentarme. Es de verdad doloroso, pero en cierta forma me alegra. ¿Me hace eso egoísta? ¿Soy acaso esa clase de persona que... únicamente se preocupa por su bienestar? Jamás lo pensé. Jamás lo mencionaste. Tampoco importa mucho, no es algo que vaya a compartir contigo directamente. O al menos, no es algo que alguien más sepa. Aunque la comunicación no sea precisamente viable al momento, susurro en tu oído tu nombre. No hay reacción. Vaya, de verdad duele. A veces eres demasiado fría, estóica. Es una de las cosas que me gustan de ti.

Me has dejado queriendo más. Pero qué puedo hacer, ya no tengo el control de la situación. Un amor perdido, un amor que definitivamente se ha esfumado, jamás será capaz de reaparecer. Dejé una enorme cicatriz en tu corazón con mi partida. Tomo la culpa enteramente por eso. Pero tu elección de un lugar tampoco fue la mejor; si mal no recuerdo, este es el mismo lugar donde nos despedimos. Lo último que pude ver esa noche fue tu rostro. Quedó grabado en mi memoria, y en base a ello, mi sonrisa final dedicada para ti. Fui estúpido al hacerlo. Fui estúpido al tan solo pensar en irme. Fui estúpido al darme cuenta de que no era mi momento tan tarde. Fui estúpido, a secas.

Esa lágrima que acabas de dejar caer fue amarga. Lo pude sentir incluso yo. Te abrazo una vez más, y aún así no hay reacción. Pero no te culpo, la verdad. Tienes todo el derecho a estar enojada. No fue sabio haberme quitado la vida así. Pero no podía, ¡simplemente no podía obligarte a hacerlo conmigo! No estabas lista, y como mencioné antes, ni yo mismo lo estaba. Una simple memoria que ronda los pasillos de la mente en soledad, atormentando tus sueños. No, definitivamente no era mi objetivo. Este cuerpo etéreo me confina, me detiene. Si pudiera agarrar tu mano para detenerte, y si tan sólo fueras capaz de olvidarme, los dos seríamos felices.

No niego que haya sido bueno verte. De igual forma, me alegra poder haber compartido el último momento de tu vida, así como tú lo hiciste conmigo. Pero este cuerpo no se mantendrá por mucho. Imitándote, me asomo por el borde de la azotea, intentando salvarte. La misma sonrisa de liberación se puede ver en ti. Sólo espero que esa sonrisa sea para mí. De no ser así, ¡qué tonto habría sido todo este arreglo! Pero no puedes negar que la luna ha sido bastante buena contigo. Mira, incluso llora por ti.

Hasta luego. Disfruta tu viaje.

Con amor,
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Algo corto para mis estándares, pero, uhm, es el primer relato que escribo desde Luna piena. ¡Piedad, ruego piedad! He perdido mucha práctica en segunda persona.

5
Literatura y Fan Fiction / [Relato] Luna piena
« en: 15 de Noviembre de 2013, 11:40:04 am »
Soy maligno.





Miró hacia el este, por donde generalmente salía ella cada cierto tiempo. No le gustaba estar cerca de ella, pero no podía hacer mucho. Era un ciclo que debían repetir infinitamente, o hasta que solucionaran el problema que se dio hace ya siglos atrás. "No es algo que se solucione de la noche a la mañana", o eso pensó la figura plateada que reposaba entre las estrellas y rió un poco con cierta amargura. Ellas también se veían tristes, pero consolaban con bastante dedicación a la melancólica mujer que seguía esperando con bastante impaciencia. Llevaba ahí mucho tiempo, quizá menos del que creía, pero sentía que eventualmente la echarían. Podía relajarse unas dos horas de turno en turno, mas el resto le parecía un martirio. Tendría que esperarla, pero ya había perdido la cuenta de las veces que habían hecho contacto por un desliz. Cara a cara las dos amigas cercanas, pero a la vez lejanas. Era como ver a través de una ventana que reflejaba el pasado, y las lágrimas brotaban. Su cabello plateado volaba libremente, en la misma dirección del viento.

Era una persona fácil de llevar: sencilla, pasiva, calmada. Además era tímida, pero amable. Sus estrellas estaban muy agradecidas con el trato que recibían, pero les preocupaba más la felicidad de la luna que la de ellas mismas. Así pues, formaban constelaciones para entretenerla. Ella adivinaba con el tiempo, y siempre variaban. Era una actividad entretenida y ciertamente ayudaba a aliviar la desesperación de la espera por su antigua compañera. Hoy no se sentía de humor para eso, así que Oficuo brilló con especial intensidad. La cruz del norte peleaba con la del sur, cosa que ocurría con mucha frecuencia en invierno. Escorpio no tenía mucho que aportar, por estas fechas está de mal humor. Sagitario empieza la cacería de las osas, a sabiendas de que nunca podrá enfrentarse a ellas en una pelea justa; eran demasiado fuertes para su arco. Leo, Tauro y Acuario discutían sobre los planetas que le correspondían a cada uno, pues se les olvidaba con frecuencia. El constante seseo de la hidra molestaba a los demás. Las ovejas de Boötes se habían regado, y entre gritos, intentaba reorganizarlas. El cielo nocturno era un espectáculo particular para Luna, quien reposaba sobre las nubes -pues las estrellas decidieron salir a jugar y animarla-, y cuyo ánimo no mejoraba con las risitas estelares.

Suspiró. No debería ponerse así por algo tan tonto como lo era una persona así de cruel. Había decidido huir, y se arrepentía de esa decisión cada vez que la veía asomarse. Se desvanecía poco a poco, evitando ser encontrada. No debía mostrarle su cara, o al menos pensaba eso. Su rostro... no podía olvidarlo por más que lo intentara. La expresión de sincero arrepentimiento que se pintaba en él era la última imagen que guardó de Sole. Su voz... eso sí lo había olvidado. No le dio tiempo para pedir perdón, y su llanto no llegó con las estrellas gritándole enfurecidas. Esa noche, el cielo se había teñido de rojo. Su cara se llenó de lágrimas, su mente de insultos. Al día siguiente asistieron a una junta para decidir qué horas tendría cada una, pero sus oportunidades de hablar fueron nulas.

Entre las estrellas habían decidido que se apartarían lo más que les fuera posible de Sole y su luminosidad, que las opacaba. Evidentemente, era una excusa para poder seguir con Luna, y eligieron la hora más oscura para que la misma no se sintiera inferior en medio de los tonos rojizos del día. Además, había mucho menos ruido, por lo que podría relajarse sin el incesante sonido de los humanos allá abajo. Ellos no podían apreciar la hermosura de la noche; bueno, no todos. Había algunos que se sentaban a observar a Luna con dedicación y asombro, lo que le alegraba el turno en esa zona. A veces, viajeros se perdían en las profundidades del mar mientras ella observaba y se apiadaba, enviando a las pléyades a guiarlos. La cruz del sur era la consejera, siempre señalando y sugiriendo. Sí, definitivamente estaba cómoda entre las estrellas, junto a la visita ocasional de las nubes. Envidiaba, sin embargo, la actividad que el cielo diurno veía con frecuencia. Si bien a esa hora era el mejor momento para descansar, a veces ella quería aprovechar el ánimo y ser libre. Pero esa era tarea de Sole, a quien juró nunca más ver.

Pero no podía evitarlo, era su destino.

Empezó a hacer memoria, algo apurada porque creyó haber visto un rayo de sol: volvió a recordar los jardines donde jugaba con las hermanas Luce y Ombra. Siempre se había llevado bien con Ombra, la más calmada. Se sentaban bajo un naranjal a conversar y comer un poco del fruto que crecía en el árbol. Hablaban de cosas no muy importantes, pero su amistad ha durado lo suficiente como para trascender el conflicto con Luce y Sole. Ella no ha dejado de hablarle a Luce, y aunque quisiera no podría; a diferencia de los cuerpos celestiales, ellas eran prácticamente parte de la otra. Las otras dos correteaban por ahí, pasando entre las flores, oliendo cada una y apreciando sus colores. No encontraban ninguna despreciable, todas eran fascinantes para el par de chicas energéticas. Las favoritas de Luce eran los lirios del valle, mientras que Sole decidió que los girasoles era mejores. Recogían la mayor cantidad que les daban sus vestidos, y compartían las que encontraban. A Luna nunca le dio tiempo para decir que le gustaban las flores de nochebuena, pero no se molestó. Siempre y cuando Sole le trajera flores, ella podía disfrutar de un momento dulce rodeada de sus amigas. Ombra tampoco se quejaba de nada. Es más, le parecía aburrido escoger una flor favorita, y pensaba que en medio de la oscuridad podía apreciar a todas por igual, y su fragancia era más importante que su aspecto.

Aunque ella lo negara, Ombra era la más hermosa de todas. Su vestido era considerablemente más largo, y en tonos morados cubría el jardín de estrellas con bastante elegancia, aún siendo una niña. A día de hoy era mucho más grande que Luna, capaz de cubrir el cielo entero en una danza mientras huía de Luce. Era un juego más que nada, pues las hermanas daban vueltas y se veían constantemente. Reían, pero esa alegría no llegaba a los oídos de Luna, quien se había encerrado en la noche para darle un poco de luz. Era lo que le gustaba de su trabajo: aunque no era tan brillante, podía ser una bella vista para aquel que sepa apreciar el contraste entre una luz plateada como su cabello, y una noche tan negra como los ojos perdidos en el infinito. Se sentía hermosa, elegante, piadosa. Esa era Luna, la reina de aquella hora. Ah, la luz se acercaba poco a poco. Se puso nerviosa y reanudó su escape, agarrando su vestido con toda la delicadeza que pudo en medio de tanto susto. Las estrellas también empezaron a moverse. Las nubes que acompañaban a Sole ya se acercaban, dándole a Ombra tonos rojizos que terminaban deslumbrando a los observadores de la escena. Luce, como siempre hacía, mezclaba su vestido con el de su hermana y bailaba por unos minutos a su mismo ritmo. En tal espectáculo, Luna aprovechaba y se iba a recostar en su próxima locación. Ombra ya llegaría para cubrirla, aunque su vestido era la suficientemente largo como para darle cierta privacidad. No llegó a ver a Sole, no se descuidó.

Acomodarse de nuevo entre las estrellas podía ser un verdadero dolor de cabeza, especialmente cuando te levantas de un susto. Si no lo hacía con la calma suficiente, terminaría pinchándose con las puntas que ellas ofrecían, mas no usaban para atacar. Tampoco era culpa de los nobles cuerpos que jugueteaban en medio del vestido de Ombra, así las habían formado los planetas. Una vez que las nubes se condensaban lo suficiente como para hacer una almohada, y los vientos soplaban con la fuerza que mecía los cabellos frágiles de Luna, se sentía verdaderamente libre. No como en el día, donde podía revolotear todo lo que quisiera, que a veces le provocaba. Era una sensación completamente distinta, donde las preocupaciones se desvanecían y quedaban para luego. La calma se apoderaba de ella, y llegó a soltar un bostezo lo suficientemente fuerte como para retumbar en los cielos y hacer que una estrella fugaz se deslizara. Cuando terminaba el cambio de turno estaba muy contenta, y los dolores de cabeza venían después. Jugó con su vestido de nieve, con los lazos que había tejido con el paso de los años. No tenía volados, era más un trozo de tela que encajaba bien en su cuerpo, tan estilizado que parecía nunca haberse ejercitado. Las estrellas estaban un poco cansadas por el revoloteo del ciclo anterior, ya sus ganas de hacer constelaciones se había ido. Se regaron sin un orden específico, lo que la dueña de la noche encontraba adorable. Jugó con ellas un rato, moviéndolas; conversó para que reposaran un poco.

Su voz las calmaba y les ayudaba a ganar fuerzas. Era muy suave al hablar, casi un susurro que se esparcía con el frío viento. Estas eran las dos horas que ella amaba con todo su ser, lleno de paz y diversión entre sus amigas fieles. Aunque a media noche nunca llega el más mínimo ápice de color rojo en esta zona... es puro campo, o al menos así va este siglo. Cerca de este lugar, la civilización empezó a surgir. Son muchos edificios construidos en tan poco espacio, y antes era un pequeño pueblo dedicado a la agricultura. Si bien esta porción no ha sido tocada, pronto lo será. Es cuestión de tiempo, pero... ¿qué hace un color tan fuerte en el vestido de Ombra? Luce no estaba en ningún lugar donde ser vista, ¿será un error con el baile? Esto no ocurre con frecuencia, y si lo hace es porque hay una fogata cerca. Se asomó para ver lo que hacían los humanos en ese instante, mas no encontró nada fuera de lugar. De hecho, no existían humanos en dicho campo abierto. Estaba habitado únicamente por otros animales de menor importancia, incapaces de analizar la situación. El brillo naranja seguía extendiéndose, y ya no se veía como un simple fuego que apareció. Era un resplandor mayor. Era una presencia.

Conocía ese vestido. Era rojo, mezclado con amarillo. Incluso más simple que el suyo, pero resplandeciendo el doble. Un lazo volaba a su alrededor, ignorado al viento que tanto le gustaba a Luna. Su cabello sí se meneaba, pero estaba recogido y hecho una trenza en su espalda, por lo que el movimiento era menor. Su expresión facial estaba llena de felicidad, mezclándose poco a poco con la tristeza y melancolía que conllevaba volver a ver a una persona que se escapó de tus manos. Apenas tuvieron contacto visual, dejó de moverse; se quedó en esa posición más tiempo del que pudo contar. Sin que se diera cuenta, el hermoso tono blanquecino de la luna se tornaba más y más cálido, llegando a ser un vibrante rojo. El resto del cielo nocturno no cambió, sólo fue el par de mujeres que se sentaban en él. No, era mejor decir que aquel par superaba a los humanos, llegando a ser algo muy diferente. Imposible de poner en palabras, ¿o sí? Eran los espíritus errantes de un par de chicas que en algún momento fueron muy cercanas. Pero Luna no podía permitirse romper su pacto. Se embriagó entre el llanto de Sole con su propia depresión. Recordó ese fatídico momento cuando, en los jardines de estrellas, salió de su escondite en el naranjal junto a Ombra para explorar un poco el campo de flores. Ya no eran un par de niñas que peleaban por ver quién tenía más flores -entre Luce y Sole, quién había recogido más; entre Luna y Ombra, quién había recibido más-, sino espíritus con cierto juicio. Se escondieron en un rosal con mucho cuidado de no tocar las espinas. Vieron muchas plantas de diversos colores: azaleas, daphne, angélica y brugmansias.

Por el otro lado, detrás del rosal, dejaron pasar el acónito en su azul intenso, que bien no era tan hermoso como el vestido de Ombra, pero llamaba la atención; y flores de nochebuena, las que Luna recogió como regalo. ¿Era apropiado usar sus flores favoritas, y no girasoles? Pensó que lo sería, considerándolo como una entrega de confianza absoluta hacia Sole. Agarró, ya que se dio cuenta de que había cerca, un solitario girasol que la representaría. Era un regalo perfecto para la chica que estaba frente a ella en ese instante, llorando, enrojeciéndola. Pero salió corriendo hacia ella, mientras tiraba el racimo al suelo y gritaba. Se estaban rodeando. Las dos chicas estaban... juntas. Sus caras se pusieron rosadas. Luce y Sole estaban... muy juntas. Luce no tardó mucho en jalar a Sole, uniendo sus labios. Aunque la última intentó separarse, era muy tarde para evitar el incómodo momento. Las estrellas también eran testigos. Cuando por fin llegó, y en ese momento Sole se había separado de Luce, no le dio tiempo para explicar la situación. Su amor había sido negado, o eso creyó. Se fue entre el llanto, maldiciendo a Luce. A Sole. A ella misma, por haber creído que su amiga correspondía sus sentimientos.

Volvió a dirigirle una mirada a Sole. Su rostro era tal y como lo recordaba: sus ojos estaban rojos de tanto llorar. Se habían abrazado sin darse cuenta, y Luna se separó. Le dedicó una última sonrisa antes de susurrarle que se fuera, pues no debían estar juntas. Lloró con amargura por un buen rato, sin que las estrellas pudieran hacer algo al respecto.

Una última lágrima se deslizó por su mejilla antes de que volviera a su color plateado habitual.

—Te amo, Sole. Recuérdalo siempre.

Nota: «luna piena» significa «luna llena» en italiano.

6
Literatura y Fan Fiction / [Relato] Semillas
« en: 06 de Octubre de 2013, 08:12:48 am »
Puede, y tan solo puede que me haya inspirado mucho al escribir esto. Macrorelato, aviso. Si no tiene tiempo para terminarlo de una vez, recomiendo que lo deje para más tarde, u otro día. Cuarta parte de mi mini saga "Espinas".





No puedo sentir mis piernas, están cada vez más y más frías. Mis manos todavía funcionan, y por tanto puedo escribir, pero dudo que esto dure mucho tiempo. Incluso, he llegado a pensar que no terminaré de escribir esta entrada de mi diario. Estoy postrada en la cama sin hacer mucho en todo el día, y ya ni puedo leer un buen libro porque lo encuentro aburrido, es una vida que no me pertenece y jamás lo hará. Es entonces cuando decido que me toca plasmar la mía, y espero que algún día alguien se dedique a leer mis pensamientos. Quizá sean sólo el delirio de una mujer enferma, o mi mente ya empieza a fallar. En cualquier caso, estoy segura de que mi caligrafía es lo suficientemente buena como para que las siguientes generaciones se entretengan con mis palabras llenas de sinceridad. Mi hija yace junto a mí, dormida. Cree que, si cuida a su madre durante un tiempo, ella podrá curarse en cuestión de días. Es una ternura, en realidad. La cama es bastante grande, y creo que hemos pasado muchas noches aquí, conversando cosas triviales. Oh, cómo nos encantaba desvelarnos entre las sábanas hablando sobre lo que hicimos en el día, o debatir qué sería el almuerzo de mañana. Se supone que este es mi cuarto, pero siempre la dejo durmiendo aquí. Ella ya hasta lo llama suyo, quién lo diría. Le acaricio la cabeza con cuidado, intentado no despertarla. Siento que mi ausencia la destrozará, pero no hay nada que pueda hacer. ¿Quizá, tan sólo quizá, deba hacer esto como regalo para ella? Aunque sería muy cruel leer lo que tu madre escribió en su lecho de muerte, pero... no quiero ni imaginarme un mundo donde ella no sepa cuánto la amé.

Como dije antes, esto sería sobre mi vida, la cual ha sido bastante satisfactoria, comparada con la de mis hermanos. Antes que nada, debo decir que soy de una familia muy pobre. Vivía en el campo con mis padres y mis dos hermanos, los cuales se rehusaron a salir de aquella propiedad donde crecieron, aún tras enterrar a mi padre en el jardín por falta de un servicio funerario. Soy la menor de los tres, y tenía diecisiete cuando pasó. No me impactó,, pues tenía una vida poco saludable, entre el estrés de trabajar casi todo el día y tener que mantener una familia que ni siquiera quería. Mi madre, en cambio, dedicó todo su tiempo a criarnos y evitar que nos pasara lo mismo, de caer en la tentación del amor juvenil y entregarnos antes de tiempo a las garras de la madurez. Siempre la respeté, y fue mi ejemplo a seguir. Quienes la conocieron me dicen que soy la viva imagen de ella, pero siempre insisto en que compararme con ella es imposible; jamás seré tan buena y dedicada como ella lo fue. Aún siento que ella me cuida, pues creo que me vigila desde los cielos. No hay nada que ella pueda hacer con respecto a mi enfermedad tampoco. Es un defecto congénito, mas no venía de su lado de la familia. Si a mi padre no lo mataba su estilo de vida, lo haría su cerebro. Es bastante triste, el cuerpo humano es capaz de destruirse a sí mismo. Me gustaría, en ese caso, serle útil a alguien. Haber pasado tantas noches leyendo en la biblioteca del pueblo creo que fue la mejor opción, pues fue gracias a esto que tuve la oportunidad de ir a la ciudad y optar por un trabajo digno de un salario. No supe nada de mis hermanos sino hasta que tuve a mi hija. Voy a visitarlos frecuentemente, pero ellos no venían nunca. No fue sino hasta que empecé a perder capacidades que se dignaron a aparecer. De hecho, están en el salón de abajo, durmiendo. Mi esposo les buscó en el ático sábanas y las lavó. Después de todo, quieren estar con su hermana hasta el último momento de su vida. Se han puesto a llorar incluso frente a mi precioso pedazo de cielo, y ella fue quien los calmó. Al parecer, ella también es un reflejo de su abuela.

Mi vida en la ciudad, en sus inicios, fue bastante dura. Tuve que buscar un lugar donde vivir, y recurrí a un departamento algo sucio y de baja calidad en la zona baja. Vivía con otra chica que pagaba la mitad de la renta. Yo había agarrado un poco de lo que mi padre nos dejó tras su muerte, y fue con eso que logré encontrarla. Ella era bastante grosera, de mal carácter, pero buen corazón. Siempre estaba en la casa, y al parecer era su familia quien la mantenía. Me enteré de que ella había huido de casa, mas la encontraron a los días en la calla. Llegaron al acuerdo de hacerle llegar suficiente dinero para que pudiera vivir, pero se gastaba parte de eso en sustancias alucinógenas que poco a poco destruían su cerebro. Siempre intentaba que dejara de hacerlo, pero para lo poco que me escuchaba, siempre respondía que "todos terminan así en este mundo, miserables". No puedo contar las veces que la intentaba convencer de que todo saldría bien para ella en algún momento. Para ese entonces, yo trabajaba como cajera en un supermercado y me ganaba un sueldo pobre, pero suficiente para poder pagar mi mitad de la renta. Con el tiempo me ascendieron y mi sueldo aumentó. No era gran cosa, pero podía permitirme algunos lujos tontos propios de mi nuevo estilo de vida, como beber café en las mañanas y comprar algunos dulces en la tienda aprovechando el descuento de empleado, porque de ninguna otra forma sería capaz de hacerlo. Claro está, los víveres eran la prioridad, pero un poco de dulce no hace daño, ¿verdad? Al poco tiempo, mi compañera fue dejando las sustancias que la mantenían tumbada en el piso y encontró un trabajo en la misma tienda. Fue bastante raro ordenarle a una persona que vivía conmigo, pero no dañó nuestra relación. Ella sabía que era mi deber. Cuando por fin aumentaron mi sueldo, mi apretados gastos fueron soltándose más y más. Aún así, deje de permitirme mis pequeños caprichos y empecé a ahorrar. Jamás me desprendí del café, debo admitir. Es un hábito que incluso hoy conservo. Mi taza está vacía mientras escribo.

Hice amistades en la tienda, como era de imaginarse. A la hora del almuerzo nos reuníamos todos en la parte trasera de la tienda, donde nadie iba, y conversábamos todo el rato. Éramos una pequeña comunidad bastante unida. En especial, me gustaba un chico que era estudiante de economía. Era el novio de una de las trabajadoras que estaba ahí, y siempre se pasaban el almuerzo abrazados. Se apoyaban mutuamente: él no necesitaba tanto el dinero, sus padres pagaban sus estudios pero él quería un fondo para poder iniciar al terminar de estudiar, y ella era quien aportaba un dinero extra, además de compañía. Me hervía la sangre al pensar que ella estaba más tiempo con él del que yo podía, pues salían en la tarde del trabajo y yo me quedaba cubriendo el turno de la mañana y la noche. Sentía que no tenía tiempo suficiente para mía, y así era: apenas llegaba a casa preparaba la cena y me iba a dormir, solo para levantarme al día siguiente e ir a trabajar. Los fines de semana los pasaba sola, porque incluso Stephanie, mi compañera, tenía un novio con el que compartía mucho tiempo. Fue él quien la ayudó a dejar los hongos que consumía y las cosas que se inyectaba. Me sentía muy feliz por ella, y no por aquella chica que pasaba tiempo de calidad con Christian. No podía hacer mucho, más que un comentario para ser cruel de vez en cuando, que se tomaban como una broma. Yo reía también, aunque en mis adentros una tormenta se desataba. Jamás permití que esto afectara mi capacidad para rendir en el trabajo, pero dolía cada vez más y más. En la noche... no podía dejar de pensar en él. En su sonrisa, encantadora y llena de dulzura. En sus ojos, que mostraban la calma que lo caracterizaba. En él, que siempre tenía una respuesta dulce para cualquier dolor. Él simplemente era... perfecto. Y lo quería para mí. Aunque él no parecía estar dispuesto a dejarla.

No pasó mucho hasta que ella finalmente desapareciera. Sin más que decir, se fue de nuestras vidas. Fue bastante egoísta de su parte haber hecho tal acto de magia, pero más que nada le cayó con fuerza en el corazón a Christian. No fue a trabajar por tres días, lamentándose en su casa, preguntándose qué había hecho mal. Al ver no iba a trabajar en un buen tiempo, decidimos que lo iríamos a visitar en grupo, los trabajadores del supermercado. Jamás habíamos ido a su casa, pero no habían hecho una buena limpieza desde hace un tiempo en el lugar. Abrió de muy mala gana. Se había quedado dormido después de una noche en vela, al parecer. El televisor seguía encendido y estaba pasando un programa cuanto menos estúpido. No había licor, pues a él no le agradaba nada, pero sí algunas latas de gaseosas esparcidas por todo el lugar. Me entristecía mucho verlo en ese estado, así que me ofrecía cuidarlo hasta que estuviera mejor. Se rehusó un poco, pero al final logré estar con él por una semana. Fue tiempo más que suficiente para que pudiera mejorar. Tuve que dejar el turno de la noche durante esa semana para poder asistirlo, pues él no parecía tener ganas de ir a trabajar. Limpié la casa tres veces en el poco tiempo que me quedé a dormir; el orden no es lo suyo. Apenas llegaba, iba a su cuarto para encontrarlo con el televisor encendido y cubriéndose con las sábanas con los ojos ligeramente rojos y húmedos, como si fuera a llorar o recién terminara de hacerlo. Intentando reconfortarlo, los primeros dos días casi no hablaba, pero al transcurrir la semana su voz se dejó oír. Algo entrecortada por el trauma que acababa de sufrir, pero aún así teníamos cortos diálogos.

Me alegré mucho cuando me abrazó para que me quedara un día más cuando se había acabado mi tiempo ahí. Al parecer, se acostumbró a mi presencia más rápido de lo que creí. Supongo que hacía de sustituta para su amorosa novia, quien se fue sin rastro. No me molestó en lo absoluto seguir limpiando su desastre, o cocinar en la noche y dejarle una nota diciendo que lo recalentara en la mañana. Mi recompensa era mayor: su sonrisa al verme llegar para que le contara mi día, o su primer día de regreso en el trabajo. Lo recibimos con mucha alegría, y hasta nos permitieron hacerle una pequeña celebración al final del día. Claro está, por haber faltado tanto tiempo al trabajo terminó despedido, así que moviendo influencias logré que lo contrataran otra vez, pero tendría que comenzar todo desde cero. Sus ahorros estaban casi intactos, y sus ingresos mensuales no cambiaría mucho con respecto a lo que cobraba antes. Sí, era el mismo de antes, pero en lugar de su exnovia acompañándolo en los almuerzos, estaba solo. No ocupé su lugar porque sería demasiado pedir, ni me mudé con él aunque di a entender esto; visitaba su casa antes de ir a la mía porque vivía cerca del supermercado, y cuando Stephanie salía con su novio, me iba a darle otra ronda a Christian para luego ir al turno nocturno.

En una de esas tardes al terminar mi primera mitad del día, empezó a contarme lo mucho que ella significaba para él. Con el pasar de los días me fui enterando de los detalles. Los escribiré para que sepan qué clase de persona era ella. No quiero que piensen mal de una persona tan amable y sencilla. Habían sido novios desde que tenían 19 años los dos. Se llevaban tres meses de diferencia en la edad y cuando terminaba el cumpleaños de ella, planeaban el suyo. Ella no era la clase de persona que hacía mucho ejercicio, pero cuidaba su figura haciendo dieta y lo obligaba a hacer lo mismo. Además, su relación era muy unida. Se contaban todo, y los secretos no cabían en la unión que tenían ambos. Desde que ella se había mudado, dependió completamente de sus habilidades de cocina y limpieza. Había olvidado por completo cómo hacer esas cosas; dos años viviendo así lo tenían mimado. No salían mucho, se quedaban en casa durante sus ratos libres leyendo el periódico y comentando, o jugando crucigramas y sopas de letras. Ambos estudiaban en la tarde, llegando cansados en la noche, preparándose para trabajar en el día. Siempre fueron muy tranquilos. Las noches las pasaban estudiando, mas no juntos: él en la sala y ella en su cuarto. Sus áreas de estudio eran completamente opuestas: como ya mencioné, él se dedicaba a la Economía. Sin embargo, ella optó por Ingeniería Química. Eso no importa demasiado en este momento. El punto es que su casa era harmoniosa, y su desaparición los tomó a todos por sorpresa.

Siendo sinceros, la chica debió tener más actividad física. Bueno, nunca adivinaría la forma en la que terminaría su vida, pero tampoco está mal mantenerse en forma por si alguien llega a atacarte al salir de compras. Fue verdaderamente fácil, era una mujer muy delgada y débil. Sólo tuve que darle un golpe para derribarla y azotar repetidamente su cabeza contra el suelo. Se intentó defender como era esperado, y aunque salí algo herida, no fue nada grave. Debido a lo ligera que era, llevarla hacia la fábrica abandona no me dio problemas. Con una sierra corté su cuerpo en varios pedazos, y el montón de sangre me resultó un poco repulsivo. La metí en bolsas de basura y me deshice de ella unos días más tarde en un lago a las afueras de la ciudad. Puse rocas de tamaño considerable para que se hundiera, así tardarían mucho en encontrarla. Con un coche se pueden hacer muchas cosas, ¿sabías, querida hija? Creo que debo borrar este pequeño párrafo, o al menos tacharlo. Estoy usando tinta, qué tonta soy. Este no sería un buen ejemplo para mi pequeña, mucho menos con los detalles que acabo de dar. ¿En qué estaba pensando? Si bien toda mujer que se considere madre debe estar dispuesta a matar por un amor al menos una vez en su vida, pero... eso debe descubrirlo por su cuenta. Ya verá cuando esté enamorada de lo que es capaz. Yo no tenía ninguna otra forma de acercarme a él, pues de ninguna manera ella se alejaría de Christian. Sí, definitivamente hice lo correcto. Ahí está él, durmiendo en el sofá. Nuestra relación duró lo suficiente como para que, de mis semillas, floreciera una niña tan linda como la que duerme junto a mí.

A veces, cuando sus mejillas se ponen rojas, me parece que es tan hermosa como una rosa que acaba de florecer.



Flor
[Lista de relatos]


Pimer relato: Espinas

Segundo relato: Espinas de brugmansia

Tercer relato: Espinas de acónito

Cuarto relato: Semillas

Quinto relato: Semillas de angélica

7
Literatura y Fan Fiction / Undécimo concurso de relatos PxP [Resultados]
« en: 05 de Agosto de 2013, 07:28:34 am »
Este concurso de relatos ha sido bastante extraño. Las entradas tenían temas bastante... particulares. ¡Pero no por eso ha sido malo! Lastimosamente, tenemos empates en el segundo y tercer puesto. Espero que se hayan divertido con este concurso, que es lo más importante~

Bien pues, toca revelar a los ganadores.

En el tercer lugar, empatando cada relato con tres votos, tenemos a...~

Spoiler: mostrar
...¡Hecty, por su conmovedor relato de "El Doctor Maravillas", y a Maestro Arena, nuestro miembro del Staff favorito, con su relato "Regreso"!  ...                      Ya, lo dije. ¿Podrías bajar el arma?[/spoiler]

En el segundo lugar, con cuatro votos cada relato, están los participantes...~

Spoiler: mostrar
...                     ~         ...¡Chinpo, por su relato "Agonizando bajo la lluvia", y Alliare, con su relato sin nombre -el primero-!                              :D[/spoiler]

Por último, el tan esperado primer lugar, aclamado por la crítica, está...~

Spoiler: mostrar
*Redoble de tambores*           ...         el público no puede esperar...                                                                            ¿a que es molesto?                     ...                     ¡Nuestro administrador, Melkor, por su relato "Recuerdos"!  [/spoiler]

Al ganador mencionado arriba se le otorgará la Cinta Historia y un lugar en el Hall de la Fama de Literatura y Fanfiction. Lastimosamente, no se puede colocar a dos personas en un solo pedestal, por lo que se hará una ronda de eliminación para que elijan al segundo y tercer lugar.







Spoiler: Relato #1 • mostrar
Alan recogió con mirada absorta la última de las flechas antes de meterlas en su carcaj correspondiente. Satisfecho con su labor, se puso en pie y se disponía a llevarlos a su lugar, junto con los arcos que los hombres del príncipe habían estado usando en el entrenamiento vespertino, cuando una mano se posó sobre su hombro. Sobresaltado, dejó caer su carga, al tiempo que se volvía.
-¡Ah! -Caelyn, una kael'athur del ejército, se echó hacia atrás ante su repentina respuesta-. Perdona, Alan, no quería asustarte. Su alteza me encargó que te diera este mensaje -rápida como el rayo, la joven deslizó un trozo de pergamino lacrado en uno de los pliegues de su camisa y desapareció.
Ya estaba el príncipe con sus jueguecitos... -rió el chico, sacudiendo la cabeza mientras recogía las desparramadas armas-. Si quería decirle algo a uno de sus sirvientes, hubiera bastado con enviar con la nota a un simple mensajero, ¡no a un miembro de la orden de los mejores espías del Imperio! Pero la familia real siempre había tenido ciertas... particularidades en lo tocante al uso de sus privilegios. Y, si Su Alteza Imperial el Serenísimo Príncipe Tristán deseaba encontrar otro trabajo a sus subordinados en tiempos de paz, ¿quién era él para contradecirlo?
<<Por lo que a mí concierne, podría encontrarme trabajo a mí quitándole las botas>>

Unos minutos más tarde, en la soledad del cobertizo donde se guardaba el armamento, Alan se sentó sobre un cofre destartalado y rompió el lacre del mensaje con las uñas. Alisando cuidadosamente el pergamino sobre una rodilla vestida por unas calzas de lienzo barato, comenzó a leer:
>>A quien corresponda:
Menuda forma de comenzar una misiva... aunque, bien mirado, no era de extrañar. Alan no podía comprender qué en la manera de comportarse de Caelyn le había hecho pensar que la carta estaba dirigida a él personalmente. Probablemente, el príncipe sólo le había dicho que se la entregara al primer criado localizable.
>>Pese a la poca anticipación de este aviso, confío en que sabrás complacerme. Necesitaré de tus servicios esta noche, después del cambio de turno de los guardias que tiene lugar cuando se apagan las antorchas de la tienda oeste. Estaré en el claro alrededor del tocón cortado. No tardes.
Tristán, segundo príncipe de Ekleia

Bien, si antes había creído que los nobles, y muy especialmente, la realeza, habían perdido hace mucho el contacto con el mundo real; ahora tenía la prueba fehaciente de ello. ¿Qué, en nombre de las cinco divinidades del mal, podía querer de él su amo y señor a horas tan tardías en un claro que, cuanto menos, distaba doscientos metros del campamento principal? Pero lejos de él cuestionar a uno de sus superiores...

-----------------------------------------------------------

Los pálidos rayos de luna se reflejaban sobre las hojas de los árboles que rodeaban el claro que Tristán había es cogido. Apoyado en el tocón hendido, el príncipe observó con satisfacción cómo una silueta se perfilaba entre los troncos y se acercaba lentamente, hasta detenerse a unos pasos de él y echar rodilla a tierra.
-Alteza...
Una sonrisa iluminó sus habitualmente severas facciones.
-Levántate, Alan -no le pasó inadvertida la sorpresa del chico al ver que conocía su nombre-. Es ya pasada la medianoche y, como comprenderás, estoy para pocas formalidades-. Al no obtener respuesta, se animó a proseguir-. Soy un soldado, Alan. Un guerrero, no un cortesano. Suelo conseguir lo que quiero sin hipocresías ni medias verdades. Por eso te he hecho venir.
Alan lo miró, vacilante.
-Y... ¿qué queréis, alteza?
Tristán sonrió, se acercó a él, levantó su cara y acercó sus labios a los suyos.
-Sólo lo que tú quieras darme.


Spoiler: Relato #2 • mostrar
El viajero, que respondía al nombre de Hathan, se escondía bajo las cornisas de las casas, salpicadas de luz gracias a los candiles de aceite que estaban colgados de las paredes aquí y allá; así se protegía, al menos, de la lluvia que caía sin piedad, golpeando contra el pavimento adoquinado en aquella calle que, de noche y con la espesa cascada de agua que nublaba totalmente la visión.

Desesperadamente buscaba algún edificio que desprendiese alguna luz, pues eso le daría a entender que era una posada. No quería pasar la noche al raso, no debía hacerlo, ni tener que salir de la ciudad, a buscar refugio en un bosque que no le era conocido fuera de los caminos, en el cuál aunque encontrase una cueva no sería capaz de encender un fuego porque sus aparejos se habían mojado.

Tras un tiempo indeterminado en el cual, por culpa de la lluvia y el viento en contra, apenas recorrió tres calles al contadas, pudo ver un cartel metálico con una especie de cabeza de lagarto metida en una marmita. Encima, unas letras talladas sobre el metal le decían que se encontraba en la posada de El Dragón Cocido. Sacando fuerzas de flaqueza pese a las horas de caminata sin descanso y al tiempo que le entorpecía, se apresuró a llegar a la puerta de la posada, que estaba a unos cinco metros. Pese a la proximidad, le costó bastante llegar hasta la puerta de la fonda, recorriendo los cinco o seis escalones en lo que se le antojó un esfuerzo titánico

- ¿Quién va? – preguntó el posadero al escuchar los golpes de Hathan, que sonaban fuertes en la puerta de madera maciza pese a su evidente falta de fuerza
- ¡Necesito hospicio…! – exclamó, agarrándose con firmeza al armatoste, pues el viento amenazaba con llevárselo por los aires. El posadero abrió la puerta.
- Pero… ¡Por todos los dioses! ¿En qué estás pensando saliendo con este tiempo? – el ventero, un hombre de unos cincuenta años bastante bien llevados, se apresuró a arrastrar a Hathan hacia dentro para que no se fuese el calor, negando con reproche.

Una vez dentro, Hathan se dejó caer en el suelo de madera, y por poco no cayó rodando por los escalones que daban entrada a la primera sala del mesón.

- Veo que no tienes fuerzas ni para responder, joven… - el viejo no se preocupó por Hathan; simplemente se dirigió a la cocina y le trajo su cena: pan, carne seca y cerveza aguada, ninguna de las tres en gran cantidad -. No tengo nada más que ofrecerte, y tampoco tengo habitaciones, por eso hoy dormirás en el establo. En un rato tendrás todo lo necesario. Ya arreglaremos cuentas mañana por la mañana. Levántate y come - le ordenó el horondo tabernero, y Hathan obedeció como pudo.

- Se lo agradezco - declaró el viajero, con las manos apoyadas en la barra.
- No hay de qué. Soy un posadero y mi deber es abrir la puerta a todo aquél que llame. Ahora ve a descansar, estoy seguro de que lo necesitas. Buenas noches.
- Buenas noches, señor – se despidió Hathan, dirigiéndose a los establos. Guiándose por el olor, supo dónde estaban sin las indicaciones del viejo.

En el establo vio perfectamente el lugar donde debería dormir, pues había encendido un pequeño fuego. Al lado del fuego había un cubo de agua, pero Hathan no lo empleó, simplemente apartó los maderos que aún estaban sanos y dejó que el fuego consumiera el resto. Se desnudó, se tumbó en el heno y se tapó con la manta sin siquiera desnudarse. Mañana sería otro día.



Relato #1: IV
Relato #2: II

8
Literatura y Fan Fiction / [Relato] Espinas de acónito
« en: 26 de Julio de 2013, 09:11:52 am »


Me acerco a ti por última vez, querido diario. Quiero decirte lo mucho que te estimo por ser el único que no me ha criticado, ni ha intentado herirme. Eres el fiel amigo al que le puedo contar todo, al que se le puede abrir el corazón con toda la sinceridad que me es posible, sin ocultar ningún detalle. Es por eso que quiero que seas el último en escuchar mis palabras, y por mucho que lo lamente, mi vida ha sido un completo caos. No culpo a nadie, porque como te he dicho varias veces soy una inútil. Páginas y páginas llenas de los desvaríos de una lunática, de los varios asesinatos que llevé a cabo. Y sin embargo no me llamas extraña, ni intentas huir. De verdad... lo siento, compañero. Pero no es momento de llorar, quiero que celebres mi despedida. No es un adiós definitivo, volveré algún día. Y entonces podrás hablarme, contarme tus experiencias, lo que opinas de las mías. Después de todo, cada flor llega a su fin, y como rosa que soy me llegó la hora. Pero una flor, al morir, se convierte en otra. ¿No es maravillosa la naturaleza? Algún día me volverás a ver, esta vez como una flor distinta. ¿Cuál te gusta más?

Aún recuerdo el primer día que vi a aquel hombre del que me enamoré perdidamente. Tenía apenas veinticinco años, pero él logró cautivar a esta alma dedicada a los negocios. Era uno de mis trabajadores, y siempre lo veía llevando papeles de un lado a otro. No me acercaba a él porque no tenía tiempo, pero en mis cortos descansos lo buscaba con esmero, intentando que me notara. Claramente eso no funcionó por un tiempo, e incluso su rendimiento en el trabajo iba disminuyendo poco a poco. Si bien esto no se notaba al principio, al cabo de unos meses aquel hombre tan alegre y puntual se había reducido a una masa viviente con cara larga. El corazón se me rompía de tan solo verlo, pues mi hombre soñado sufría una pena aún mayor de la que me podía imaginar. Siempre llevaba su anillo de casado, pero no lo había notado sino hasta que empezó a verlo en sus descansos melancólicamente. Sus compañeros de seguro sabían qué le pasaba, pero nuestras áreas de trabajo estaban muy lejos. Así pues, decidí darle un ascenso para ver si así se animaba, y para encubrirlo ascendía a varias personas que también se lo merecían. Su ánimo no mejoró, e iba empeorando conforme avanzaba el tiempo. Me desesperé, ¿qué debía hacer para que se alegrara? Lo fui acercando más y más a mí, hasta que finalmente fue mi secretario. ¿Cómo no se me ocurrió, si el trabajador más cercano a un ejecutivo es su secretario, fiel persona que lo asiste? Son el equivalente a un diario, pero tranquilo, a ti no te reemplazará nadie.

Nos íbamos haciendo más cercanos a paso lento, aunque él no mostraba mucho interés en una chica cinco años menor que él. Parecía como que no encontraba mis conversaciones como "interesantes". Se rehusaba a comer los almuerzos conmigo o alguno de sus compañeros de trabajo, se aislaba más y más. Esto no podía seguir así, y me atreví a preguntarle la razón por la que siempre andaba con una cara tan larga y triste. No me respondió inmediatamente, sino que lo pensó por un tiempo. De seguro no confiaba en mí sus datos personales, pero tenía que desahogarse con alguien. Ese día, en medio de la oficina a la hora de comer, estalló en un llanto desesperado, triste, lleno de rabia y dolor. Me explicó entre sollozos que su esposa había sido asesinada, pero no de una forma sencilla, sino que habían destrozado su rostro vilmente. Su descripción me sonó muy familiar, por lo que puedo recordarla fácilmente: "la mitad de su cráneo fue molida a golpes, y la otra podía ser reconocida fácilmente. Estaba llorando, por lo que puedo recordar de su expresión. El resto de su cuerpo presentaba varias marcas de golpes, los que parecían ser de un látigo. Se determinó que eran ante-mortem, y que había sido torturada. Esa noche ella no había llegado a casa, y en la mañana me preocupé. Si hubiera... sabido..." Esto me lo dijo en el tono más bajo que pudo; claro está, no fue en el mismo lugar que estalló en llanto, sino que en su casa, porque le di el día libre y me fui para consolarlo. En cierta forma estaba emocionada porque iría a su casa, pero temía encontrarme con su esposa. Obviamente, ella no estaba, pero tenía una urna donde guardaba sus cenizas. Era mejor quemar el cuerpo que enterrar aquel cadáver destrozado. En el mismo estante estaba una dedicatoria, pero no logro citar con exactitud lo que decía. Sólo recuerdo el primer nombre de la mujer: Rachel. Qué raro.

Me rompió el corazón verlo así. Lloré junto a él por varias horas. Era lo menos que podía hacer por Michael, que por cierto, así se llamaba. Me quedé en su casa toda la tarde, escuchando lo mucho que la extrañaba, y cuánta falta le hacía aquella mujer con la que se había casado apenas un años antes de su muerte. Sentí pena, y en cierta forma odio por la persona que le hizo tanto daño a la vida de él, pero por Rachel no tanto, pues su ausencia me sirvió para acercarme a mi amor. ¿Qué puedo hacer? Soy una persona terrible, y siempre lo he sido. Aunque destaco el último año como el peor de todos en mi vida. Aquella sombra asomándose por el balcón lo confirma, o los miles de olores pútridos que inundan la sala. La verdad no me molestan, pues me acostumbré a ellos. Aunque caminar entre la sangre no es agradable una vez que está seca. En cualquier caso, me fui de su casa en la noche, intentando no molestarlo más por el día. No se presentó al trabajo a la mañana siguiente, pero no lo culpé y me encargué del trabajo yo sola. Unos días más tarde me explicó que se había emborrachado, y por supuesto le perdoné el día que faltó -no sin antes darle una pequeña amonestación, nada grave-. Con el paso del tiempo fue recobrando su alegría, mas mantuvo el hábito de ver su anillo, esta vez sonriéndole porque le deseaba lo mejor a su mujer en donde estuviera, si es que hay un más allá. Yo también sonreía al verlo, pero por razones distintas. Me dediqué a mantener esa sonrisa en su rostro. Mis idas a su casa se hicieron más y más constantes, y viceversa. Nos hacíamos buenos amigos.

Finalmente, en el aniversario de su muerte, cayó rendido ante mí. El licor y las caricias pudieron más que el dolor, y nuestros cuerpos se hicieron uno. Aquella noche fui... feliz. Feliz por primera y, debo decir, única vez. Como fruto de aquella unión momentánea se empezó a gestar una semilla dentro de mí, la que será mi sucesora. Ella, puedo asegurarlo, es la flor que me reemplazará. Así que dime, querido diario, ¿qué clase de flor debería ser? ¿Una rosa, hermosa pero espinosa? ¿Una flor de daphne, preciosa y delicada? ¿O debería ser... acónito, reina de los venenos? Espero que ella pueda decidir por su cuenta, o incluso con tu ayuda, amigo. Confío en que le contarás todo lo que sabes sobre mí a aquella chica cuyo destino está por ser trazado. Espero que no le afecte crecer lejos de mí, en un orfanato. Después de todo, sus dos padres están muertos. Uno de ellos físicamente, el otro por dentro. Y aquel que sigue en este mundo se arrepiente de seguir en él tras haberse deshecho de aquel hombre al que amó, porque en efecto, lo asesiné. No quería, pero no tenía otra opción. Fue la única vez que asesiné para defenderme, e intenté mantener el cuerpo en el mejor estado que me fue posible después de que él... me... traicionara.

Esa misma noche, entre lágrimas y risas, me mostró la foto que tenía de su esposa. Resultó ser que ella era Rachel Smith, una de mis excompañeras de clase. Fue la primera de las chicas en reírse cuando me tumbaron en medio del patio para patearme. A esa chica le juré venganza entre susurros y risas, murmullos y golpes. Puede que no me haya escuchado, pero por lo menos lo cumplí. El único punto negativo fue que tuve que hacerle lo mismo a aquel hombre. A Michael, a quien amé. Sentí odio por haber amado a aquel hombre. Sentí pena por él, por haber perdido a su esposa y ser asesinado por su amante. Sentí tristeza por haberme deshecho del único ápice de felicidad que sentí en mi vida.

Pero más importante aún, sentí un gran vacío en mi pecho atravesando todo mi ser.

Eso a día de hoy no importa. Ya he asesinado a todos los que me hicieron la vida triste, y puedo descansar. Sé que mis memorias seguirán por toda la eternidad en ti, en tu fiable memoria, donde guardarás mis palabras como fiel amigo. No me siento triste, pues esta es la última aventura que te contaré, y espero que se la transmitas a mi querida flor de acónito. Lo más irónico de la situación no es que esto termine en suicidio, sino que mi corazón se detendrá a causa de la flor que me va a sustituir. Debo admitir que el té de acónito es muy dulce.

Con cariño para mi amada hija y mi fiel amigo,
Rosa



Flor
[Lista de relatos]


Pimer relato: Espinas

Segundo relato: Espinas de brugmansia

Tercer relato: Espinas de acónito

Cuarto relato: Semillas

Quinto relato: Semillas de angélica

9
Literatura y Fan Fiction / Undécimo concurso de relatos PxP [Votaciones]
« en: 12 de Julio de 2013, 10:15:10 am »
El profesor seguía colocando los relatos que sus alumnos habían escrito en el tablón de anuncios. Eran muchos, más de los que él creía que tendría. Todos estaban ansiosos por ver lo que el resto había escrito, y según el profesor todos podrían votar para determinar la nota de los demás. Un sistema injusto, decían algunos, pero los que más amigos tenían se sentían muy seguros, sabían que no leerían lo que habían hecho, con sólo ver su nombre su nota aumentaría cada vez más y más. Todavía estaban esos que esperaban por un trato justo, pero viendo que todos los populares sonreían sus estómagos se sentían mal, muy mal, deben admitir.

Era un día caluroso, como en el que se les asignó aquella tarea. Era el último al que tendrían que asistir, y de resto serían vacaciones. ¡Qué emoción! Al final del día tendrían las notas definitivas de esta materia, y además podrían recoger las notas del curso. Ah, podían oler el verano acercarse. Tan sólo un día más con ese profesor...

Finalmente, el hombrecito salió de la sala de profesores -la cual había sido tomada para esta evaluación- y anunció a los alumnos que esta evaluación no sería como creían.



  • Los relatos estarán puestos sin orden alguno. Es decir, no se tomará en cuenta el orden de llegada o los títulos. Además, no tendrán el nombre del usuario que lo envió. Esto con el fin de tener una competencia justa eliminando los votos de las personas que se llevan bien entre sí.
  • Como se especificó antes, todos los que enviaron un relato están obligados a votar. Aquellos concursantes que, sin embargo, no pudieron enviar su entrada, no tienen que votar, pero si quieren, pueden.
  • El plazo para enviar un voto es de tres semanas. Eso es, desde hoy 12 de julio, hasta el 2 de agosto del año en curso.
  • Pueden votar como máximo a dos relatos. Para ello, escriban el número del relato -serán puestos a continuación- y den una pequeña reseña de por qué quieren darle su voto.
  • Para finalizar, el ganador del concurso se llevará la Cinta Historia y, junto al segundo y tercer lugar, un puesto en el Hall de la Fama Pokéxperto de Literatura y Fanfiction.
Los relatos

Spoiler: Número 1 • mostrar

Alan recogió con mirada absorta la última de las flechas antes de meterlas en su carcaj correspondiente. Satisfecho con su labor, se puso en pie y se disponía a llevarlos a su lugar, junto con los arcos que los hombres del príncipe habían estado usando en el entrenamiento vespertino, cuando una mano se posó sobre su hombro. Sobresaltado, dejó caer su carga, al tiempo que se volvía.
-¡Ah! -Caelyn, una kael'athur del ejército, se echó hacia atrás ante su repentina respuesta-. Perdona, Alan, no quería asustarte. Su alteza me encargó que te diera este mensaje -rápida como el rayo, la joven deslizó un trozo de pergamino lacrado en uno de los pliegues de su camisa y desapareció.
Ya estaba el príncipe con sus jueguecitos... -rió el chico, sacudiendo la cabeza mientras recogía las desparramadas armas-. Si quería decirle algo a uno de sus sirvientes, hubiera bastado con enviar con la nota a un simple mensajero, ¡no a un miembro de la orden de los mejores espías del Imperio! Pero la familia real siempre había tenido ciertas... particularidades en lo tocante al uso de sus privilegios. Y, si Su Alteza Imperial el Serenísimo Príncipe Tristán deseaba encontrar otro trabajo a sus subordinados en tiempos de paz, ¿quién era él para contradecirlo?
<<Por lo que a mí concierne, podría encontrarme trabajo a mí quitándole las botas>>

Unos minutos más tarde, en la soledad del cobertizo donde se guardaba el armamento, Alan se sentó sobre un cofre destartalado y rompió el lacre del mensaje con las uñas. Alisando cuidadosamente el pergamino sobre una rodilla vestida por unas calzas de lienzo barato, comenzó a leer:
>>A quien corresponda:
Menuda forma de comenzar una misiva... aunque, bien mirado, no era de extrañar. Alan no podía comprender qué en la manera de comportarse de Caelyn le había hecho pensar que la carta estaba dirigida a él personalmente. Probablemente, el príncipe sólo le había dicho que se la entregara al primer criado localizable.
>>Pese a la poca anticipación de este aviso, confío en que sabrás complacerme. Necesitaré de tus servicios esta noche, después del cambio de turno de los guardias que tiene lugar cuando se apagan las antorchas de la tienda oeste. Estaré en el claro alrededor del tocón cortado. No tardes.
Tristán, segundo príncipe de Ekleia


Bien, si antes había creído que los nobles, y muy especialmente, la realeza, habían perdido hace mucho el contacto con el mundo real; ahora tenía la prueba fehaciente de ello. ¿Qué, en nombre de las cinco divinidades del mal, podía querer de él su amo y señor a horas tan tardías en un claro que, cuanto menos, distaba doscientos metros del campamento principal? Pero lejos de él cuestionar a uno de sus superiores...

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Los pálidos rayos de luna se reflejaban sobre las hojas de los árboles que rodeaban el claro que Tristán había es cogido. Apoyado en el tocón hendido, el príncipe observó con satisfacción cómo una silueta se perfilaba entre los troncos y se acercaba lentamente, hasta detenerse a unos pasos de él y echar rodilla a tierra.
-Alteza...
Una sonrisa iluminó sus habitualmente severas facciones.
-Levántate, Alan -no le pasó inadvertida la sorpresa del chico al ver que conocía su nombre-. Es ya pasada la medianoche y, como comprenderás, estoy para pocas formalidades-. Al no obtener respuesta, se animó a proseguir-. Soy un soldado, Alan. Un guerrero, no un cortesano. Suelo conseguir lo que quiero sin hipocresías ni medias verdades. Por eso te he hecho venir.
Alan lo miró, vacilante.
-Y... ¿qué queréis, alteza?
Tristán sonrió, se acercó a él, levantó su cara y acercó sus labios a los suyos.
-Sólo lo que tú quieras darme.


Spoiler: Número 2 • mostrar


Agonizando bajo la lluvia

El viajero, que respondía al nombre de Hathan, se escondía bajo las cornisas de las casas, salpicadas de luz gracias a los candiles de aceite que estaban colgados de las paredes aquí y allá; así se protegía, al menos, de la lluvia que caía sin piedad, golpeando contra el pavimento adoquinado en aquella calle que, de noche y con la espesa cascada de agua que nublaba totalmente la visión.

Desesperadamente buscaba algún edificio que desprendiese alguna luz, pues eso le daría a entender que era una posada. No quería pasar la noche al raso, no debía hacerlo, ni tener que salir de la ciudad, a buscar refugio en un bosque que no le era conocido fuera de los caminos, en el cuál aunque encontrase una cueva no sería capaz de encender un fuego porque sus aparejos se habían mojado.

Tras un tiempo indeterminado en el cual, por culpa de la lluvia y el viento en contra, apenas recorrió tres calles al contadas, pudo ver un cartel metálico con una especie de cabeza de lagarto metida en una marmita. Encima, unas letras talladas sobre el metal le decían que se encontraba en la posada de El Dragón Cocido. Sacando fuerzas de flaqueza pese a las horas de caminata sin descanso y al tiempo que le entorpecía, se apresuró a llegar a la puerta de la posada, que estaba a unos cinco metros. Pese a la proximidad, le costó bastante llegar hasta la puerta de la fonda, recorriendo los cinco o seis escalones en lo que se le antojó un esfuerzo titánico

- ¿Quién va? – preguntó el posadero al escuchar los golpes de Hathan, que sonaban fuertes en la puerta de madera maciza pese a su evidente falta de fuerza
- ¡Necesito hospicio…! – exclamó, agarrándose con firmeza al armatoste, pues el viento amenazaba con llevárselo por los aires. El posadero abrió la puerta.
- Pero… ¡Por todos los dioses! ¿En qué estás pensando saliendo con este tiempo? – el ventero, un hombre de unos cincuenta años bastante bien llevados, se apresuró a arrastrar a Hathan hacia dentro para que no se fuese el calor, negando con reproche.

Una vez dentro, Hathan se dejó caer en el suelo de madera, y por poco no cayó rodando por los escalones que daban entrada a la primera sala del mesón.

- Veo que no tienes fuerzas ni para responder, joven… - el viejo no se preocupó por Hathan; simplemente se dirigió a la cocina y le trajo su cena: pan, carne seca y cerveza aguada, ninguna de las tres en gran cantidad -. No tengo nada más que ofrecerte, y tampoco tengo habitaciones, por eso hoy dormirás en el establo. En un rato tendrás todo lo necesario. Ya arreglaremos cuentas mañana por la mañana. Levántate y come - le ordenó el horondo tabernero, y Hathan obedeció como pudo.

- Se lo agradezco - declaró el viajero, con las manos apoyadas en la barra.
- No hay de qué. Soy un posadero y mi deber es abrir la puerta a todo aquél que llame. Ahora ve a descansar, estoy seguro de que lo necesitas. Buenas noches.
- Buenas noches, señor – se despidió Hathan, dirigiéndose a los establos. Guiándose por el olor, supo dónde estaban sin las indicaciones del viejo.

En el establo vio perfectamente el lugar donde debería dormir, pues había encendido un pequeño fuego. Al lado del fuego había un cubo de agua, pero Hathan no lo empleó, simplemente apartó los maderos que aún estaban sanos y dejó que el fuego consumiera el resto. Se desnudó, se tumbó en el heno y se tapó con la manta sin siquiera desnudarse. Mañana sería otro día.
[/spoiler]

Spoiler: Número 3 • mostrar

Oía bailar a los espíritus con una celeridad sorprendente a pesar de que el día que se pronunciaba hoy era triste. Triste para los vivos, para aquellos que tienen corazón, para aquellos que sienten emociones. Pero la empatía no es la cualidad más trabajada de los espíritus, ellos se reían de los seres vivos a los que su Dios les abandono, a aquellos a los que condeno a un futuro oscuro. La pista de baile estaba decorada de todo tipo de cuerpos, cuerpos destripados y muchos más. Era una fiesta de carne, sangre y desesperación, los cuerpos que tenían cabeza se levantaban, anunciando una era. Una era en que los muertos gobernarían y los vivos serían asesinados y devueltos a una vida guiada por los instintos asesinos.


Spoiler: Número 4 • mostrar


Un día...

El hombre despertó cubierto de paja y heno. Sus manos estaban atadas al árbol que había detrás de él, por lo que no pudo sacudirse toda la porquería que tenía encima y decidió gritar para ver si alguien le escuchaba y acudía en su ayuda. Pero nadie le hacía caso alguno. Así que, derrotado, se volvió a arrodillar sobre los sacos de cereales y alzó la vista. Al ver que no había nadie se tumbó durante cinco minutos y repitió el proceso. Pero no había ni una sola persona. El hombre hizo esto varias veces sin obtener nada. Tras varios intentos en vano, se acurrucó cerca del tronco donde estaba atado y volvió a dormirse.

Amaneció pronto, el hombre aún permanecía dormido. Un anciano se plantó ante él con un lienzo y un caballete que usó para apoyar aquel trasto. Se sentó en una roca y contempló durante horas el dormir del hombre. Sin soltar una palabra. Ni tan siquiera respirar. Hasta qué al fin, despertó. El anciano se tocó la larga y gris barba y se puso en pie. Colocó sobre su pelada cabeza una boina y se armó con un pincel, preparándose así para comenzar a pintar. El hombre, que se había despertado hace apenas unos segundos, le miró con atención.

- ¿Es usted el que me ha amarrado al tronco de esta encina?

El viejo carraspeó y se limitó a sonreír, como si la respuesta fuese obvia. Sin haber cogido nada de pintura comenzó a frotar el cuadro con ímpetu, muy fuerte, con su pincel. Poco a poco, la copa de aquella encina fue desvaneciéndose. Las manos del joven adormecido, atadas a las ramas, también desaparecieron. El anciano hizo una pausa y miró al joven con unos ojos maquiavélicos, de esos que te intimidan al instante. El hombre intentó gritar, pero una pincelada del anciano sobre el lienzo, le dejó sin labios con los que hacerlo. Así que tras aceptar lo que sería su ejecución, cerró lo ojos e intentó dormirse para no sentir su muerte.[/spoiler]

Spoiler: Número 5 • mostrar

Aquella lluviosa tarde de Mayo, de nuevo, tocaba ensayo. Los actores, con edades comprendidas entre ventimuchos y treintaypocos trabajaban como locos en aquel teatro con una notable desgana, algo comprensible, siendo viernes, deseaban recoger y acabar pronto.

- Nada, no me sale bien la escena - María, era lo que decía.

Elena evitó reír, ya que creía, que en esto de actuar, María no es que fuera muy buena.

Miguel, que la obra lideraba, les comunicó:

- Mejor que hagamos el último descanso ahora, ensayamos un poco el punto la escena de la habitación, nos ponemos otra vez en acción y recogemos, que no estamos hoy con muchas ganas, así que, una vez hecho eso, todos fuera. - Dijo él.

Marcos se rió por lo bajo, sabe que a Miguel, en mandar es un experto, pero a la hora de actuar, se escaquea el primero. En la obra tenía un papel prácticamente anecdótico, de hecho.

Durante el descanso, evitaban hablar del trabajo, es importante desconectar, aunque sean unos minutos nada más, es lo que opinaban, ese día, tampoco mucho había de que comentar.

Por efecto del tiempo, el descanso propuesto terminó, y se pusieron de nuevo a ensayar. Quedando poco para terminar y tras haber estado cuatro horas allí, no se les podía exigir más.

Los actores siguieron actuando, excepto Miguel, que a todos, estaba supervisando.

Tras un tiempo, el momento de terminar llegó. Se pusieron todos a recoger (excepto Miguel, que hacía como que observaba y lo evitó hacer, típico en él)

Acordaron en ir de cena todos, el lluvioso tiempo no daba para más, así aprovechaban las ocho y tantas de la noche que eran.

Estaban ya bajando del escenario para partir, cuando Valentina se puso a decir:

- Esperadme, que, al baño he de ir.

Cuando Valentina volvió, parecía muy nerviosa , de una forma escandalosa llamó a  los demás, ni que hubiera visto un fantasma, algo importante tenía que anunciar.

En efecto, dirigió a los demás a la macabra escena que al parecer, acababa de ver. Al lado de uno de los baños y próxima la entrada trasera del teatro, estaba tendido en el suelo de la limpieza el encargado. Sangre se podía ver cerca de él. Desde luego, esa situación, sin dudar, no era muy buena.

Empezaron todos a intercambiar miradas. ¿Quién sería el osado en cometer semejante atrocidad? ¿Sería Miguel, experto en mandar? ¿María, la creída que tenía el ego por las nubes? ¿Elena, que a criticar siempre va? ¿Marcos que, de responsabilidades huye? ¿Tomás, el que apenas se hace notar? ¿Valentina, a la cual le había tocado la china?

Podía haber sido cualquiera de ellos, ya que al recoger, cada uno va por su lado, podría haberlo hecho cualquiera con estar un poco envalentonado.

O haber entrado por la entrada trasera y cometerlo. Casi nunca nadie entra por ella, porque la puerta cuesta de abrir, pero para matar, puede servir. Esos baños tampoco se suelen usar, porque con  facilidad se averían, pero son los que pillan más cerca, para urgencias son lo más.

Que jodida había quedado a Valentina la situación, sin comerlo ni beberlo, podía haber sido ella la asesina, y después avisar para escurrir el bulto. Insinuar su culpabilidad no seria un insulto.

Respecto al hombre, era muy directo, y nada se callaba. Aunque era simpático y bien trabajaba.

 - ¿Y ahora esto quién lo va a limpiar? - Dijo Marcos con sarcasmo.

 - Vamos ya de cena, que la noche llega. - Comentó Elena.

Sin más preámbulos, todos salieron del teatro. María mientras reía, escribió con un lápiz en la pared exterior del teatro mientras pensaba “No me lo creo ni yo”:

Continuará...


Spoiler: Número 6 • mostrar


Una noche mágica

El ambiente era tenso. La luz de la luna brillaba intensamente en un cielo lleno de nubes, y el viento soplaba haciendo que los rosales se movieran lentamente, mostrando su elegante porte, a la vez que desprendían algunos pétalos rojos que volaban en pequeños grupos. El frío se podía sentir incluso usando ropa abrigada, pero eso no detuvo a las dos figuras que se miraban fijamente en los extremos del bello patio, el cual debemos añadir era demasiado grande. Estaban usando vestidos largos y muy decorados, llenos de volados en tonos oscuros que resaltaban sus figuras. Una de ellas tenía un collar rojizo, el cual brillaba más y más conforme la noche avanzaba. Llevaban haciendo eso más de una hora, quién sabe con cuales propósitos. Nadie más se encontraba en el área, ni siquiera los dueños del terreno. Ya cuando todos en los alrededores habían apagado las luces, las figuras dieron un pasto atrás. Claramente eran mujeres de quizás unos veinte años. Ambas sonrieron. En ese momento, una explosión en medio de ellas hizo aparición.

La primera, de cabello liso y castaño, hizo caso omiso a lo ocurrido y salió corriendo en busca de la otra. Con una mano en el pecho y la otra extendida, estaba susurrando lo que parecía ser un conjuro. Varias palabras incomprensibles salían de su boca. Su oponente no hizo más que extender sus brazos y esperar. No pasó mucho tiempo hasta que la castaña llegara hasta el otro lado del lugar. Gritó a los cuatro vientos:

— ¡Aprendices de Hefesto, acudid al llamado!

Con esto, una horda de caninos en llamas aparece frente a su invocadora. No perdieron el tiempo y arremetieron contra la mujer de collar rojizo. Acercarse, sin embargo, fue imposible. Una barrera color rojo protegía a la señorita que se escondía junto a los rosales. Los canes se disolvieron en humo negro, bloqueando el campo visual de la castaña. Giró hacia los lados velozmente, pero la otra mujer no se encontraba por ningún lado. Entró en pánico: ¿qué pasaría si…?

Se apresuró a ver hacia arriba. Ahí, encima de donde se encontraba, podía ver el brillo del collar fundirse con el resplandor de la luna. Aquella visión, sin embargo, no duraría mucho: una lluvia de esferas con múltiples colores adornaba aquella noche, como si una nube decidiera alegrarla. Aquellas esferas chocaron con el cuerpo de la mujer con más volados en su vestido, dejándola tendida en el suelo. Suavemente empezó a levantarse, mas su rival no le daría tal privilegio: como ella al inicio, recitaba un conjuro susurrando. La única diferencia que podía apreciar era que en lugar de una mano, eran dos las que estaban en su pecho. Un hechizo fuerte, pensó. Tan rápido como pudo, recitaba otro.

— ¡Aparezcan, pléyades, y llenen el cielo con su bendición!

Respondiendo a su llamado, siete luces aparecieron en el cielo. Las nubes les hicieron espacio, intentando no ser un estorbo. En lugar del azul que las caracterizaba, las hermanas mostraban un tono cobrizo. Sus risas llenaron el silencio que tanto atormentaba a la mujer en el suelo. Bajaron con fuerza, brillando más, liberando energía. La primera que impactó en su cuerpo se evaporó como los canes que antes aparecieron para ayudarla, y el resto siguió su ejemplo. Otra vez, el campo se llenó de humo, esta vez blanco. La pelirroja sintió en su cuerpo algo similar a un puñal atravesando su corazón.

“Qué extraño” fue lo último que pudo decir antes de caer. Con tan sólo el chasquido de los dedos de la única que seguía en el cielo, su cuerpo se fue sin más.
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Spoiler: Número 7 • mostrar


Recuerdos

¿Recuerdas aquel día?

Sí, ese día. El día de tu muerte.

Obviamente, ahora estarás pensando que cómo ibas a recordar tal día, ¿acaso no has muerto? ¿Acaso el recuerdo puede ir más allá de la propia existencia? Y, si has muerto, ¿podrás oír mis preguntas? ¿Cómo…?

Te lo explico: has muerto, para nacer.

Tu mente, tu alma o como quieras llamarlo, ha sido rescatada. No por Dios, jeje, no. Eso es lo que desearías. No estás en el cielo, ni en ningún otro lugar místico lleno de vírgenes. Tampoco en el purgatorio. Ni en el infierno. Aunque pronto comprenderás que, si a algo se parece tu futura existencia, es a esto último.

Eres ahora víctima de tu propia existencia. Tus obras, tus victorias, tus amores y traiciones, te acompañarán por siempre. Sobrevives con ellos, en el recuerdo de tantos conocidos.

Aclarado el motivo de tu cruel permanencia en este mundo, te repito la pregunta: ¿recuerdas aquel día? Sí, ya, el de tu muerte. ¿No respondes? Perdona, se me ha olvidado: no puedes hablar. Piénsalo, mejor. Así.

Bienvenido al mundo de las sombras. De los espíritus. De las ánimas errantes eternamente en este mundo infecto lleno de pústulas que se consideran seres inteligentes.

Porque ahora entenderás el resultado de tus acciones. Todo cuanto has hecho, sus consecuencias, pasarán ante tus ojos. Pasarán inadvertidas seguramente. O, quizá, sean recordadas durante un tiempo, para luego desvanecerse entre las dudas, las manipulaciones y los errores.

No, no te resistas. Me da igual que parte de tu obra figure por escrito, en imágenes o de cualquier otra forma. Mi poder es el tiempo. El tiempo acaba con todo: los papeles se deteriorarán, los formatos de imagen se volverán anticuados. Y, así, tu recuerdo se irá borrando, lenta pero inexorablemente, de la mente de tus conocidos.

¿Aún no sabes quién soy? Perdona, qué olvido. Soy yo, el olvido.

¿Te sigues resistiendo? Haberlo pensado antes. Tu irrelevante vida será olvidada con tanta facilidad como el titilar de una llama en una hoguera: una de tantas, de casi igual forma, color y olor que el resto en cualquier otro fuego. Indistinguible y, por tanto, desechable.

Lo siento, ya es tarde. Tu vida ya ha terminado. Lo sé, es cruel que te digan esto cuando el juego ha terminado. ¿Qué habrías podido hacer de haberlo sabido antes? No te preocupes, te respondo: nada.

Puede que en tu existencia hubieras podido hacer algo relevante: algo digno de ser recordado por toda la humanidad. Como exterminar a millones de judíos, o inventar la penicilina. Como fundar una religión, o inmolarte por ella. Bueno o malo, el resultado final es el mismo.

Oh, sé que algunas cosas se recuerdan durante milenios, pasando de padres a hijos por la siempre mutable tradición oral, mediante inexactos escritos y sus aún más inexactas traducciones. Mediante libros. Prensa, audio, vídeo. Internet.

Pero yo llevo aquí mucho más tiempo. Y, sorpresa, tengo todo el tiempo del mundo. Mi arma es infinita. Porque, en términos estelares, un milenio es una pequeña gota microscópica en un enorme océano.

Qué irónico que siempre os olvidéis de mí en vuestros pensamientos.  Doblemente irónico, en realidad. Bueno, te dejo, tengo otros seres que atender. Ya te diré cuáles, si los recuerdo.

Por cierto, ¿te dije cómo me llamaba? Seguramente lo he olvidado, qué cabeza la mía. Disfruta de la eternidad, si puedes.[/spoiler]

Spoiler: Número 8 • mostrar

 Había una vez, una joven de cabellos rojizos a la que llamaban Diane. Dirigía una pequeña tienda en lo largo de la calle, en la que todos los días entraban hombres y mujeres para curiosear la variedad de productos que ofrecía.  La vendedora había sido dotada de belleza e inteligencia, así como de una labia pícara y astuta que la ayudaba siempre a obtener todo lo que se propusiese y con quien quisiese.

   Todos los días salía a trabajar temprano. Saludaba con un tono alegre a los clientes y les observaba como merodeaban entre sus productos. De vez en cuando, se paseaba y preguntaba si deseaban alguna cosa u otra, aunque solo fuese para engatusarles más a la compra. Si algo había en el mundo que realmente amase Diane, era el dinero. El tintinear del oro en sus bolsillos le producía el mayor placer que pudiese existir.

Dianne pudo ver cómo una señora se debatía por la compra de una exclusiva vasija de plata. La clienta se mostró amable, y le confirmó su intención de llevársela. Aun así dudando, preguntó el precio.

“Pues son cien monedas de oro” –Le dijo poniéndose el dedo índice en la barbilla, sonriente.

   La clienta, decepcionada, preguntó si podían ponerlo más barato, pero la vendedora lo negó todo. Le ofreció la venta otra vez, insistiendo, pero esta vez, con el tono suave y adorable del que solía poner ella con los clientes difíciles. Al final, cedió. Mientras que la clienta se llevaba la vasija, Dianne no pudo evitar pensar que aquella vasija valía realmente setenta, y no cien, monedas de oro.

“¡Vuelva pronto!” Le despidió mientras salía.

   Aquella señora no era un caso especial. Dianne siempre empleaba trucos y engaños para siempre conseguir un pellizco de oro más. Hombres que caían en sus atractivos, y mujeres derrochadoras o caprichosas. Ninguno escapaba. A fin de mes, Dianne ya tenía una fortuna en ingresos.

   Un día, una canosa anciana se pasó por su tienda. Ataviada con un manto negro y bastón, de edad bastante avanzada, caminaba por la tienda con lentitud. Qué aburrida era aquella señora, aunque quizá fuese una adinerada que no supiese mucho de los precios de la cosas... Requiriese o no paciencia, era un cliente más. Al fin, la señora avanzó hacia ella, y preguntó con educación el coste de un simple manto para ponerse. Dianne, Tratándola educadamente y con cortesía hacia alguien mayor, elevó su precio a más de lo normal, ofreciendo falsos argumentos y comentarios. La anciana lo negó, y estuvo dispuesta a regatear, pero Dianne siguió subiendo el precio.

   Dianne, al ver que la señora se negaba a comprar el manto, la echó de la tienda con delicadeza. La pobre vieja, decepcionada por aquella acción, le maldijo con frialdad. Le prometió, que todo lo que ella tanto adora quedaría destruido en el futuro, y que pronto se arrepentiría de la avaricia que le corroía, pero Dianne no la hizo caso alguno.

   Meses después, Dianne continuaba engañando a sus clientes. Hasta que un día, de camino al trabajo, descubrió una muchedumbre de gente observando su tienda. Todos estaban apiñados y, ella, decidió adentrarse entre ellos.

   Su tienda estaba ardiendo en llamas.

   Una columna de humo negro llegaba hasta el cielo, y las proximidades emitían un suave calor. Dianne sumió en la locura al verlo: Su tienda… su preciada tienda.

   Se giró hacia el montón de aldeanos: Antiguos clientes a los que ella había engañado, uno a uno, para ganar dinero. La vendedora sintió que sus miradas se clavaban en ella como púas, mientras que lloraba y lloraba. Entre aquella gente, una anciana de manto negro la observaba, sonriente ante el final de una promesa olvidada.


Spoiler: Número 9 • mostrar


El verdugo

Tras los últimos destellos de luz, que conseguían burlar las cortinas y persianas del salón, sonó el timbre de la puerta. Curioso, puesto que no esperaba ninguna visita, abrí la puerta sin ninguna precaución, encontrándome tras ella, un desagradable destino.

Justo después de abrir la misma, se abalanzo sobre mí un tipo alto, de color y de fuerte musculatura, este tenía entre sus manos un hacha. Aprovechando mi sorpresa, logró asestarme un golpe no muy certero en el brazo, pero permitiéndole así, mi retroceso y su posterior intrusión en casa.

Palpitando por la situación, no pude evitar ver como transcurría mi sangre a través de la hoja del hacha. Este, al ver mi cara, soltó una sádica sonrisa. La cual me puso en lo peor, su único objetivo, era matarme.

Corrí lo más rápido que pude y con algo de suerte, logré refugiarme tras la puerta de roble, de la habitación de mi casa. El tipo, del cual desconocía su nombre, no hacía más que reírse, mientras que subía lentamente por los chirriosos peldaños de la escalera.

Para mi desgracia no tenía teléfono alguno a mi alcance y por anteriores reformas, todo grito que diera, quedaría en el olvido…

Cuando empecé a ver, como la puerta iba cayendo poco a poco ante el hacha, ya tenía una cosa clara, era mi fin.

Ahora, justo antes de que la puerta termine de ceder, dejo un mensaje en un pequeño papel que encontré en la mesita de noche:

Es preferible vivir y sufrir, que nunca haber vivido.[/spoiler]

Spoiler: Número 10 • mostrar


El Doctor Maravillas

  Hace muchos años, en un tranquilo y apacible pueblo cuyo nombre se ha olvidado ya, aconteció una curiosa historia con un risueño e inteligente doctor como protagonista. Estaba el buen doctor sentado en su butaca preferida, preparando un remedio casero contra el catarro, cuando alguien llamó a su puerta. -¡Toc, toc!-. El Doctor, que no estaba acostumbrado a las visitas a esas horas de la noche, se levantó de un salto. Abrió la puerta sin dilación, y se encontró de frente a un joven atractivo, conocido en el pueblo por ser algo lento de pensamiento. Tenía el pelo negro y rizado, y una nariz algo grande en comparación con el resto de su cara. A su lado se hallaba una mujer de mediana edad, morena, algo canosa ya, de cuerpo atlético y pechos tungentes. Era la prostituta de la aldea.  -¡Doctor!- Gritó con voz aguda y hasta desagradable. -¡Tiene que ayudarme!- Sus ojos reflejaban terror y miedo, y el joven también estaba fuera de sí. Poco podía imaginar el Doctor  J. M. de Chevalière que su rutinaria y apacible existencia iba a alterarse de manera inexorable y permanente para el resto de su vida…

-¡Pase, pase, prostitutilla, y siéntese en la camilla!- Apremió el Doctor a la mujer. Tras charlar atropelladamente con el joven, el Doctor pudo entender a duras penas lo siguiente. Estando el joven en momento íntimo previo pago con la señorita Lánica, que así se llamaba, éste sintió que algo –o alguien-, le mordió su miembro más preciado durante el acto. Entonces, Lánica empezó a experimentar unos dolores insufribles en el vientre, tan intensos que no tuvieron más remedio que acudir raudos al afamado Doctor. - ¡Le digo que esta meretriz está embarazada, y su hijo me ha mordido sintiéndose atacado!- Chillaba el joven como en trance. –Eso es del todo imposible- razonó el doctor- y para nada parece algo plausible-. Volvió la cabeza hacia Lánica. – ¡Ábrase de piernas, que para mí son eternas!- comentó ufano el Doctor, haciendo referencia a la considerable altura de la muchacha. Cogió su vaginómetro de plata y se dispuso a inspeccionar el interior de la mujer. Súbitamente Chevalière emitió un débil sonido de asombro. -¡Dios mío! ¡Usted pensará que mi cabeza está del revés! Pero dentro de su vagina… ¡Hay viviendo un Marqués!-.

Tardaron casi una hora en sacarlo de ahí. El marqués no ponía mucho de su parte, y Lánica estaba al borde del desmayo, tanto por la tensión del esfuerzo como por la contundencia de la noticia. Cuando por fin salió, perlas de sudor corrían afanosas por las caras de todos. El marqués tenía un aspecto imponente, con una capa negra como el tizón, un bigote oscuro con forma de serpiente, y un cojín elegante a modo de sombrero en la cabeza. El Marqués de la Vagina, que tal era su título nobiliario, cantó a viva voz lo siguiente:

Yo aquí estaba muy cómodo

Húmedo pero cálido

Pagaba mi renta

Olía a pescado

Aunque no soy vegetariano

Y mientras me acaricio la barbilla,

¡Oh, qué bien se vive dentro de esta prostitutilla!

Lánica estaba furiosa. -¡Usted debe irse! ¡Ésta ya no es su casa! ¡Ni lo será jamás!- Asió con decisión el vaginómetro, y lo incrustó con rabia en el ojo del Marqués. La sangre manaba a borbotones y el Marqués de la Vagina moría sin remedio. Pero antes de abandonar el mundo de los vivos, pronunció estas palabras. –Primero me desahucian, y luego me matan. Todos deberíamos tener derecho a un hogar.- Poco después, cerró los ojos, y ya no los volvió a abrir.[/spoiler]

Spoiler: Número 11 • mostrar


Magikarp

Me encontraba caminando por la playa, solo trataba de cruzar para encontrar pokemons interesantes... a veces pienso que me hubiera gustado volver al pasado para corregir este error que se podría decir que prácticamente... "me costo la vida".

los vientos soplaban a una fuerza increíble, sin embargo entre la soledad que abundaba en la playa y el azote de las olas que se revolcaban en el mar se podía escuchar un pequeño chapoteo que situaba en la mitad de la corriente y la arena.
se apreciaba simplemente un magikarp que había parado por equivocación en la playa.
cuando me acerque a ayudarle un escalofrió y una imagen increíblemente siniestra vi. el origen de ese ruido era un magikarp parcialmente deformado, fusionado con otro magikarp era una especie de siamés chapoteando.
instantáneamente pensé en empujarlo suavemente hacia la playa para que se esfumara en la inmensidad del mar, pero pensé un momento y me detuve a observar al magikarp indefenso chapoteando y pensé en capturarlo, supuse que iba a evolucionar en un gyarados.
el primer combate y la primera experiencia que tuve con magikarp fue algo extraña, encontré un odish revoloteando en los campos que instantáneamente al ver a ese magikarp pego un grito y salio corriendo despavorido.
sucedió así con todos los pokemons a los que me encontraba y justo me empece a preguntar que era lo que estaba sucediendo.
tiempo después deje la pokebola de magikarp en mi habitación, me dirigí otra vez a la playa pero algo me erizo la piel, como si fuera un presentimiento.
me iba a devolver sin embargo me detuve por que empece a escuchar el mismo chapoteo de aquella vez pasada.
decidí voltear, efectivamente a 2 metros de mi estaba ese maldito magikarp chapoteando justo en donde las olas terminaban.
decidí correr a mi casa, me dirigí rápido a la habitación y efectivamente mi pokebola estaba justo donde la deje y magikarp seguía a dentro.  desde entonces me pregunte que sucedía.
un par de días después salí a pescar pokemons con mi hermano.
desconcentrados y desorientados cuando nos dimos cuenta ya no podiamos ver la playa, instantáneamente me pregunte que pasaba y empece a sentir como algo empujaba nuestro bote desde abajo.
de repente algo hala a mi hermano y el se cae del bote.
ni si quiera se podía ver claramente instantáneamente recordé que tenia unas gafas en la parte de abajo. las tome y salte a rescatarle..
de repente empece a ver como una manada de magikarps con una apariencia terrorífica empezaban a devorar a mi hermano.
me fue difícil creerlo pero a hora venían hacia mi, sentía como me arrancaban pedazos de piel seguía tratando de aguantar la respiracion y vi comola luz del sol se iba desvaneciendo y el agua se oscurecia, lo ultimo que vi fue como un gyarados increíblemente gigante aparece del abismo y me engulle
los magikarps no son lo que tu crees cuando les llega luz suficiente.
Que? que por que entonces estoy acá escribiendo esto?
Seria mucho mas divertido que lo averiguaras tu mismo jejejej.[/spoiler]

Spoiler: Número 12 • mostrar


Fuego

La puerta se cerró con un chasquido que hizo eco en sus mentes. De repente, un silencio eterno. No había prisa, así que lo paladearon como si de un manjar se tratara. A un lado, dos azabaches brillaban con la ilusión de una niña pequeña, a la espera de la magia. Torpemente, su compañero recibió aquella mirada, y como reconociendo que no podía superarla, intentó compensar con una sonrisa, la mejor que jamás se atrevió a revelar. Un sesgo ácido de sus labios, acogedor pero traicionero, que se abrió paso a través de su barba, poco poblada. Más una provocación que un regalo. Sin embargo, la provocación más oportuna jamás pensada.

Se besaron, como si uno hubiera querido gritar, pero el otro le hubiera callado de repente. Todo se hizo borroso mientras sus mentes sabían con certeza qué hacer. La magia en aquel lugar era tan espesa que se podía cortar con un cuchillo, ahogando su cordura por momentos y volviéndolos en los locos que deseaban ser. Una pequeña herejía, un hechizo de andar por casa.

Los dedos bailaban por la espalda. Los rostros serios, sabiendo que no había nada más importante que el pasear de aquel índice con yema de fuego, dejando ascuas a su paso. Otro beso, formal, cumpliendo con las expectativas del momento. Y la magia continuó. Cuando separaron sus labios, como dos perros peleándose tirados de la correa, fueron sus frentes las que se chocaron, ojos cerrados, conscientes de que nada que se pudiera hacer mejoraría el momento.
Con la oscuridad por manto, la noche movió los hilos. Entre risas, bailaron, la sonrisa de uno y los ojos del otro. Aunque no había música, ambos se imaginaban una misma canción, y la cantaban al unísono. Llegado un momento, ella susurró un fragmento en un acto de rebeldía contra el silencio.

"Birds flying high"

Tres palabras que volvieron la música de sus cabezas estruendosa. Temerosos de que el mundo entero escuchara, no, más que temerosos, egoístas de que les robaran aquella magia, respetaron el silencio abrazándose a la penumbra, sabiendo que el fuego estaba de su parte.

Y la noche no osó interrumpirlos.[/spoiler]

Spoiler: Número 13 • mostrar


Regreso

Hacía un calor asfixiante. Se respiraba tranquilidad en el campo de trigo y girasoles, un silencio solo interrumpido por el chinchar de los saltamontes.
De repente un trote.

Un hermoso corcel negro cabalgado por un caballero de capa y espada, que corría como si se le fuese la vida en ello. Su cara estaba llena de cicatrices. Su rostro veinteañero aparentaba mayor edad por culpa de su barba poblada y de su cabellera negra y grasienta. Sin embargo, no llevaba armadura, sino ropas humildes. ¿A dónde iba? ¿Por qué corría? ¡Sigamos a nuestro caballero montando el grácil caballo de la imaginación!

Atravesamos densos bosques donde el camino se pierde. Cruzamos viñedos y olivares. Los paisajes rurales y las villas se entrelazan en este viaje. Hermosos castillos de dorado y duradero ladrillo se suceden.

Finalmente llegamos a un modesto pueblo. El hidalgo desmonta su montura y corre hacia una casa como puede. Su rostro, curtido y sucio, esboza una radiante sonrisa. Leamos su mente para contemplar su pasado más reciente.

 Guerra. Llamada a armas. Tener que abandonar su esposa, sus hijos, su casa, sus campos, todo por la llamada del rey, para poder defender la frontera y alcanzar la gloria. Sin embargo, el enemigo era más numeroso, más poderoso. El regreso era imposible.

Pero nunca se sabe que tejen las parcas del destino, quienes protegieron al aguerrido guerrero en todo momento. Salir vivo de cruces de espadas, mantener el alma a través de lluvias de flechas. Suerte que compañeros no han tenido. Algunos más fuertes, otros más jóvenes, pero el azar ha estado con nuestro jinete.

Ser capaz de seguir pensando en el mañana en vez de volver al polvo es ya toda una recompensa. Pero poder volver a sus tierras tras cuatro años de feroces luchas es un milagro.

El monarca no se ha fijado en él. Otros aliados, algunos más débiles e inexpertos, si fueron escudriñados por los verdes ojos del gobernante y recibieron como premio títulos, privilegios y tierras. Pero a nuestro caballero nada le importaba eso. Volvamos al presente.

Unas caras tímidas se asoman por el portón. Los ojos del protagonista no pueden evitar humedecerse ante esta visión. Entonces se asoma una mujer, con una larga melena castaña y ojos almendrados. Se miran. Corren. Se funden en un abrazo. Segundos que se hacen horas, minutos que se hacen días.

La dama hace una seña a los cuatro niños y dos niñas que ahí había, cada uno con una edad diferente. El mayor tendría ya unos once años, ya era todo un hombrecito. Mientras, el más pequeño, con solo tres años, no había conocido nunca al padre que se marchó mientras él estaba en el vientre de su progenitora.

Finalmente nuestro querido caballero obtuvo su mayor tesoro tras años de cruentas batallas donde apostaba su vida por el futuro de otros. ¿Riquezas? ¿Poderes? Nada de eso. El calor y el amor de una familia es la mayor posesión que podría desear, el elixir de la eterna felicidad.[/spoiler]



Votos

Relato #1: IV
Relato #2: IV
Relato #3:
Relato #4:
Relato #5:
Relato #6:
Relato #7: VII
Relato #8: I
Relato #9:
Relato #10: III
Relato #11:
Relato #12:
Relato #13: III

Y, sin más que añadir...

¡Disfruten del concurso!

10
Literatura y Fan Fiction / Undécimo concurso de relatos PxP [Inscripciones]
« en: 21 de Junio de 2013, 08:29:22 am »
El ambiente de aquella tarde era, cuanto menos, horrible. El sol entraba por las ventanas y hacía que el salón de clases se sintiera como un horno con libros, y la humedad aumentaba poco a poco; si bien no era tanta como para preocuparse, la sensación pegajosa que dejaba atormentaba a los presentes, incluso al profesor, quien intentaba concentrarse en los exámenes que faltaban por corregir. La clase de literatura era la más odiada por todos los alumnos porque él era el único profesor que no mandaba trabajos, sino que hacía exámenes sorpresa. La mayor nota que alguien sacó fue un siete, y esto de alguna forma lo complacía. Los chicos no dejaban de hablar, susurrarse los chismes más recientes, lanzar una que otra bola de papel -que el profesor no perdía y regañaba al que la tiró-; en fin, cosas normales en una clase de fin de curso.

El profesor se levantó al cabo de un rato. Se quitó los lentes, lo que significaba que iba a hablar. Los susurros se detuvieron, y la última pelota de papel cayó cerca del hombre, pero hizo caso omiso. Agarró una tiza blanca del escritorio, pero antes de escribir algo se dirigió a la clase.

—Como bien sabrán, el plan escolar dice que íbamos a hacer un examen, que irónicamente no era sorpresa, la próxima semana. Bien, ese examen se cancela— los estudiantes se alegraron y empezaron a gritar —pero todavía necesito una forma de evaluarlos— las sonrisas se borraron de sus rostros —Pensé en un interrogatorio.

Los chicos lo miraron con cierto desprecio.

—Luego en que tendrían que responder preguntas en el pizarrón.

Algunos golpearon sus cabezas con el pupitre.

—Aunque finalmente me decidí por un pequeño trabajo para la casa— suspiraron con alivio.

»Sin embargo, el trabajo tiene ciertas condiciones. No es un trabajo monográfico, porque la verdad no me gustan para nada, y mucho menos un informe, porque no creo que les agrade la idea. Tendrán que escribir un relato.

Empezó a escribir en la pizarra las condiciones de su tarea.



  • Como no me gusta para nada reprimir la creatividad, el relato puede ser de cualquier temática. Claro está, nada que sea demasiado fuerte o que pueda romper las normas generales del foro. No existen límites en cuanto a los posibles géneros que vayan a usar: bien puede ser terror, misterio, suspenso, un relato policíaco, histórico, realismo mágico, fantasía... En fin, como gusten.
    Dado que la literatura abarca más que sólo la prosa, también se puede enviar poesía.
  • Para no extendernos demasiado, el relato debe tener como máximo 600 palabras. En caso de enviar poesía no excedan los 30 versos.
  • Los relatos se envían por mensaje privado a . Los relatos enviados a través de este tema no serán tomados en cuenta. En el asunto especifiquen que es su entrada para el concurso, a fin de evitar confusiones.
  • Para poder participar tienes que primero apuntarte en este tema.

Spoiler: Participantes • mostrar

~~Arcan
~~BERZEEEEERK
~Acid Citric
~Alliare
~Chinpo
~CPU
~Graveyard
~Hecty
~J-zombie
~Krub
~Maestro Arena
~Melkor
~Pacochef
~Pichi
~Sasha
~Shruikan

*Nota: los participantes escritos en verde aún no han enviado su entrada, los participantes escritos en amarillo ya lo enviaron y los participantes en rojo están descalificados, ya sea porque así lo decidieron o porque no enviaron el relato a tiempo.


  • Tienen un plazo de dos semanas para enviar la entrada. Esas dos semanas comienzan hoy, 20 de junio, y terminan el 11 de julio a las 23:59 de horario español. De ser necesario la fecha se puede extender unos días.
  • Todos los participantes están obligados a votar. Si el participante no envía su voto al culminar el plazo su relato es descalificado automáticamente.

Como viene siendo costumbre, al ganador del concurso se le concederá la Cinta Historia , y junto al segundo y tercer puesto se le dará un espacio en el Hall de la Fama Pokéxperto de Literatura y Fanfiction.

Y sin más que decir~

¡Disfruten del concurso!

11
Literatura y Fan Fiction / [Relato] Espinas de brugmansia
« en: 28 de Mayo de 2013, 07:25:12 am »


El destino de aquellas personas que hicieron de mi vida miserable ha variado. No solo el método, sino que además el grado de crueldad aplicado. A algunas les hice pagar por días, manteniéndolos encerrados hasta que su cordura se desvaneció entre gritos y golpes de miseria; a otros decidí exterminarlos con rapidez, pues el castigo anterior era más un honor otorgado a los que me golpearon constantemente. El salón rojo en el que escribo esto está lleno de cuerpos fétidos, todos en descomposición. La sangre también huele mal, y no creo poder reconocer los rostros de todos, ya que en mis ataques de ira decidí arrancárselos a golpes. Para una delicada flor como la rosa esto es un acto muy vil, pero con el tiempo aprendí que hay que tener veneno. Las doncellas más hermosas no deben doblegarse ante la voluntad de los demás, cuyas acciones están llenas de odio por el mundo, la sociedad, lo que los rodea. En cambio, una dama, o bien, todos debemos saber mantener nuestro puesto con dignidad. Lastimosamente, aprendí esto muy tarde. Dejé que el rencor se comiera hasta el último ápice de piedad en mí, pero el remordimiento quedó. Sé que, tarde o temprano, estas personas serán buscadas por sus familiares. Serán rastreados por la policía, y esa búsqueda los llevará a mí. Los recibiré con los brazos abiertos, pues aquellos policías no merecen mi ira. Ellos sólo hacen su trabajo.

Siento mucho haber hecho esto, la obra que comenzó todo esto. Fue algo en realidad sencillo, pero hermoso. Cada vez que pienso en lo que le hice a esa mujer que ocupaba el puesto de directora en la institución donde me maltrataban me duele el pecho, pero una parte de mí lo disfruta. Ella era una gran fanática de la jardinería, y nos hacía ayudar con su jardín siempre que teníamos tiempo libre; no en los recreos, porque los padres terminarían quejándose. Lo único que hacíamos era arrancar las plantas que se habían marchitado, y aprovechábamos para observar la belleza de la naturaleza. Algunos jugaban con la tierra, aunque terminaban castigados. Un día descubrí una flor roja, intensa, hermosa. Intenté agarrarla, pero mi dedo se pinchó con una de sus espinas. Cuando dejé de quejarme vi mi dedo: de él brotaba un líquido igual de rojo, intenso, cautivador. Me espanté, e inmediatamente corrí hacia la profesora que estaba cuidándonos. Desde ese día dejé de recoger las flores y me puse a sacar los frutos podridos. A la directora no le importó y siguió haciéndonos ayudar en su jardín del edén, como ella lo llamaba. Fui a la oficina de esa mujer incontables veces tras los constantes maltratos de mis compañeros de clases, aunque nunca por los golpes de la profesora abusiva. Ella lo justificaba diciendo que era una mujer débil, que debía defenderme y pelear. Tenía razón: debí intentar detenerlos, pero me daba miedo. Aún así, ella murió a manos de su ex-alumna, pues jamás hizo nada para ayudarme. Aquella mujer recibió un castigo poético.

La invité a mi casa. Ya estaba mayor, quizás con unos sesenta años. No perdió su porte, ni su mal carácter. Asistió por mera presión social, y la idea de que si estaba rodeada de gente adinerada como yo su posición económica también mejoraría. Sobra decir que la mujer no dejó su trabajo como directora, y que lo ejercía con orgullo día a día, sin poder mandar a los demás niños a recoger las plantas marchitas. Gracias a que hizo un acuerdo con los padres de sus alumnos, pudo contratar jardineros para la institución, sin saber que la mitad de ellos iban a su propia casa para arreglar su preciado espacio verde. Ella era fanática de las bebidas hechas a base de hierbas, como el té en todos sus colores o el café hecho con granos recién molidos; aunque bien, su favorito era el té de rosas, el cual encuentro grotesco. La invité a pasar, y con sus ropas blancas imitando el estilo de la reina de Inglaterra, sus perlas falsas y su maquillaje excesivo. Era una de esas señoras que desesperadamente y a pesar de sus escasos recursos compra las cosas más ridículas y extravagantes para aparentar una posición económica mayor a la real. Su sombrero tenía flores de plástico que parecían ser de pavo real. Estaban un poco desteñidas debido al uso constante. Dejó su bolso de mano en la mesa y se sentó con calma, mirándome indiferentemente. Le sonreí nerviosa; nunca he sido buena para socializar. Le invité una taza de té, y por un momento pude ver un ligero brillo en sus ojos.

Traje el servicio de té por mi cuenta, y ella se mostró extrañada. Al principio no supe muy bien la razón, pero debió de ser porque creyó que poseía sirvientes. Jamás me ha gustado eso: mandarle a alguien. Además, prefiero hacer las cosas por mi cuenta y que queden bien, o si no, saber que di lo mejor. Ya sabes, diario, porque todos tenemos una utilidad, y me gustaría descubrir la mía pronto. Junto al té también llevé un jugo para mí, porque aborrezco el sabor de esa bebida. La señora empezó a hablar con su voz histérica, con la que nos regañó tantas veces; con sus dientes postizos, los cuales ya se estaban gastando. Con sus delirios de grandeza, contando hazañas de nietos que jamás tuvo. La mujer, sin embargo, no tocó la taza en un buen rato. El té ya se estaba enfriando, y aproveché la ocasión para pedirle que cambiáramos de lugar para ir al piso de arriba y disfrutar un poco de la vista que tenía desde mi balcón, el cual da hacia un patio lleno de flores. Como era costumbre en ella, dejó la bebida sin tocar en la mesa. Fue ahí cuando los añadí. Le llevé la taza en una mano, y el jugo en la otra; ya ni siquiera recuerdo de qué fruta era. Emocionada, la señora contemplaba mi patio y señalaba las plantas que había ahí. Vio acónito, adelfas, narcisos, belladona, azafrán de otoño, rododendro, daphne. Todas ellas hermosas flores con hermosos y llamativos colores.

Debo admitir que le agradezco haberme obligado a cuidar sus plantas. De no ser por ella, jamás me habría interesado en las rosas, preciosas flores que encarnan la pasión y el amor; no solo eso, sino que están teñidas con un rojo fuerte, hechizante, profundo, encantador. Fue la última flor en la que se fijó antes de darse la vuelta y agradecerme la invitación, ya que tal jardín lleno de tantas flores tan diversas y exóticas le alegró el día. Me dio un beso en la mejilla y vio que tenía todavía la taza de té en la mano. Le dio un sorbo, y se preguntó qué eran esos pétalos en su boca. De seguro asumió que eran pétalos de rosa añadidos para decorar su té favorito, o eso creo que asumió hasta que vio las brugmansias en una esquina, donde había una flor sin pétalos. Volvió la mirada hacia mí, extrañada, mientras intentaba decir algo. Estaba tragando un último sorbo de té, y luego vio la taza: quedaban tres trozos de pétalos rosados en la misma. Intentó escupirlos, pero ya era inútil. Le presté una silla para que pudiera reposar mientras el veneno hacía efecto. Pude ver que sus pupilas se dilataban y su mirada se perdía en el cielo, a su izquierda. Sus manos se movían impacientemente. No estaba entrando en una crisis nerviosa, sino que estaba en un estado alucinógeno. Me senté junto a ella y le volteaba la cara para verle el rostro, pero se negaba y seguía viendo el cielo. Lo más que pude ver antes de que muriera era un rostro blanco, arrugado por el pasar de los años y el estrés; una cabellera castaña que empezaba a perder su color, aunque su brillo murió años atrás, cuando era niña. Estaba embobada, balbuceando cosas que por mucho que analice y analice no tienen sentido, en ningún idioma. No parecían palabras. Su última palabra fue "gracias", mientras dejaba que su cuerpo cayera en la silla.

Su cuerpo, a día de hoy, yace en el mismo balcón donde murió. Es el único que he intentado conservar como estaba al inicio. Claro, se descompone con el paso de los días, pero no derramó ni una gota de sangre, y su mirada sigue perdida. Aún veo esas pupilas muertas fundirse con el horizonte, esas manos inquietas y ese balbuceo incesante. Aún la veo mandándome a seguir con mi labor tras pincharme con una rosa. La veo ahí, en su silla, explicándome lo inútil que era si no respondía con un golpe. La veo recogiendo el desastre de tierra, y tirándoselo a los revoltosos que dañaron su tierra. Y ahí está, reducida a una vieja cáscara que contiene un veneno mortal. Su silueta se dibuja en el pasillo con la puesta del sol. Miro melancólicamente esa sombra, y a veces creo que su cabeza gira para verme. Cómo no, esto es sólo mi imaginación.



Flor
[Lista de relatos]


Pimer relato: Espinas

Segundo relato: Espinas de brugmansia

Tercer relato: Espinas de acónito

Cuarto relato: Semillas

Quinto relato: Semillas de angélica

12
Literatura y Fan Fiction / [Relato] Espinas
« en: 18 de Mayo de 2013, 10:01:59 am »


Cada vez que me pongo a pensar en lo que hice me siento... mal. Mis manos empiezan a temblar, y mi mirada se nubla poco a poco. Supongo que es el efecto del remordimiento, o quizás es mi mente tratando de asustarme; son emociones fuertes que, incluso a esta edad, no puedo soportar. Siempre intenté mostrarme fuerte, pero no pude. Mi cuerpo era más que suficiente, eso sí, pero mis ganas de seguir luchando siempre disminuían, siempre eran destruidas por alguien cuyas inseguridades, odios e inestabilidad mental eran mayores. Siempre me molestó, pero no hice nada al respecto por... ¿veinte años? Perdí la cuenta de tantas veces que sufrí abusos por parte de todos a mi alrededor. Empecé a temblar hace rato, pero esta vez no me importa tanto; supongo que me siento mejor relatándolo que haciendo memoria. En todo caso, querido diario, debo confesarte todo lo que hice. Si bien no es algo de lo que me sienta orgullosa, me siento obligada a mostrárselo a alguien, incluso si ese alguien no es capaz de tan siquiera analizarlo. Tú, mi fiel y querido diario, eres el único que me escucha en este salón vacío.

Comenzaré con mi vida temprana, de cuando era muy pequeña como para saber bien lo que hacía. Era bastante delgada, ilusionada. Mi madre me recogía el cabello en dos coletas de brillo amarillo, y corría por todos lados jugueteando con lo que me encontraba. En el parque mis atracciones favoritas eran los columpios. No entendía muy bien la razón, sólo los amaba. Ahora que lo pienso con más tiempo y razonando un poco, creo que es porque me sentía una mujer grande, que podía tocar las nubes con solo alzar la mano, y que nadie era más que yo. Me sentía como mi madre, siempre fuerte y severa, sin perder las dulces caricias que siempre me daba antes de dormir. Ella me cantaba canciones de cuna mientras la luz de una vela iluminaba el cuarto. No usaba una lámpara porque creía que era más bonito y poético colocar una vela, que simplemente moriría con el tiempo, no sin dejar un legado. Aunque fuera algo patético como lo iluminar nuestras noches secretas ajenas al mundo de las finanzas de mi padre y el alcohol, ella creía que era una razón noble para existir; según su filosofía, además, todos teníamos una razón de ser, por minúscula que fuera. En mis memorias ella siempre tuvo un lugar especial, y siempre lo tendrá. Mi madre, aquella mujer noble que jamás me alzó la voz, y que jugó conmigo en sus ratos libres. Aquella mujer que murió a manos de una enfermedad cuando era una chiquilla inocente, de quien me vi forzada a depender todo ese tiempo. Ella, mi amada madre.

Tras la falta de amor de aquella mujer tan sabia me vi obligada a vivir con mi padre. Tenía sólo siete años, y creo que ese fue el inicio de mis penurias. Estoy escribiendo esto a los veintiocho años, pero no lo culpo a él por todo, sino a los que me rodearon desde aquel entonces. Como dije, él era un alcohólico que maltrataba a mi madre constantemente. Las finanzas lo tenían loco, ¡y no lo culpo! A día de hoy me dedico a lo mismo gracias a sus forzadas enseñanzas, las cuales agradezco infinitamente, ya que es gracias a eso que pude tener una vida llena de los pequeños lujos que me pude permitir, aunque en mi niñez no me faltaron. Era de familia bien posicionada social y económicamente, y aún así no era feliz. Se acabaron las noches con mi madre, los relatos sobre la hermosa y noble vida de una vela, las ideas sobre libertad y la importancia de una vida. Todo fue reemplazado por noches oscuras llenas de miedo y nadie que me intentara consolar; tampoco buscaba a mi padre, estaba muy estresado como para poder ir a lloriquearle en el hombro y que me cuidara. Mi vida escolar fue, al inicio, buena. Me llevaba bien con todos, y les llamaba la atención mi rubia y brillante cabellera, porque todos estaban acostumbrados a las castañas. Me sentía especial por ser la única que podía reclamar el nombre cariñoso de "rizos de oro" que me dio la profesora que impartía clases. Mis coletas, sin embargo, desaparecieron porque mi madre ya no estaba para hacérmelas. Cuando una compañera de clases se ofreció a hacerlas por mí, ya que no sabía, lloré al verme en el espejo de la casa. Lloré lo que quedaba del día, e incluso olvidé hacer la tarea. Al día siguiente todos entendieron, pero me sentí muy mal por una semana. Creo que incluso por más tiempo...

El verdadero infierno fue al año siguiente, que nos cambiamos a un barrio más adinerado. Con eso, tuve que despedirme de mis amigas y amigos, de la profesora y del apodo "rizos de oro" hasta varios años más adelante. Los niños se burlaban del brillo de mi cabello en lugar de estar impresionados. Me arrinconaban, me empujaban, me tumbaban en pleno patio y se reían de mí, junto a todos los de las distintas clases. Me acostaba a llorar cuando eso pasaba, y me arrojaban cosas. No era para nada placentero, y en casa no iba mejor: mi padre no salía de su estudio para recibirme y tenía que prepararme la comida. Desarrollé una habilidad para la cocina impresionante considerando mi edad, pero no me sentía feliz por ello. Pasaba las tardes sola en casa sin nadie que me invitara a jugar, o nadie con quien conversar. Sólo a una vecina mayor que me regalaba libros, con quien tuve una gran amistad hasta que murió, meses más tarde, porque era demasiado vieja como para poder seguir en este mundo. Su muerte me impactó al igual que la de mi madre porque era muy cercana a mí. El día de su muerte era su cumpleaños y le iba a dar un ramo de rosas rojas, sus favoritas, acompañadas de un libro que me dijo que quería. Ella fue la última persona con quien establecí una buena relación.

Los años siguientes transcurrieron igual: era acosada por mis compañeros, y con el pasar del tiempo la sonrisa fue borrada de mi rostro. La profesora era estricta, inflexible, despiadada, cruel. Si llegaba tarde me llevaba a un rincón del salón y me azotaba con una regla, aún cuando estaba prohibido por las normas de la institución, pero nadie hacía nada al respecto. En cambio, los profesores decían que era una buena forma de disciplinar a los niños, y algunos incluso lo pusieron en práctica años más tarde. Las niñas, por su parte, se reunían a mis espaldas para hablar mal de mí y decir chismes absurdos que no se creían, pero que igualmente divulgaban por toda la institución, de manera que fui conocida como "la niña come-ardillas", "la que se metía al baño de niños", "la pequeña brujita", "come-bichos" e incluso "mata-gatitos". Todo esto me llevó a pensar que era mi culpa ser así de frágil, sensible, delicada. Al salir de clases lloraba frente al colegio porque sabía que estaban hablando mal de mí, y jamás le dije nada a los profesores. Supongo que fue un grave error. Ah, me duele la espalda, escribir en esta posición no me sienta bien.

Bien pues, ya graduada, decidí no ir a la universidad. Los estudios que mi padre me forzó a repasar una y otra vez me ayudó a ser la aprendiz de mi padre en su empresa. Terminé de darle los toques a aquellos conocimientos en el mundo mercantil: cuándo invertir, cuándo ver que las acciones van a caer para vender, estudiar la competencia en la bolsa, predecir la caída de una que otra empresa, amasar dinero como nadie antes lo hizo. Claro que esa fortuna inmensa que ganaba no era para mí, sino para la amante de mi padre, que se llevaba todo en viajes y joyería que forzaba a recibir. Esa mujer joven, de unos treinta y dos, logró chupar el dinero de mi padre en menos de un año, y lo terminó abandonando casi sin nada, ya cuando no podía pagarle un viaje a El Caribe. Su fortuna fue recuperada poco a poco, pero su humor terminó por destruirse por completo. Ya ni siquiera nos veíamos en la oficina, sino que recibía las notas de su secretaria, para que evitara verlo en tan mal estado. Sólo en la casa, ya cuando estaba más relajado, podía acercarme a él sin que me gritara o intentara golpearme. Me llamaba fracasada por no haber estudiado algo como medicina o derecho, y ni tan siquiera servir como ama de casa; esto último lo dijo sin saber que era yo quien recibía los cheques de la limpieza y la comida. Me sentía bien sabiendo que se equivocaba, pero no recibía una pizca de cariño de su parte. Cuando murió, ya pasados cinco años en esta rutina monótona llena de fortuna, tuve que hacerme cargo de todo lo que dejó por hacer. Terminé cerrando todo para dedicarme a algo que me gustara más por muchas quejas que recibí, pero terminé reabriendo el negocio por falta de éxito.

Con una vida tranquila, sin llamar la atención, ¿quién diría que la chica que siempre usaba una rosa en su cabello, recordando a aquella amable mujer, terminaría siendo un peligro para su comunidad?

¿Recuerdas, querido diario, cuando te dije que todos tienen un propósito? Creo que encontré el mío.

Al principio mencioné que no me sentía orgullosa de nada de lo que iba a relatar, y no lo estoy. Pero lo que diré a continuación es la peor parte de lo que ha sido mi corta vida. Reitero: no culpo a mi padre, o incluso a la enfermedad de mi madre. Aquellos que realmente me hicieron daño fueron los que me oprimían, y es de ellos de quien quiero algo. En realidad fue bastante sencillo, considerando que ninguno tuvo éxito en su vida. Ahora, en este salón lleno de sangre, debo dejar de escribir. Querido diario, gracias por tu atención. Ahora me despido, no sin antes añadir que adoro ser llamada Rosa, aunque no sea mi nombre, porque me considero una.

Con cariño,

Rosa.



Flor
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Pimer relato: Espinas

Segundo relato: Espinas de brugmansia

Tercer relato: Espinas de acónito

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Quinto relato: Semillas de angélica

13
El Ágora / [Tablero de juego] Tiniebla gris.
« en: 13 de Abril de 2013, 07:06:36 am »
Bienvenidos sean al tercer tablero de juego. Como bien sabrán, en el tablero se desarrollará un crimen -asesinato, por defecto-, y los jugadores asumen el rol de detectives investigando el asesinato. El sistema está basado en preguntas, respuestas y acciones.

Reglas.


-Cualquier cosa escrita en rojo forma parte de la verdad absoluta. No es posible negarla.
-Pueden escribir en verde para decir hipótesis que expliquen los hechos desde el punto de vista "humano".
-La verdad morada será usada por los testigos para decir la verdad, y nada más que la verdad, salvo por una persona, el culpable. El culpable puede mentir usando la verdad morada, pero será difícil de identificar.
Respeten las siguientes normas:

Spoiler: SS. Van Dine: Reglas de los misterios • mostrar
Reglas:
1. El lector ha de tener iguales oportunidades que el detective para resolver el misterio. Todas las pistas deben ser completamente mostradas y descritas.

2. No se debe hacer caer al lector en ninguna trampa o despiste que no sean los legítimamente puestos por el criminal al propio detective.

3. No debe haber intriga amorosa. El asunto es llevar al criminal a manos de la justicia, no llevar a una enamorada pareja al altar del himeneo.

4. Ni el detective, ni ninguno de los investigadores oficiales, podrá nunca revelarse como culpable. Es una truculencia de mal gusto, como ofrecerle a alguien un penique brillante a cambio de una moneda de oro de cinco dólares. Es una pretenciosidad falsa.

5. El culpable debe ser determinado por deducción lógica, no por accidente, coincidencia, o confesión sin motivos. Resolver un problema criminal de esta manera es como llevar al lector de caza y, después de una fatigosa marcha, decirle que tenías la pieza que buscaba todo el rato en tu manga. Un autor así no es mejor que un prestidigitador aficionado.

6. La novela policíaca debe tener un detective, y un detective no es un detective hasta que detecta algo. Su función es reunir pistas que deben conducir hasta la persona que hizo el trabajo sucio en el primer capítulo; y si el detective no llega a su conclusión a través de un análisis de estas pistas, no habrá resuelto su problema mejor que el escolar que saca su respuesta sin demostrar el desarrollo aritmético.

7. En una novela policíaca tiene que haber un cadáver, y cuanto más muerto esté el cadáver, mejor. Ningún delito menor que el asesinato será suficiente. Trescientas páginas son demasiadas para cualquier otro delito que no sea un asesinato. Después de todo, el tiempo del lector y el gasto de energía deben ser recompensados.

8. El problema del crimen debe ser resuelto con medios estrictamente racionales. Métodos para conocer la verdad como cábalas, lectura del pensamiento, sesiones espiritistas, bolas de cristal y cosas por el estilo, están prohibidos. El lector tiene una oportunidad cuando confronta su ingenio con el de un detective racionalista, pero si debe competir con el mundo de los espíritus y hacer persecuciones por la cuarta dimensión o las metafísicas, está derrotado ab initio.

9. No debe haber más que un detective, esto es, un protagonista de la deducción, un deus ex machina. Juntar las mentes de tres o cuatro, o a veces una banda de detectives, para resolver un problema» no es sólo dispersar el interés y romper el rastro directo de la lógica, sino adquirir una ventaja nada limpia sobre el lector. Si hay más de un detective, el lector no sabe quién es su conductor. Es como hacer al lector correr una carrera contra un equipo de relevos.

10. El culpable debe ser una persona que ha formado parte más o menos importante de la historia, esto es, una persona con la que el lector está familiarizado y en la que encuentra un interés.

11. Un sirviente no debe ser escogido por el autor como culpable. Es una solución demasiado fácil. El culpable debe ser decididamente una persona de importancia, alguien que normalmente no caería bajo sospecha.

12. Debe haber un solo culpable, sin importar el número de crímenes que se cometan. El culpable puede, por supuesto, tener un cómplice o ayudante secundario, pero el peso importante debe reposar sobre un solo par de hombros: la indignación del lector debe ser concentrada sobre una única naturaleza negra.

13. Las sociedades secretas, mafias, et al, no tienen sitio en una historia policíaca. Un asesinato fascinante y realmente hermoso es arruinado irremediablemente por cualquier culpabilidad compartida. En una novela policíaca, al asesino se le debe tratar con deportividad; pero es ir demasiado lejos proporcionarle una sociedad secreta en la que se pueda refugiar. Ningún criminal con clase que se respete aceptaría tales ventajas.

14. El método del asesinato, y los medios para detectarlo, deben ser racionales y científicos. Esto es, la seudociencia y los instrumentos puramente imaginativos y especulativos no han de ser tolerados en el román policier. En el momento en que un autor incurre en los terrenos de la fantasía a la manera de Julio Verne, se aparta de los caminos de la acción policíaca, adentrándose en los vastos dominios de la aventura.

15. La verdad debe estar continuamente a la vista, para que la astucia del lector pueda llegar a detectarla. Con esto quiero decir que si el lector, después de conocer la explicación del crimen, vuelve a leer el libro, verá que la solución estaba, en cierto sentido, delante de sus ojos, que todas las pistas señalaban realmente al culpable, y que, si hubiera sido tan listo como el detective, podría haber resuelto el misterio por sí solo sin tener que llegar al último capítulo. No hace falta decir que el lector inteligente resuelve a menudo el problema.

16. Una novela policíaca no debe contener largos pasajes descriptivos, ni profusión de adornos literarios, ni trabajados análisis de caracteres, ni preocupaciones «atmosféricas». Estas cosas no tienen lugar en un relato de crimen y deducción. Entorpecen la acción e introducen aspectos irrelevantes para el propósito principal, que es presentar un problema, analizarlo y ¡levarlo con éxito a una conclusión. Para estar seguros, debe haber las descripciones y dibujo de personajes justos para darle a la novela una verosimilitud.

17. Un delincuente profesional nunca debe cargar con la culpa en una novela policíaca. Los crímenes cometidos por ladrones y bandidos son asunto de los departamentos de policía, no de los autores y brillantes detectives aficionados. Un crimen realmente fascinante es el cometido por un sacerdote o un caballero famoso por sus actos de caridad.

18. En una novela policíaca, el crimen no debe resultar nunca un accidente o un suicidio. Finalizar la odisea de una investigación con tal anticlímax es burlarse de la confianza del lector.

19. Los móviles de todos los crímenes en las novelas policíacas deben ser personales. Los complots internacionales y las políticas de guerra pertenecen a una categoría diferente de ficción -a las historias de espionaje, por ejemplo-. Pero una historia criminal debe mantenerse en la esfera de lo cotidiano, debe reflejar las experiencias habituales del lector, y darle una cierta salida a sus propios deseos y emociones reprimidos.

20. Y (para darle a mi credo unas puntualizaciones finales) incluyo una lista de algunos trucos en los que ningún escritor de historias policíacas que se precie se permitirá caer. Han sido empleados y resultan familiares a todos los verdaderos amantes de la literatura criminal. Usarlos es una confesión de ineptitud y falta de originalidad por parte del autor:

a) Determinar la identidad del culpable comparando la colilla dejada en el lugar del crimen con la marca fumada por un sospechoso
b) La falsa sesión espiritista para asustar al culpable y forzar su confesión
c) Falsas huellas dactilares
d) La coartada de la figura simulada
e) El perro que no ladra y con ello revela el hecho de que el asesino es familiar
f) La acusación final contra un gemelo o un pariente que se parece exactamente a la persona sospechosa, pero inocente
g) La jeringa hipodérmica con droga somnífera
h) El crimen en una habitación cerrada por dentro
i) El test de asociación de palabras para descubrir al culpable, y
j) La carta en clave que es desentrañada por el detective


-Yo soy el Game Master, quien tiene todas las respuestas y dirá las pistas. Sin embargo, el mismo no puede decir quién es el culpable. Eso lo determinan los jugadores.

-Todo será narrado desde el punto de vista sobrenatural.

-Cualquier argumento que viole el decálogo será descartado.


Tutorial de juego:

Spoiler: mostrar
X Usuario hace la petición.

"Repite en rojo: La puerta del comedor estaba cerrada a la hora del asesinato."

A lo que yo debo responder según me convenga:

"La puerta estaba cerrada a la hora del asesinato. Desde adentro."

Y se seguirán haciendo peticiones hasta quedar una lista de verdades rojas para formar una hipótesis. Imaginemos que ya se han hecho peticiones como para armar un argumento. Estas son:

"La puerta estaba cerrada a la hora del asesinato. Desde adentro.
No había nadie vivo dentro del salón.
Sin la llave de la puerta, es imposible entrar o salir de la habitación.
En efecto, las 3 personas en el salón murieron inmediatamente.
Las tres tenían armas en las manos.
"

Lo que daría como resultado una hipótesis:

"Las tres personas se asesinaron simultáneamente."



Además de preguntar y responder, pueden recurrir a los testigos. Sólo se necesita escribir la acción -o acciones- en verde. Por ejemplo:

"Solicito hablar con Dhalia Gillespie para preguntarle dónde estaba a la hora del asesinato. También si alguien tenía motivos para cometer el crimen."

Suponiendo que el/la testigo está dispuesto/a a responder, la escena sería un diálogo entre ambos.

"Estaba en el comedor, sirviendo la comida. Y sí, el señor Mason tenía cierto resentimiento porque la señorita Alessa le quitó la custodia de su hija."

Creer o no en esta declaración queda a criterio del detective.[/spoiler]

Datos del caso


Spoiler: Argumento: King's Abott en 2005 • mostrar

King’s Abott, 2005. Tras la “crisis” que sufrieron las personas con la llegada del año 2000 y el supuesto fin del mundo que iba a ocurrir, las actividades del pueblo se hicieron cada vez más aburridas. La agricultura dejó de ser una forma viable de ganarse la vida, pues las granjas montadas por empresas reemplazaban la vida del campo con maquinaria que cada vez empezaba a quitarle trabajo a aquellos que se escapaban del ruido de la “ciudad”. Los empresarios empezaron a interesarse por un pueblo con mucha capacidad y espacio sin usar para construir edificios de oficinas y traer empleo, claro que obteniendo ganancias. Roger, el pobre hombre que presenció cuatro terribles asesinatos, falleció el año pasado. Andrew Glynn, quien perdió a su esposa por culpa de sus “amigas más cercanas” desarrolló un odio por las mujeres y King’s Abott. Se fue a Londres, donde esperaba vivir tranquilo con su fortuna.

Lisa Garland, junto a su padre, abrió una clínica en el centro del pueblo. Actualmente tiene cierto reconocimiento, y es querida por todos en su barrio. No pasó lo mismo con algunos de los invitados a la catástrofe de la casa Wright, y los sirvientes tuvieron que irse. El primo de Glynn, James, logró el éxito y amasó una enorme cantidad de dinero al subastar una colección completa de sus obras de arte. Compró una enorme casa en King’s Abott, casi tan grande como la mansión Simmons, y organizó una fiesta para celebrar. Invitó a varias personas muy conocidas en el pueblo, entre ellas Lisa Garland, de quien está enamorado. Planea proponérsele a la joven enfermera.

James invitó también a su primo, aunque no espera verlo llegar.


Spoiler: Personajes • mostrar

James Mathews: primo del magnate de los negocios, Andrew Glynn. Pintor especializado en el naturalismo y arte moderno. Logró subastar con éxito una colección completa, y con la enorme fortuna que consiguió compró una casa casi tan grande como la mansión Simmons. Anfitrión.

Lisa Garland: enfermera que, junto a su padre, montó una clínica en el centro del pueblo. Cautivó al artista casi sin saberlo hace seis años y desde entonces recibe regalos de un admirador secreto. Espera con ansias el día en el que podrá conocerlo.
Dr. Anthony Garland: padre de Lisa, un señor muy viejo que atiende la clínica. Presenció la muerte de Mrs. Wright y los hermanos Simmons. Tiene muy mal carácter, pero no le gusta actuar así frente a su hija. Comparte el gusto por el arte con el señor James.

Andrew Glynn: primo de James, el anfitrión. Desde la muerte de su prometida juró venganza contra Rachel y Jessica, aunque cumplan cadena perpetua. Decidió asistir a la reunión de su primo porque siempre han sido muy allegados, pero sigue odiando el pueblo.

Agnes Bowers: señora muy adinerada esposa de un adinerado señor que vive en Austria. Pasa sus vacaciones alejado de él, así que decidió ir a Inglaterra de visita. Fue invitada al evento por su fama, que sin embargo no le da buena reputación. Es conocida por ser grosera.

Ange Bowers: hija de Agnes Bowers. Chica muy inocente de doce años que fue obligada a ir. Le gusta jugar y corretear, y su única meta en la vida es conocer gente y hacer amigos. Adora los dulces.

Craig Bowers: hermano gemelo de Ange Bowers. También fue forzado a ir a la reunión con su madre. Es muy calmado y se queda sentado sin hacer nada con frecuencia. Es bastante obediente. Nunca responde de mala manera, y sea quien sea la persona que le dé la orden, la cumplirá.

Adam Collingwood: hombre muy misterioso, famoso por ser el dueño de la casa de subastas. Fue invitado por haber promocionado la venta del señor James con tanto éxito, y ahora le debe su eterno agradecimiento. O al menos eso cree él.

Alfred Jones: amigo de James desde la infancia. Jamás se perdería este evento, ¡es lo que han estado esperando! Sabe del enamoramiento del señor, y planea apoyarlo en lo que pueda. Se dedica a la escultura, y le va bien. Actualmente está organizando una subasta como su amigo.

Daniela Pérez: una joven latina con padres millonarios que pasa sus vacaciones en el tranquilo pueblo de King’s Abott, donde es conocida por derrochar dinero en cantidades impensables. Es bastante agradable, una chica de la alta sociedad, pero también es un poco distraída.

George Mallory: uno de los sirvientes de la casa. Es el más allegado al señor Mathew, porque es su asistente personal. Aún así, y puesto que e señor Mathew no necesita mucho, ayuda con las labores de la casa.

Francis O’Bryan: mujer de mediana edad proveniente de los Estados Unidos que trabaja en la casa. No se sabe mucho de su pasado, pero por lo que cuenta ella se vio obligada a escapar de su esposo, quien representaba una amenaza para su integridad física. Recibió ayuda de “un hombre misterioso”.

Cheryl Baldwin: una chica que trabaja en la casa como chef. Estudió en Austria y se especializa en platillos dulces, como el país. Su actitud, sin embargo, no es tan agradable. Responde de mala manera y es bastante agresiva.

Marisa Cheren: es la jefa de personal en la casa. Siempre mantiene la cara en alto y el ceño fruncido. Los demás le tienen miedo, y se le empiezan a marcar las arrugas a pesar de tener 28 años.



Spoiler: Los hechos • mostrar

07.02 am: empiezan a llegar los invitados. El primer grupo en llegar estaba conformado por Mrs. Bowers y sus hijos.

07.45 am: todos los invitados llegaron. Se sentaron en el salón principal y esperan los famosos postres de la cocinera.

08.15 am: los niños fueron llevados al cuarto de su madre para que pudieran jugar con Lisa. A los invitados en el salón se les sirvió vino blanco.

08.40 am: el desayuno está servido. Lisa va con los niños al comedor, y los invitados los esperan. Son sentados junto a su madre.

09.30 am: tras desayunar, los invitados vuelven al salón y Lisa guía a los niños al patio trasero para seguir su juego.

11.23 am: algunos invitados se van a explorar la casa, mientras otros se quedan con el señor Mathews. El doctor Anthony, la señora Bowers y Daniela se fueron. Daniela revisa su cuarto, asegurándose de que no haya olvidado nada en casa.

01.20 pm: el almuerzo está listo. Se llama a los invitados a comer. Todos asisten, y los niños siguen bajo el cargo de Lisa. El señor Mathews hace un anuncio, quiere ver a Lisa en privado.

02.30 pm: Lisa sale de su cuarto emocionada. Varios la vieron ir corriendo hasta el despacho del señor.

03.27 pm: Lisa vuelve con los niños bastante emocionada. La señora Bowers estaba en el cuarto con ellos; le pidió que se fuera. El doctor está en su cuarto, durmiendo la siesta. Daniela y Alfred conversan un rato en la sala. Andrew habla con su primo en su cuarto. Adam intenta conversar con la cocinera, pero ella no quiere.
 
04.21 pm: se llama a la hora de la merienda. Todos atienden menos tres personas: la señora Bowers y sus hijos. Asumen que los niños toman la siesta y ella los está cuidando, así que les guardan los postres.

08:13 pm: la señora no sale del cuarto, así que Marisa decide ir a llamarla porque todos están preocupados. Usa su llave maestra para abrir la puerta. Se escucha un golpe en el piso de abajo: Marisa se desmayó.


Spoiler: Los cadáveres + Inicio del juego • mostrar

Al abrir la puerta un olor espantoso salió de la misma llenando el pasillo. Todos los que estaban en sus habitaciones pudieron sentirlo. Los cuerpos llevaban tiempo encerrados ahí, quizás desde la tarde. Las cortinas estaban cerradas, y las luces apagadas. Era difícil distinguir lo que había dentro, pero el color más característico de la muerte era evidente: la sangre por toda la alfombra, las paredes, los muebles. Salpicaba cada cosa que había, y un charco enorme salía de la cabeza de las tres víctimas. Los rostros eran irreconocibles, estaban muy golpeados como para saber quién era quién por identificación facial. Aún así, la ropa de cada uno era más que suficiente. La señora usaba un vestido blanco, ahora decorado con rosas rojas de todos los tamaños posibles. La niña tenía un vestido rojo, que originalmente era rosado. El niño estaba junto a su hermana, agarrados de la mano, con la cabeza “mirando” hacia el techo. Marissa no pudo resistirlo y cayó desmayada. Lisa acudió en su ayuda, mientras el doctor revisaba los cuerpos.

Pudo encontrar la llave de la habitación en el bolso de mano que traía la señora Bowers. Los niños no tenían mucho que examinar: sus pequeños cráneos fueron molidos a golpes con el candelabro ensangrentado que estaba en el suelo. Todos se reunieron fuera de la habitación mientras se realizaba el macabro análisis. Aparentemente llevaban muertos cuatro horas, quizás más. Es difícil determinarlo con exactitud sin los equipos necesarios. Nadie dijo nada, pues no tenían el valor para hacerlo. Todos sabían que la señora Bowers era odiada por muchos, pero esto era exagerado. Esta cantidad de odio no es natural. El doctor vomitó un poco tras examinar los cuerpos. Estaba acostumbrado al olor de la muerte, pero la visión no era agradable. Tuvo que ir al baño porque estaba mareado. Al descubrir los cuerpos llamaron a las autoridades, y al salón entraron varios detectives.

—¡Perfecto! —dijo la bruja para sí. A la vez que dijo esto el mundo tomó un tono grisáceo. Nadie se movía, o parecía saber que la bruja estaba presente.

Se acercó a los detectives, los únicos con la capacidad de verla, que estaban reunidos en el salón principal. Entre ellos estaba una bruja rosada con cabello rubio, quien hablaba con otra de cabello azul. Ellas no podían ser vistas por humanos, así que asumían un cuerpo distinto al desaparecer el manto de tinieblas gris.

—Les deseo suerte —se reía al hablar— ¡les prometo que este tablero les dará dolores de cabeza!
—Eso esperamos —dijo la de cabello azul— y que al menos entretenga.

La bruja dorada aplaudió y el hechizo se fue. Explotó en una nube de mariposas doradas, dando inicio al tablero de juego.



Recopilaciones



Información de la casa:
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La casa posee una estructura simple: el primer piso es meramente de entretenimiento. Posee una sala enorme, que es la entrada. A la derecha, por un pasillo, se va a la cocina. Posee un patio trasero y delantero. Por un pasillo en el centro del salón se va a las diferentes habitaciones: de juegos, un pequeño bar, una biblioteca y la galería de arte constituida por algunas obras de James. El segundo piso posee los cuartos, nada más.


Información del asesino:
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El asesino ató a la señora Bowers después de que matará a los niños.

El culpable no planeaba asesinar a más de tres personas.



El asesino solo planeaba matar a dos de las tres personas.



El culpable debe ser una persona que ha formado parte más o menos importante de la historia, esto es, una persona con la que el lector está familiarizado y en la que encuentra un interés.



El asesino conocía al esposo de la señora Bowers.



El asesino ató a la señor Bowers sin su consentimiento.



El asesino está vivo.



El asesino trabajó con alguien más.



El asesino no posee relación directa con el esposo.



El cómplice y el asesino tenían razones distintas para cometer el crimen.[/spoiler]

Información de la complice del asesino:
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La ayudante del asesino es mujer.



El cómplice y el asesino tenían razones distintas para cometer el crimen.



El cómplice estuvo presente en el momento del asesinato.



El cómplice no tenía razones para asesinar a la señora.



La señora Bowers no conocía al cómplice de su asesino.



El cómplice posee una enfermedad mental.




Pista extra en agradecimiento por la recopilación: personalidad.
[/spoiler]

Información del crimen:
Spoiler: mostrar
La daga utilizada le pertenece al cómplice.



El asesino cerró la puerta desde adentro.



El asesino nunca salió del cuarto hasta que se abrió la puerta desde afuera por Marissa.



El asesino salió por la puerta del cuarto.



El asesino usó la llave de la señora Bowers para cerrar la puerta: ningún otro método se usó para esto. Es decir, se eliminan las llaves maestras de los sirvientes, mecanismos externos de cualquier clase o defectos en la cerradura.



Las ventanas y la puerta del cuarto de la señora Bowers estaban cerradas desde dentro.



Existen ventanas en el cuarto de la señora Bowers por las que una persona podría escapar y saltar, sobreviviendo. Sin embargo, las ventanas estaban cerradas desde adentro. No existe ninguna otra forma de salir: no hay puertas secretas, trampillas, ductos de lavandería o cualquier otro orificio por el cual el asesino pueda escapar.



Existen seis llaves capaces de abrir el cuarto de la señora: las llaves maestras que poseen los sirvientes -George, Francis, Cheryl y Marisa-, la llave maestra que posee James y la llave del cuarto que se le dio a la señora.



Quien cerró la puerta con llave fue el asesino.



El asesinato se cometió en el cuarto donde fueron encontrados los cuerpos sin vida.



Los niños fueron asesinados mientras dormían.



No se escuchó nada en el momento del asesinato porque los niños fueron asesinados con un solo golpe en la cabeza.



El arma que mato a los niños fue un candelabro.



El arma que mato a la señora Bowers fue una daga.



Los niños, al estar dormidos, no opusieron resistencia. La señora Bowers sí.



Los tres Bowers fueron matados por su asesino en persona.



Desde que la puerta se cerró tras el asesinato hasta que la abrió Marisa Cheren a las 08:13 pm, nadie abrió ni cerró esa puerta.



La puerta fue cerrada en un lapso de tiempo no superior a cinco minutos después del asesinato.



La llave estaba en el bolso junto al cadáver y ésta fue con la que se cerró el cuarto tras cometer el asesinato.



El asesinato sí tiene que ver con el esposo de la señora.



Exceptuando la llave de Marisa, la única llave usada para abrir y cerrar la puerta fue la llave de la señora Bowers.



En la habitación no había nadie más que la señora Bowers y sus hijos (en el momento en que marisa abrio la puerta).



Es imposible esconderse en esa habitación.



Despues del asesinato cuando todos se reunieron en la habitacion de la señora bowers la llave de la señora Bowers la tiene James. Las demás están en los bolsillos de sus respectivos propietarios.



Un sirviente no puede ser ni asesino ni cómplice.



El orden de personas que llegaron a la escena del asesinato: Marisa, James, Lisa, Andrew, Adam, el doctor, Daniela, Alfred, Cheryl, Francis, George.



La llave utilizada para abrir la puerta le pertenece a la señora Bowers.



Nadie sacó las llaves de la señora Bowers de su bolso más que para examinarla. Siguen ahí, donde siempre estuvieron.



[colore=red]A la señora Bowers N-A-D-I-E le robó la llave. Ella la tuvo todo el tiempo. Incluso cuando fue asesinada.[/color][/spoiler]


Información de la familia Bowers:
Spoiler: mostrar
La señora Bowers era odiada por todos debido a su mal carácter y sus malas compañías.



La señora Bowers estaba deacuerdo con que sus hijos murieran.



Todos estuvieron presentes a la hora de la merienda menos la señora Bowers y sus hijos.



En persona, nadie conocía al esposo de la señora.



La señora Bowers conocía a todos en la casa (después de que se conocieran todos en la fiesta).



Quienes conocían a la señora Bowers eran Lisa, el doctor Garland, Adam y James antes de que fuese invitada a la fiesta.




De los invitados, sólo James conocía al señor Bowers en persona.

[/spoiler]

Información de todas las personas (sin contar a la familia Bowers)

Spoiler: mostrar
El hombre misterioso no es el asesino (Adam).



Después del intento fallido de hablar con la cocinera, Adam va al segundo piso.



Daniela va al salón de juegos. Alfred se queda en la sala, bebiendo.



Andrew y su primo hablan de la proposición de matrimonio y de negocios.



El doctor se despertó porque tenía sed, así que fue a la cocina para pedir un vaso de agua.



Lisa se fue hacia el patio delantero. Se encontró al doctor yendo a la cocina, mas no hablaron.



El doctor, Adam, Alfred, Lisa, James, Andrew y Daniela se cambiaron la ropa horas antes de la merienda. Los sirvientes no, usan uniforme.



Lisa estaba emocionada porque le habían dado una buena noticia con respecto a la clínica.[/spoiler]

Piezas


Los jugadores que actualmente tienen piezas son:


Nota: usar el ajuste de tamaño para los sprites de Lady Lambdadelta, Lady Bernkastel y Ushiromiya Battler, ajustándolo con (img height=500)(/img), sustituyendo -()- por -[]-.
*: Sprites sin actualizar.


¡Todos los datos han sido presentados! ¡Detectives, reúnanse en el salón! La bruja quiere verlos a todos y cada uno de ustedes. ¡Reírse en el rostro de cada uno personalmente es una satisfacción difícil de describir!
¡Oficialmente, este tablero está cerrado!
¡Felicitaciones a Acid Citric!

14
El Ágora / El Ágora: Temas importantes
« en: 18 de Marzo de 2013, 12:15:19 am »
    Recopilación de temas importantes en El Ágora.

    En este tema se colocan los temas más importantes y relevantes de El Ágora para su fácil acceso y mejorar la navegación por el subforo.

    Referentes al Foro






    General





    [/list]

    15


    Primer concurso de relatos
    Segundo concurso de relatos
    Tercer concurso de relatos
    Cuarto concurso de relatos
    Quinto concurso de relatos
    Sexto concurso de relatos
    Séptimo concurso de relatos
    • Primer lugar: MarT
    • Segundo lugar: CPU
    Octavo concurso de relatos
    Noveno concurso de relatos
    Décimo concurso de relatos
    Undécimo concurso de relatos
    Duodécimo concurso de relatos

    16
    Literatura y Fan Fiction / [Comentarios] Endless
    « en: 28 de Febrero de 2013, 06:45:06 am »
    Por favor, cualquier comentario relacionado con éste fanfic, colóquenlo aquí.

    Muchas gracias.

    17
    Literatura y Fan Fiction / [Fanfic] Endless
    « en: 28 de Febrero de 2013, 06:43:22 am »
    Pequeño prólogo.

    Cualquier comentario, por favor, postearlo en éste tema.

    Spoiler: mostrar
    Año 2000. Un magnate decidió construir una mansión para relajarse, en las afueras de King's Abott. Quería huir del estrés que le generaba la oficina donde trabajaba, y junto a su familia y sus más fieles sirvientes, irían al hermoso y frondoso retiro que ofrece la comunidad inglesa. La casa estaría inspirada en el estilo isabelino: esos castillos majestuosos, en colores secos, iluminados en la torres. Verdaderas obras de arte esculpidas con delicadeza por los más finos arquitectos de la época y, por muy poco modesto que suene, los mejores que había para ese entonces. Sin embargo, el edificio ofrecería cosas un poco raras, como una decoración más gótica que isabelina, o incluso salones modernos.

    Sin embargo, una semana antes de poder ir a su hermoso retiro, desapareció.

    La familia terminó mudándose. La vida en la casa no fue tranquila. Los sirvientes siempre comentaban ver el cuerpo de una mujer flotar por los pasillos en la noche, y en donde debería ir la cabeza, había una soga. Sus lamentos eran los nombres de las piezas de ajedrez: peón, alfil, caballo, torre, rey, siempre en ese orden. Algunos huían al día siguiente, y los demás creían que era una especie de ángel guardián que los protegía en su turno nocturno.

    Las cosas empeoraron unos meses después: dos cabezas flotantes volaban por el jardín, del cual se ocupaban las dos hijas del señor. A las chicas, ya mayores, no les importó ver los cuerpos, pues pasaban por sus cultivos, repitiendo peón, torre, rey, creyendo que era un conjuro para que sus plantas no murieran. Y en efecto, sus plantas eran longevas y daban una enorme cantidad de frutos. Sus manzanos fueron la sensación de King's Abott, con los que "se hacían los mejores crumbles."

    Como si fuera poco, una muchacha de la limpieza y un mayordomo aparecían cada vez que alguien fregaba el piso o limpiaba las ventanas, en el reflejo del agua que usaban. Las personas se fueron cansando de estos molestos espíritus, que no repetían nada más que rey. Muchos se negaban a limpiar en lo absoluto, pues la presencia de estos seres espectrales era perturbadora, más que nada por el hecho de que con ellos venía una sensación de cansancio repentina y una brisa helada.

    Ya al cabo de tres años, en 2005, las hijas amanecieron muertas en su amado jardín, sonriéndose entre sí. Estaban enterradas hasta la cabeza, y su piel era pálida. Lo más curioso era que nadie recordaba que las rosas fueran rojas; todos creían que eran blancas. Tras esto, la madre entró en pánico. Le buscaron tantos calmantes, tantas tazas de té, tanto medicamento, que cayó rendida en su cama. No salió de ese cuarto. Jamás.

    Cuando vieron qué pasaba, y tras forzar la puerta, su ama y señora estaba desaparecida. La buscaron el toda la casa: el jardín, el recibidor, la entrada, las afueras, la sala del té, las demás habitaciones, todo. Sólo en el último intento dieron con ella, en el ático. Un candelabro humano, ¿quién lo diría?

    Y, pensándolo un poco, ¿dónde estaba la única mujer que jamás gritó por los fantasmas, o el fiel mayordomo de la señora?

    Ah, sí, en la casa de los sirvientes con las manos cosidas a los bolsillos.

    18
    Literatura y Fan Fiction / [Relato] Sentimientos
    « en: 15 de Febrero de 2013, 05:30:20 am »


    Quiero verte sonreír, pero no me dejas. Te veo en la esquina, la figura solitaria que nadie más nota. Es triste saber que no tienes a nadie con quien compartir este día tan especial, intercambiar regalos, sentimientos. Un día tan lindo como este no debería ser problema para una persona como tú, amable y sencilla. Nadie se da cuenta de cuánto afecto puedes llegar a dar, porque te creen un bicho raro. Pero yo... quiero poder consolarte, y decirte que no hay razón para estar triste. Tu sonrisa falsa me hizo soltar una lágrima, pero tu mirada perdida me derribó. Por favor, no estés así.

    En mis manos tengo una carta con tu nombre, la cual contiene una declaración de amor. Planeaba entregártela, aunque no he tenido oportunidad de hacerlo. Un corazón roto no deja que nadie se aloje en él, por falta de amor para dar. Sé lo que se siente, también me han tratado mal. Sin embargo, desde el día que te conocí, cuando parecías tan alegre y con deseos de hacer amigos, quise acercarme. Ese día, me pareciste adorable. Nadie te hizo caso, salvo yo, desde mis sombra. Quisiera volver en el tiempo y tener la oportunidad de comenzar de nuevo. Lo único que salen de estos labios temerosos es tu nombre, sonando en la distancia; tú, incapaz de oírlo, te encierras más y más. El dolor te ha cegado, te ha ensordecido. E incluso, no eres capaz de sentir más que odio. Aún así, te amo.

    Me acerco a ti, con miedo. No notas mi presencia, como todos. Te ríes al verme, y crees que me burlaré de ti, pero tu cara cambia a ser una sorpresa cuando me siento junto a ti en el suelo. Aún así, no comienzas la conversación, y me veo en la obligación de hacerlo. Sigues sin responder. ¡Déjame oír tu voz, y calmarme! Deja que escuche de ti una risa falsa, que al menos me hará creer que me escuchas. Un gemido, un bufido, o una señal de que notas que estoy. Pero no me dejes hablando, quiero entregarte esto. He dejado caer una lágrima por accidente, y un pequeño sonido sale de tu boca al darte cuenta. Unas pocas palabras fueron más que suficiente para hacerme salir corriendo. No esperaba eso, pero al menos he podido oír tu voz una vez más. Aunque fueron palabras secas, ¡lo hice! Y no dejo de llorar, pero aún así soy... feliz.

    Ahora estoy llorando, ¿no es raro? Se suponía que este sería el día en el que te darías cuenta de que alguien te quiere, y que no estás por tu cuenta en el mundo. Supongo que un alma marchita no puede amar. Dejaré que sigas con tu vida, y en mi sombra velaré por tu felicidad.

    ¿Y estas lágrimas en mi espalda... de dónde salieron?

    El calor de tus brazos, tus lágrimas en mi cuerpo, y las palabras que no dejan de salir entrecortadas. Mis ojos... se humedecen. Mi corazón palpita cada vez más rápido, y puedo ver que el tuyo también. Más importante, has aceptado mis sentimientos. Ahora no puedo parar de llorar con un sentimiento distinto. Soy... feliz. ¡Soy extremadamente feliz! Ahora no puedo aguantarlo más, tengo que decirlo, porque...

    ¡Te amo!

    19
    Literatura y Fan Fiction / [Relato] Luna llena
    « en: 01 de Febrero de 2013, 06:09:30 am »


    Tengo una rara sensación en el pecho. El dolor penetra hasta mis espalda, haciéndose cada vez más agudo; es como si algo se hubiera incrustado en él, cavando un espacio en mi carne. No es algo de gran tamaño. En realidad, creo que es de un tamaño mínimo. Pero... ¿por qué me estoy cayendo? ¿No estaba caminando en el jardín de mi primo? Y, por cierto, ¿la luna no era llena? Esa figura cortando su luz por la mitad... Esa sombra negra, cuya silueta causa terror, no estaba ahí antes. Pensándolo bien, antes de todo esto hubo un sonido estremecedor, pero no le hice caso.

    No sentí el impacto al caer, mas aún tengo ese dolor en el pecho. La nieve cae en mi rostro, y no la siento. Ese frío de los primeros días de invierno me encanta, me pregunto por qué no puedo sentirlo. Esa criatura sigue frente a mí... y no deja de mirarme. Intento levantar los brazos, sin resultados. No me puedo levantar, ni hablar, o tan siquiera mantener los ojos abiertos. Hasta eso se me dificulta. El brillo de la luna volvió a ser el mismo, tan plateado como siempre. Ya no puedo oír el viento soplar a través de los rosales.

    El dolor desaparece. Eso sólo me preocupa más. Respirar es una tarea casi imposible. Los pulmones se van llenando de un líquido espeso... y en mi boca se siente lo mismo. Sabe horrible, y cada poco escupo una pequeña cantidad. Su olor... es un olor característico. Es como el olor del óxido, o del hierro. En efecto, estoy escupiendo sangre. ¿Cómo logro describir todo esto? Creo que no es importante, el punto es que la sensación se ha desvanecido... y con ella mis ideas se salvarme.

    La luna ya no es plateada, sino rosada. Lentamente, cambia de color. Ahora es más rojiza, y con el tiempo, asumo que terminará siendo negra. Cierro los ojos lentamente, y prefiero huir de este martirio. Me relajo, y dejo que la sensación de vacío se apodere de mí. Eso que sientes cuando te detienes a ver el mundo desde otra perspectiva, donde sientes que no tiene sentido. Eso que te hace dudar sobre lo que sabes. Eso que te atormenta, y que sabes que nunca se irá. Aquella sensación de muerte interna.

    Mis sentidos han muerto por completo, y ya sólo queda el recuerdo de la luna. Aquella luna hermosa y brillante que me acompañó desde el momento en que me dispararon. Ese color plateado, constante, que me calmó en mi desesperación. Su inalterable forma, el respeto que impone; los recuerdos que me trae, y las memorias que se lleva con ella. Todo esto es lo que representa la luna para mí. Lo ha sido desde incluso antes, y no dejará de serlo. No hasta que pierda esta lucha contra la muerte.



    Relato que hice para el cumpleaños de Anthony, aunque dudo que le guste.
    Happy drillday, Anthony!

    20
    El Ágora / [Tablero de Juego] Dorado divino.
    « en: 17 de Enero de 2013, 09:09:45 am »
    Bienvenidos sean al segundo tablero de juego. Como bien sabrán, en el tablero se desarrollará un crimen -asesinato, por defecto-, y los jugadores asumen el rol de detectives investigando el asesinato. El sistema está basado en preguntas, respuestas y acciones.

    Reglas.


    -Cualquier cosa escrita en rojo forma parte de la verdad absoluta. No es posible negarla.
    -Pueden escribir en verde para decir hipótesis que expliquen los hechos desde el punto de vista "humano".
    -La verdad morada será usada por los testigos para decir la verdad, y nada más que la verdad, salvo por una persona, el culpable. El culpable puede mentir usando la verdad morada, pero será difícil de identificar.
    Respeten las siguientes normas:

    Spoiler: SS. Van Dine: Reglas de los misterios • mostrar
    Reglas:
    1. El lector ha de tener iguales oportunidades que el detective para resolver el misterio. Todas las pistas deben ser completamente mostradas y descritas.

    2. No se debe hacer caer al lector en ninguna trampa o despiste que no sean los legítimamente puestos por el criminal al propio detective.

    3. No debe haber intriga amorosa. El asunto es llevar al criminal a manos de la justicia, no llevar a una enamorada pareja al altar del himeneo.

    4. Ni el detective, ni ninguno de los investigadores oficiales, podrá nunca revelarse como culpable. Es una truculencia de mal gusto, como ofrecerle a alguien un penique brillante a cambio de una moneda de oro de cinco dólares. Es una pretenciosidad falsa.

    5. El culpable debe ser determinado por deducción lógica, no por accidente, coincidencia, o confesión sin motivos. Resolver un problema criminal de esta manera es como llevar al lector de caza y, después de una fatigosa marcha, decirle que tenías la pieza que buscaba todo el rato en tu manga. Un autor así no es mejor que un prestidigitador aficionado.

    6. La novela policíaca debe tener un detective, y un detective no es un detective hasta que detecta algo. Su función es reunir pistas que deben conducir hasta la persona que hizo el trabajo sucio en el primer capítulo; y si el detective no llega a su conclusión a través de un análisis de estas pistas, no habrá resuelto su problema mejor que el escolar que saca su respuesta sin demostrar el desarrollo aritmético.

    7. En una novela policíaca tiene que haber un cadáver, y cuanto más muerto esté el cadáver, mejor. Ningún delito menor que el asesinato será suficiente. Trescientas páginas son demasiadas para cualquier otro delito que no sea un asesinato. Después de todo, el tiempo del lector y el gasto de energía deben ser recompensados.

    8. El problema del crimen debe ser resuelto con medios estrictamente racionales. Métodos para conocer la verdad como cábalas, lectura del pensamiento, sesiones espiritistas, bolas de cristal y cosas por el estilo, están prohibidos. El lector tiene una oportunidad cuando confronta su ingenio con el de un detective racionalista, pero si debe competir con el mundo de los espíritus y hacer persecuciones por la cuarta dimensión o las metafísicas, está derrotado ab initio.

    9. No debe haber más que un detective, esto es, un protagonista de la deducción, un deus ex machina. Juntar las mentes de tres o cuatro, o a veces una banda de detectives, para resolver un problema» no es sólo dispersar el interés y romper el rastro directo de la lógica, sino adquirir una ventaja nada limpia sobre el lector. Si hay más de un detective, el lector no sabe quién es su conductor. Es como hacer al lector correr una carrera contra un equipo de relevos.

    10. El culpable debe ser una persona que ha formado parte más o menos importante de la historia, esto es, una persona con la que el lector está familiarizado y en la que encuentra un interés.

    11. Un sirviente no debe ser escogido por el autor como culpable. Es una solución demasiado fácil. El culpable debe ser decididamente una persona de importancia, alguien que normalmente no caería bajo sospecha.

    12. Debe haber un solo culpable, sin importar el número de crímenes que se cometan. El culpable puede, por supuesto, tener un cómplice o ayudante secundario, pero el peso importante debe reposar sobre un solo par de hombros: la indignación del lector debe ser concentrada sobre una única naturaleza negra.

    13. Las sociedades secretas, mafias, et al, no tienen sitio en una historia policíaca. Un asesinato fascinante y realmente hermoso es arruinado irremediablemente por cualquier culpabilidad compartida. En una novela policíaca, al asesino se le debe tratar con deportividad; pero es ir demasiado lejos proporcionarle una sociedad secreta en la que se pueda refugiar. Ningún criminal con clase que se respete aceptaría tales ventajas.

    14. El método del asesinato, y los medios para detectarlo, deben ser racionales y científicos. Esto es, la seudociencia y los instrumentos puramente imaginativos y especulativos no han de ser tolerados en el román policier. En el momento en que un autor incurre en los terrenos de la fantasía a la manera de Julio Verne, se aparta de los caminos de la acción policíaca, adentrándose en los vastos dominios de la aventura.

    15. La verdad debe estar continuamente a la vista, para que la astucia del lector pueda llegar a detectarla. Con esto quiero decir que si el lector, después de conocer la explicación del crimen, vuelve a leer el libro, verá que la solución estaba, en cierto sentido, delante de sus ojos, que todas las pistas señalaban realmente al culpable, y que, si hubiera sido tan listo como el detective, podría haber resuelto el misterio por sí solo sin tener que llegar al último capítulo. No hace falta decir que el lector inteligente resuelve a menudo el problema.

    16. Una novela policíaca no debe contener largos pasajes descriptivos, ni profusión de adornos literarios, ni trabajados análisis de caracteres, ni preocupaciones «atmosféricas». Estas cosas no tienen lugar en un relato de crimen y deducción. Entorpecen la acción e introducen aspectos irrelevantes para el propósito principal, que es presentar un problema, analizarlo y ¡levarlo con éxito a una conclusión. Para estar seguros, debe haber las descripciones y dibujo de personajes justos para darle a la novela una verosimilitud.

    17. Un delincuente profesional nunca debe cargar con la culpa en una novela policíaca. Los crímenes cometidos por ladrones y bandidos son asunto de los departamentos de policía, no de los autores y brillantes detectives aficionados. Un crimen realmente fascinante es el cometido por un sacerdote o un caballero famoso por sus actos de caridad.

    18. En una novela policíaca, el crimen no debe resultar nunca un accidente o un suicidio. Finalizar la odisea de una investigación con tal anticlímax es burlarse de la confianza del lector.

    19. Los móviles de todos los crímenes en las novelas policíacas deben ser personales. Los complots internacionales y las políticas de guerra pertenecen a una categoría diferente de ficción -a las historias de espionaje, por ejemplo-. Pero una historia criminal debe mantenerse en la esfera de lo cotidiano, debe reflejar las experiencias habituales del lector, y darle una cierta salida a sus propios deseos y emociones reprimidos.

    20. Y (para darle a mi credo unas puntualizaciones finales) incluyo una lista de algunos trucos en los que ningún escritor de historias policíacas que se precie se permitirá caer. Han sido empleados y resultan familiares a todos los verdaderos amantes de la literatura criminal. Usarlos es una confesión de ineptitud y falta de originalidad por parte del autor:

    a) Determinar la identidad del culpable comparando la colilla dejada en el lugar del crimen con la marca fumada por un sospechoso
    b) La falsa sesión espiritista para asustar al culpable y forzar su confesión
    c) Falsas huellas dactilares
    d) La coartada de la figura simulada
    e) El perro que no ladra y con ello revela el hecho de que el asesino es familiar
    f) La acusación final contra un gemelo o un pariente que se parece exactamente a la persona sospechosa, pero inocente
    g) La jeringa hipodérmica con droga somnífera
    h) El crimen en una habitación cerrada por dentro
    i) El test de asociación de palabras para descubrir al culpable, y
    j) La carta en clave que es desentrañada por el detective


    -Yo soy el Game Master, quien tiene todas las respuestas y dirá las pistas. Sin embargo, el mismo no puede decir quién es el culpable. Eso lo determinan los jugadores.

    -Todo será narrado desde el punto de vista sobrenatural.

    -Cualquier argumento que viole el decálogo será descartado.


    Tutorial de juego:

    Spoiler: mostrar
    X Usuario hace la petición.

    "Repite en rojo: La puerta del comedor estaba cerrada a la hora del asesinato."

    A lo que yo debo responder según me convenga:

    "La puerta estaba cerrada a la hora del asesinato. Desde adentro."

    Y se seguirán haciendo peticiones hasta quedar una lista de verdades rojas para formar una hipótesis. Imaginemos que ya se han hecho peticiones como para armar un argumento. Estas son:

    "La puerta estaba cerrada a la hora del asesinato. Desde adentro.
    No había nadie vivo dentro del salón.
    Sin la llave de la puerta, es imposible entrar o salir de la habitación.
    En efecto, las 3 personas en el salón murieron inmediatamente.
    Las tres tenían armas en las manos.
    "

    Lo que daría como resultado una hipótesis:

    "Las tres personas se asesinaron simultáneamente."



    Además de preguntar y responder, pueden recurrir a los testigos. Sólo se necesita escribir la acción -o acciones- en verde. Por ejemplo:

    "Solicito hablar con Dhalia Gillespie para preguntarle dónde estaba a la hora del asesinato. También si alguien tenía motivos para cometer el crimen."

    Suponiendo que el/la testigo está dispuesto/a a responder, la escena sería un diálogo entre ambos.

    "Estaba en el comedor, sirviendo la comida. Y sí, el señor Mason tenía cierto resentimiento porque la señorita Alessa le quitó la custodia de su hija."

    Creer o no en esta declaración queda a criterio del detective.[/spoiler]





    Datos del caso.


    Spoiler: Ambiente e historia • mostrar


    King's Abott. 07 de Junio de 1999.

    Ya han pasado varios años desde que ocurrió la tragedia de Mrs. Wrigth, la mercader querida por todos. Después de esto, unos años después, dos jóvenes aparecen muertos, asesinados por una mujer delirante, cuyo nombre ha sido borrado de la historia del pueblo. Antes del último accidente, el ambiente general era hostil, pero desde que ocurrió, todos han ayudado al señor Rogers.

    Es mitad de verano en King's Abott. Todo parece normal: unas construcciones en el centro de la ciudad, mientras las actividades normales se desarrollan en las afueras. En los años recientes, los visitantes han hablado de una maravillosa máquina llamada computador, en donde puedes almacenar todo tipo de archivos. E incluso hablan de un sistema de conexión entre todas, al cual la clase alta tiene acceso.

    Un empresario muy exitoso y carismático decidió llevar a cabo su fiesta de cumpleaños. e invitó a sus más cercanos amigos, entre los cuales se encuentra el afligido Roger Simmons,quien ya no es el mismo. La fiesta se dará en la mansión Wrigth, que le perteneció a la familia de mismo nombre hasta hace unos meses, cuando la compró. ¡Se espera la asistencia de todos los invitados!


    Spoiler: Personajes • mostrar

    Andrew Glynn: adinerado empresario que, en tan solo seis años, amasó una gran fortuna. Es la sensación del pueblo, y junto a la que parece ser su pretendiente, es el chisme del momento. Vive en la mansión antes mencionada, la cual se convirtió en su favorita.

    Roger Simmons: tutor de Andrew, y socio. Hace nueve años, sus hijos fueron asesinados vilmente por su propia esposa, lo que le dejó un severo trauma. Puedes escuchar su llanto todos los días en su casa. Se volvió más retraído, pero está dispuesto a ayudar.

    Rachel Smith: doctora que asistirá al evento. Decidió ir, más que nada, por su amiga Isabella. Son muy íntimas, tanto así que puede convencer a la amargada Rachel para ir al evento que quiera.

    Lisa Garland: enfermera, amiga del señor Roger. Le pidió a su padre, el doctor Garland, que le pidiera al señor Roger una invitación. Amable chica, se dedicó a la enfermería para ayudar a los demás. Quería ser doctora, pero por falta de recursos no pudo.

    Isabella di Nicola: reconocida chef italiana. Aparentemente es la pretendiente del señor Glynn, y se dice que harán un gran anuncio este día. Es amante del té y los libros. Nada le gusta más que un trozo de pastel acompañado de té de ciruelas. Es muy amable, y no le gusta faltarle el respeto a nadie.

    Coronel Johnson: hombre inflexible al que le gusta pasar su tiempo libre haciéndole la vida imposible a sus reclutas. Una vez que lo conoces, no es tan malo como parece, y verás una faceta de amabilidad.

    Jessica Townshend: mujer tímida y reservada. Trabaja como secretaria para Andrew, y pasa la mayor parte de su tiempo con él. Sólo se desprende de él cuando tiene visitas. Se asegura de que todo funcione tal cual él dijo.

    James Mathews: pintor de poco renombre, primo del dueño de la casa. Siempre se ha llevado muy bien con él, y ha sido un apoyo en los momentos difíciles. Comparte muchas cosas con él, como el gusto por el arte y la libertad.

    John Brown: chef de la casa. Antes trabajaba con Isabella, pero renunció al cargo y se fue a trabajar con el señor Glynn. Se especializa en carnes rojas y salsas dulces. No es muy buen amigo de los demás sirvientes.

    Stephanie Willows: una de las sirvientas pertenecientes a la familia Willows. Conoce muy bien la casa, y siempre lleva su llave maestra, en caso de ser necesario. Es una persona neutral, quien evita los problemas.

    Markus Diamond: chico animado, alegre y despistado que trabaja para Andrew. Lo conoce desde que estudiaba economía, pero siempre le fue mal. Sin embargo, se llevaban bien, gracias a las habilidades sociales del chico. Sueña con ser su mayordomo personal.

    Thomas Stewart: mayordomo personal de Andrew. Estoico, malhumorado y para nada sociable, es el más eficiente en su trabajo. Odia lo que hace, pero tiene la creencia de que todo debe ser hecho a la perfección.






    Spoiler: Los hechos • mostrar

    Los invitados estaban llegando poco a poco a la mansión. Atravesaban un hermoso jardín de rosas, con los arbustos bien podados, un trabajo que se le puede atribuir a Stephanie. El camino, largo pero hermoso, resultaba un deleite para aquellos que pasaran. El lago resplandecía. El día era hermoso; el sol brillaba, y el cielo estaba ligeramente nublado. Algunas aves cantaban para darle el toque final a esa hermosa entrada.

    En la puerta estaba el señor Andrew, junto a su mayordomo y Jessica. La chica se veía muy calmada, a pesar de estar rodeada de tanta gente. Con amabilidad, se les invitaba a pasar al recibidor, para probar unos bocadillos y un poco de vino.

    —Pero qué casa tan hermosa tiene usted, señor.

    Era la voz de Rachel. Sonaba fríamente cortés, casi cortante. Era sólo una formalidad, no tenía ni la más mínima intención de iniciar una conversación. Andrew, quien se dio cuenta de esto, prefirió no responder, más que nada por estar recibiendo otro invitado.

    La sala se llenó en cuestión de minutos: Isabella, el coronel, Rachel, Roger, James, Lisa, Jessica. Todos, salvo los sirvientes, quienes tenían mucho trabajo para el día de hoy, estaban en el recibidor. Estaba bien decorado, tonos otoñales. Las cortinas caían con gracia, y las mesas de madera oscura eran preciosas.

    En poco tiempo, llegó la señorita Willows con dos botellas de vino y copas. A su vez, en el mismo carrito, traía una tetera y un par de tazas. Sirvió el vino y lo distribuyó entre los presentes, salvo a Isabella y Andrew. Ellos prefirieron tomar una taza de té; era té de ciruela, el favorito de Isabella. Un poco caro para ser una bebida, pero valía la pena. Andrew le puso un terrón, pero Isabella se lo tomó solo.

    Todo esto ocurrió alrededor de las 14:30.



    La conversación inició con el primer sorbo de vino.

    —¡Qué buen vino!— Lisa, la enfermera, no era gran conocedora de bebidas, pero ese comentario le pareció apropiado para la ocasión —Tiene usted un buen gusto, señor— refiriéndose a Andrew —Y además, la casa es preciosa. Muchas gracias por permitirme asistir.

    —El placer es mío, señorita. Es de mi colección privada— dijo con cierta soberbia, soltando una pequeña risa —Cabe destacar que fue la mejor cosecha de ese año.

    —¿Se puede saber cuál?

    —¡Oh, ya ni recuerdo! Mi colección está compuesta por similares a éste, y recordar cada detalle se me hace difícil. Usted sabe, un hombre debe ocuparse de los negocios antes que de sus hobbys.

    —Tiene usted razón.

    Todo giró en torno a la casa y a cuán exquisita era la comida del chef. Andrew se aburría con cada comentario que salía de la boca de sus invitados, puesto que todo se tornaba en algo monótono. Finalmente, la conversación cesó un momento, y se convirtió en un silencio incómodo. Isabella se levantó un momento para ir al tocador, y junto a ella se fue Rachel.

    En el pasillo, pudieron oír cómo todo se reanudó, y la señorita di Nicola soltó una pequeña sonrisa. Junto a ella, la inalterable Rachel.

    —Y, madame,— el acento francés de la señorita era un poco tosco — ¿la está pasando bien?— di Nicola hablaba como si fuese la dueña de la casa, lo que decía mucho.

    —Sí, de maravilla. Gracias por preguntar.

    Casi podías ver una sonrisa en su rostro. Sonó confiada.

    —¡Me alegro! Me gustaría darle un paseo por la casa, para que así no se le dificulte ir a donde quiera.

    Tras ir al tocador, la señorita Isabella cumplió su palabra. Le mostró varias habitaciones, entre ellas, el estudio de Jessica y Andrew, a la vez que los cuartos de huéspedes y la casa de los sirvientes, visible desde la ventana del pasillo en la planta superior.

    Después de este pequeño paseo, volvieron a la recepción. Su taza de té se había enfriado, y Andrew pidió que le sirvieran otra. En tanto, aprovechó para salir al patio con ella.

    —¿La estás pasando bien?

    —De maravilla. Espero que podamos dar el anuncio cuanto antes.

    —¡Perfecto! Esperemos a que sea más tarde, diría que las 19:15 es una buena hora.

    —Suena bien. Te quiero, cariño.

    —Sabes que también te quiero.

    Volvieron a la sala principal. Andrew le dijo a todos que podían irse a sus respectivas habitaciones que la cena estaría lista en unas horas. Acto seguido, los sirvientes guiaron a los huéspedes a sus habitaciones previamente preparadas. El señor de la casa se retiró y se fue a su despacho, donde pasaría la mayor parte de la tarde.

    Esto ocurrió entre las 14:32 y las 16:21.



    Jessica se pasó el intermedio paseando por la casa, vagando. Alguna que otra vez, regañó a los sirvientes por haber derramado unas pocas gotas de vino en la alfombra. Estaba pasando lista de lo ocurrido.

    El coronel estaba en el patio trasero, admirando la naturaleza. A él se le unió la señorita Isabella, con quien se llevaba mejor de los invitados. Soltaron varias risas, y pasearon por los arbustos floreados. En cuestión de minutos, se tuvieron que separar porque la señorita era requerida en su habitación. El coronel vagó un rato por el pasillo.

    Roger estaba con Andrew en el despacho, discutiendo sobre negocios. Al parecer, había hecho una transacción que le haría perder una gran parte de su inversión. Al cabo de un rato, se fue molesto por un comentario hecho por Glynn. Se lo tomó como una ofensa hacia la memoria de sus hijos.

    Lisa se quedó conversando con los sirvientes. Se enteró de que Stephanie viene de una familia donde se crían mujeres para servir, lo que hizo que se entristeciera. Al cabo de un rato, se fue.

    Rachel se quedó en la sala de estar, hasta que se terminó aburriendo. Salió al patio delantero, pero vio que no había nadie. Subió al segundo piso, para ir a su habitación.

    James estaba en su habitación. Estaba dibujando algo, pero se terminó frustrando y decidió salir a caminar. Se topó con el coronel, y él no le dio mucha conversación.

    Esto fue en el intervalo de tiempo restante de tres horas.



    Ya es la hora de la cena. Los invitados son llamados a comer. Andrew espera impaciente en su silla, pero se escucha un estridente grito.

    Era la señorita Stephanie, que había encontrado los cuerpos sin vida de la señorita Isabella y el coronel Johnson. Ambos en la habitación de la primera, con la garganta cortada. La habitación estaba llena de la sangre de ambos, con manchas en todas partes, incluso en la cama.

    Yacían en el piso, con las heridas profundas. Estaban puestos como un par de maniquíes en el suelo, los ojos abiertos y sus manos pegadas a los costados.


    Spoiler: Resumen de los hechos • mostrar

    14:30: Llegan los invitados.

    14:32 - 15:20: Los invitados, así como los residentes, están en la sala. Los sirvientes están ocupados en sus labores.

    15:20 - 15:51: Rachel es Isabella salen un rato, y le dan un paseo por la casa a Rachel. Luego vuelven a la sala.

    15:52 - 16:21: La conversación sigue.

    16:22 - 17:25: Andrew y Roger están en el despacho del señor Glynn, discutiendo sobre negocios. Isabella y el coronel admiran el patio. James está dibujando. Rachel está en su habitación. Jessica pasea por la casa sin rumbo, regañando a los sirvientes si algo malo ocurre. Lisa habla con los sirvientes.

    17:26 - 19:10: Solicitan a la señorita Isabella en su habitación. El coronel sube al segundo piso, y se topa con un frustrado James, quien no pudo dibujar lo que quería. Lisa se fue a admirar las rosas en el jardín delantero, para luego entrar a tomar una taza de té. Roger sale un poco molesto porque el señor Glynn le faltó el respeto a la memoria de sus hijos sin querer.

    19:20: Se descubren los cadáveres.





    Recopilaciones.


    Spoiler: Verdades rojas • mostrar
    Rachel e Isabella no son los unicos que salen de la sala.
    Sí, son las únicas que salen de la sala.

    Mrs.Wright, una señora de unos cincuenta años, amanece asesinada en su cuarto, cerrado bajo llave. Asesinada con curare, una mezcla de venenos que paraliza el sistema respiratorio, se presume -o eso dicen las malas lenguas- que su asesino era el hijo de unos señores engañados por ella.

    La señorita Isabella y el coronel Johnson murieron a la vez o, como máximo, con un intervalo de tiempo de 15 minutos entre uno y otro.

    La señorita Isabella y el coronel Johnson murieron en el lugar en el que fueron encontrados sus cadáveres.


    Quisera preguntar sobre el humor del coronel alrededor de las tres horas previas al asesinato. ¿Estaba preocupado?¿enfadado?

    Estaba como siempre, en un estado estoico para ocultar lo que piensa.

    Y ahora, señorita, quiero pedirle que mire la habitación del asesinato. Sé que es duro, pero necesito de su colaboración. Usted conocía la casa como la palma de su mano... ¿hay algo que falte en la habitación?

    Para saber a qué hora llegó, necesitarías saber a qué hora murió. Vamos, una pista extra para alguien de tan bajo calibre: Llegó a la habitación a las 17:32, pero decir quién fue es un Whodunnit directo en el pecho.

    Es un saló cuadrado, cubierto de sangre. La cama está a la derecha, con sábanas en colores rosa claro y sencillo. Hay una mesa a la izquierda, con un florero. Un par de cadáver decoran el piso. ¡Ay, mira, sangre alrededor! ¡Precioso! Un candelabro en el techo.
    Se conocen desde antes, cuando el coronel era sargento y visitaba su restaurant. Eran buenos amigos.

    Se conocen desde antes, cuando el coronel era sargento y visitaba su restaurant. Eran buenos amigos.

    El asesinato fue premeditado.

    James se molestó por el dibujo mal hecho.

    Todos en el pueblo sabían de su aparente romance, pero no se había confirmado nada.

    ¿De qué trataba dicho anuncio?

    Era un anuncio de matrimonio.

    ¿Qué hizo Andrew en su despacho?

    Hablar con el señor Roger.

    ¿Qué hizo Jessica mientras estos hablban?

    Recorrer la casa.

    ¿Dónde estaba Isabella justo antes de ser requerida? ¿Había alguien más con ella en ese momento? ¿Quién?

    En ese momento, Isabella estaba con el coronel, en el jardín. La única persona que sabe quién llamó a Isabella era él mismo, el coronel.

    No, no se vieron vivos.

    Desde el primer momento en el que planeó el asesinato, el asesino pretendía matar tanto a Isabella como al coronel.

    Inmediatamente tras dejar el jardín, ambos subieron al segundo piso.

    "El coronel decidió seguir a Isabella"; "El coronel podía sospechar la futura muerte de Isabella"

    Ninguna de las dos verdades verdes aplica para el tablero.

    Cuando el coronel entró en la habitación de Isabella, ella ya estaba muerta.

    Isabella murió primero.

    Tras encontrarse con James, el coronel fue a la habitación de Isabella inmediatamente después, o en un lapso de tiempo no mayor de 15 minutos.

    Una vez Isabella fue a su habitación tras haber sido requerida en ella, no volvió a salir de la misma.

    Stepahnie vio la sangre a través de la puerta.


    Recopilación hecha hasta la página 3 del tablero.
    [/spoiler]

    Spoiler: Verdades moradas • mostrar
    Aún sin hacer.



    Anuncio:

    Al igual que en el tablero anterior, usaré los sprites de la bruja dorada -mejor conocida como Beatrice la dorada- y la música de ambiente de Umineko no naku koro ni -ninguna me pertenece, todo es propiedad de 07th Expansion-.

    Los siguientes jugadores tienen derecho a usar sus respectivas piezas entregadas por la bruja dorada en el juego pasado, junto a la música de ambiente que elijan:


    Y, sin más que decir...


    ¡Que empiece el juego!

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