1
Literatura y Fan Fiction / Re:El Fic. de Monster Hunter.
« en: 02 de Octubre de 2013, 12:38:48 am »
Capítulo 63: El ser oscuro.
La neblina oscura se propagaba a lo largo de aquella gran sala del templo, colándose tímidamente por cualquier resquicio y aumentando su volumen, evitándonos cualquier lugar para huir.
- ¿Qué puñetas...? - Dijo Katsuo. Le noté asustado.
- Este es. Este es el humo del que os hablé - Comentó seguro Serker, sacando ya su enorme martillo.
- Este humo... No es normal - Pensé en voz alta.
- ¡Preparaos, ya viene!
Saqué decidido mi lanza-pistola. Si se le ocurría volver a lanzar rocas, las explotaría en el aire.
Pero no aparecieron rocas. Una parte del humo se condensó de inmediato a nuestras espaldas y salió disparado hacia Katsuo.
Me di cuenta tarde, dándole un golpe terrible. Serker y yo apenas nos dimos cuenta de este ataque hasta que se escuchó cómo la bola oscura cortaba el aire, y cuando vimos que Katsuo fue golpeado se nos encogió el corazón.
Katsuo cayó al suelo, quedándose sin respiración por el terrible impacto que había sufrido en la espalda. Empezó a sangrar.
- ¡Katsuo! - Grité dejándome llevar por el susto de la situación. Iba a acercarme a él, pero me di cuenta que una respiración agitada y grande apareció al lado de mi cabeza, justo al lado de mi oído izquierdo...
Me giré lentamente... Y descubrí que no era un Rukkodiora.
Era algo peor.
Un engendro con la forma física de Rukkodiora y Kushala Daora, pero totalmente cubierto por las tinieblas, con garras en las alas... Y ciego.
- ¿Qué... eres...? - Dije con la poca respiración que me quedaba, inmóvil por el pánico.
- ¡CUIDADO! - Gritó Serker, haciéndome reaccionar justo a tiempo y evitando que me aplastase con una de sus enormes garras bloqueándola con mi escudo.
El monstruo, insatisfecho, retrocedió momentáneamente, metiéndose entre sus tinieblas, mas aún se le podía divisar con la luz que se filtraba por los techos agrietados del viejo templo.
Nos reagrupamos los tres. Katsuo estaba muy tocado y le costaba respirar, y eso me preocupaba.
Pero el monstruo no parecía querer dar tregua. Gruñó mientras seguía dispersando más sombras. Me di cuenta de que no podíamos luchar con Katsuo así, y menos contra un monstruo desconocido.
Me supo mal, pero...
- Debemos huir.
- ¿Qué... dices, Baru? - Dijo Katsuo, aguantando a duras penas pero haciéndose el fuerte.
- Hay demasiadas cosas en contra, no podemos seguir... - Iba a continuar, pero el monstruo se lanzó al ataque, intentando dar una placaje frontal.
Lo esquivamos a tiempo, pero por poco. Tenía que pensar rápido cómo escapar...
Buscando alrededor, apenas se veía más que nubes de oscuridad, paredes de robusta piedra, pequeñas grietas en el techo que filtraban luz y dejaban ver tímidas sombras de objetos que había en la sala...
Y entonces lo vi.
- ¡Bingo!
- ¿Qué ocurre? - Dijo Serker.
- Cuida de Katsuo, ahora vengo - Dije mientras me fui corriendo. Al ver el monstruo que me alejaba empezó a seguirme, corriendo a toda velocidad. Era extremedamente rápido y no tardaría en alcanzarme.
"Ojalá funcione... No se me ocurre otra cosa".
Katsuo y Serker observaban desde lejos, preguntándose qué estaba haciendo. De pronto vieron que me detení de pronto y me di la vuelta, provocando al monstruo.
- ¡BARU, CUIDADO! - Gritó Katsuo.
Me aparté en el momento oportuno, haciendo que el ente oscuro de estrellase contra la columna central que estaba oculta en sombras. La columna se derrumbó y todo el templo empezó a temblar.
Mientras el monstruo se quedó aturdido, volví con mis compañeros. Les dije que pusiesen las bombas que teníamos cerca de la pared más cercana. El templo estaba temblando y estaba a punto de derrumbarse entero.
Una vez colocadas las bombas, activé el Fuego Wyvern de mi lanza-pistola, provocando un enorme agujero hacia fuera.
Salimos tan rápido como pudimos, y justo cuando el monstruo iba a salir también a atacarnos, todo el techo se derrumbó sobre él.
Suspiramos aliviados y permanecimos unos segundos en silencio mientras el polvo ocasionado por la colisión se iba esfumando.
- Menos mal... - Dijo Katsuo. Ahora, con la luz del sol, se podía ver perfectamente que no estaba bien.
- Vámonos a la aldea a que te curen esa herida. Luego vendremos a por los restos de este dragón...
Nos fuimos, algo fatigados, pero enteros.
Pero justo cuando habíamos perdido de vista el templo, miles de rocas salieron al aire y el monstruo, sin ningún rasguño, se fue corriendo y volando a velocidad endemoniada.
La neblina oscura se propagaba a lo largo de aquella gran sala del templo, colándose tímidamente por cualquier resquicio y aumentando su volumen, evitándonos cualquier lugar para huir.
- ¿Qué puñetas...? - Dijo Katsuo. Le noté asustado.
- Este es. Este es el humo del que os hablé - Comentó seguro Serker, sacando ya su enorme martillo.
- Este humo... No es normal - Pensé en voz alta.
- ¡Preparaos, ya viene!
Saqué decidido mi lanza-pistola. Si se le ocurría volver a lanzar rocas, las explotaría en el aire.
Pero no aparecieron rocas. Una parte del humo se condensó de inmediato a nuestras espaldas y salió disparado hacia Katsuo.
Me di cuenta tarde, dándole un golpe terrible. Serker y yo apenas nos dimos cuenta de este ataque hasta que se escuchó cómo la bola oscura cortaba el aire, y cuando vimos que Katsuo fue golpeado se nos encogió el corazón.
Katsuo cayó al suelo, quedándose sin respiración por el terrible impacto que había sufrido en la espalda. Empezó a sangrar.
- ¡Katsuo! - Grité dejándome llevar por el susto de la situación. Iba a acercarme a él, pero me di cuenta que una respiración agitada y grande apareció al lado de mi cabeza, justo al lado de mi oído izquierdo...
Me giré lentamente... Y descubrí que no era un Rukkodiora.
Era algo peor.
Un engendro con la forma física de Rukkodiora y Kushala Daora, pero totalmente cubierto por las tinieblas, con garras en las alas... Y ciego.
- ¿Qué... eres...? - Dije con la poca respiración que me quedaba, inmóvil por el pánico.
- ¡CUIDADO! - Gritó Serker, haciéndome reaccionar justo a tiempo y evitando que me aplastase con una de sus enormes garras bloqueándola con mi escudo.
El monstruo, insatisfecho, retrocedió momentáneamente, metiéndose entre sus tinieblas, mas aún se le podía divisar con la luz que se filtraba por los techos agrietados del viejo templo.
Nos reagrupamos los tres. Katsuo estaba muy tocado y le costaba respirar, y eso me preocupaba.
Pero el monstruo no parecía querer dar tregua. Gruñó mientras seguía dispersando más sombras. Me di cuenta de que no podíamos luchar con Katsuo así, y menos contra un monstruo desconocido.
Me supo mal, pero...
- Debemos huir.
- ¿Qué... dices, Baru? - Dijo Katsuo, aguantando a duras penas pero haciéndose el fuerte.
- Hay demasiadas cosas en contra, no podemos seguir... - Iba a continuar, pero el monstruo se lanzó al ataque, intentando dar una placaje frontal.
Lo esquivamos a tiempo, pero por poco. Tenía que pensar rápido cómo escapar...
Buscando alrededor, apenas se veía más que nubes de oscuridad, paredes de robusta piedra, pequeñas grietas en el techo que filtraban luz y dejaban ver tímidas sombras de objetos que había en la sala...
Y entonces lo vi.
- ¡Bingo!
- ¿Qué ocurre? - Dijo Serker.
- Cuida de Katsuo, ahora vengo - Dije mientras me fui corriendo. Al ver el monstruo que me alejaba empezó a seguirme, corriendo a toda velocidad. Era extremedamente rápido y no tardaría en alcanzarme.
"Ojalá funcione... No se me ocurre otra cosa".
Katsuo y Serker observaban desde lejos, preguntándose qué estaba haciendo. De pronto vieron que me detení de pronto y me di la vuelta, provocando al monstruo.
- ¡BARU, CUIDADO! - Gritó Katsuo.
Me aparté en el momento oportuno, haciendo que el ente oscuro de estrellase contra la columna central que estaba oculta en sombras. La columna se derrumbó y todo el templo empezó a temblar.
Mientras el monstruo se quedó aturdido, volví con mis compañeros. Les dije que pusiesen las bombas que teníamos cerca de la pared más cercana. El templo estaba temblando y estaba a punto de derrumbarse entero.
Una vez colocadas las bombas, activé el Fuego Wyvern de mi lanza-pistola, provocando un enorme agujero hacia fuera.
Salimos tan rápido como pudimos, y justo cuando el monstruo iba a salir también a atacarnos, todo el techo se derrumbó sobre él.
Suspiramos aliviados y permanecimos unos segundos en silencio mientras el polvo ocasionado por la colisión se iba esfumando.
- Menos mal... - Dijo Katsuo. Ahora, con la luz del sol, se podía ver perfectamente que no estaba bien.
- Vámonos a la aldea a que te curen esa herida. Luego vendremos a por los restos de este dragón...
Nos fuimos, algo fatigados, pero enteros.
Pero justo cuando habíamos perdido de vista el templo, miles de rocas salieron al aire y el monstruo, sin ningún rasguño, se fue corriendo y volando a velocidad endemoniada.